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China se enfrenta a la mayor crisis energética de la última década

Las estrictas regulaciones que impone Pekín se materializan en cortes de luz y se teme el estallido de la peor crisis de producción eléctrica en años.

China, el mayor consumidor de energía del mundo, está empezando a sufrir cortes de electricidad en varias regiones y crece la preocupación sobre la que podría ser la peor crisis de producción eléctrica en años.

Los ciudadanos chinos no son ajenos a los cortes eléctricos, ya que suelen suceder cada verano, pero este año se han adelantado. En general, la culpa la tienen los controles de precios sobre la electricidad que impone el Gobierno de Pekín. Las empresas reducen su producción energética porque el precio que pueden cobrar por la electricidad no llega a cubrir el coste de las materias necesarias para producirla. La situación se ha exacerbado este año por la subida del precio del carbón, que se utiliza en el 70% de las plantas de producción del país. El precio de esta materia prima ha subido un 20%, mientras que el Gobierno sólo ha subido el precio oficial de la electricidad un 2%.

Además, la sequía que sufren algunas regiones ha castigado la producción hidroeléctrica, agravando la situación. Las provincias con más dependencia de esta fuente también se han visto obligadas a racionar la electricidad como, por ejemplo, en Changsa, capital de Hunan, donde en las últimas semanas han bajado la intensidad de las farolas callejeras y han empezado a aplicar cortes de suministro de una hora regularmente.

Pekín también va a imponer sanciones a las empresas que excedan los límites de consumo energético establecidos en la provincia de Zhejiang, un centro industrial próximo a Shanghai, para reducir la demanda durante el período de escasez de suministro eléctrico prevista para este verano.

China se enfrenta a la peor escasez de energía en siete años mientras la economía crece más rápido de lo previsto, de modo que algunas fábricas de esa zona deberán reducir su producción e, incluso, cerrar ante el aumento del precio del carbón y los límites de consumo impuestos por el Gobierno. Además, el racionamiento de energía podría extenderse a otros centros clave de fabricación, como Guangdong y Jiangsu.

Control de precios

Los dirigentes del partido único están intentando controlar el nivel de precios, que ya supera el 5%, y temen que una subida de las tarifas energéticas se extiendan por todo el resto de productos. Esta reacción, bastante típica de la clases políticas, no soluciona los problemas sino que crea desabastecimiento, tal y como avanzó Libre Mercado, y, de mantenerse, acabará produciendo problemas aún mayores.

Las cinco mayores empresas chinas de producción eléctrica mediante carbón, que son propiedad del Gobierno, han sufrido pérdidas de 1.500 millones de dólares, compensadas sólo en parte por los beneficios de la producción eólica e hidroeléctrica. Los intentos de los reguladores para forzar al resto de empresas a operar en pérdidas, obligándolas a producir a plena capacidad independientemente del precio del carbón, tampoco han funcionado ya que las empresas no cumplen las exigencias de los reguladores para no caer en la quiebra. A pesar de los cortes, la utilización de las instalaciones no ha aumentado, ni siquiera en el último trimestre, como se puede observar en la gráfica:

Xue Jing, representante del China Electric Council, la asociación de las empresas energéticas chinas, ha advertido que el problema de desabastecimiento eléctrico de 2011 va a ser especialmente severo. En concreto, el país podría enfrentarse a una déficit de 30 gigavatios en verano, ya que el suministro no alcanza para cubrir el aumento de la demanda.

Dicho déficit energético casi duplica al que sufrió Japón tras el histórico terremoto del 11 de marzo, y es equivalente al consumo de tres Chongquins, una ciudad  de 31 millones de habitantes. Así, China se enfrenta a la mayor crisis energética desde 2004, según Mirae Assets Securities.

Los controles de precios del Gobierno también han provocado la previsible reacción de limitar la inversión en nuevas plantas de producción eléctrica. El año pasado la inversión fue de 130.000 millones de yuanes, cuando hace 5 años ascendió a 200.000 millones.

El gran temor se centra ahora en cómo afectará esta situación al desarrollo ecónomico del país, ya que la subida de precios no tiene visos de frenarse. El Gobierno chino sigue basando su crecimiento económico en una fuerte expansión crediticia, la misma fórmula que ha creado la serie de burbujas que Occidente ha vivido en las últimas décadas.

Y es que, aunque oficialmente Pekín promueve una reconversión hacia una industria menos intensiva energéticamente, la expansión monetaria tiene el efecto contrario, como ha reconocido el propio Banco Central de Japón. La señal que envía el crédito barato al mercado es una disponibilidad de recursos que no se corresponde con la realidad, provocando que los emprendedores persigan proyectos que asumen esa falsa disponibilidad de recusos.

Cuando todas estas empresas intentan operar, el precio de los recursos -ahora escasos respecto a la demanda- se dispara. Si el valor de las materias primas necesarias llega al límite que convierte a estas empresas en inviables, ya que el consumidor no puede asumir dicho coste, se producirán quiebras y, posiblemente, una crisis económica.

Las imposiciones de cuotas para aumentar el PIB chino por parte del Gobierno central a sus dirigentes regionales también juega en contra. Las autoridades locales se niegan a cerrar las fábricas de productos energéticamente intensivos, paso previo para la reconversión de los recursos hacia otro tipo de industrias, ya que ello impediría que alcanzaran temporalmente las cuotas de PIB exigidas por Pekín.

Los problemas para el Gobierno chino se agravan, además, por los desequilibrios regionales. La mayoría de las nuevas centrales de carbón se han abierto en las regiones del oeste y centro del país, dado que allí se encuentran la mayoría de minas de carbón. Así, mientras el porcentaje de consumo de las regiones del este de China se ha mantenido más o menos constante, el procentaje de su capacidad productiva ha disminuido, forzando a mantener un alto nivel de producción en las instalaciones existentes, como se puede ver en la gráfica:

La situación china presenta, pues, un gran reto para el régimen. Cada intento del Gobierno por tapar los problemas creados por sus regulaciones anteriores han derivado en nuevos obstáculoss aún mayores. Así, desde la Asociación de Transportistas de Carbón se advierte lo siguiente: "China está usando métodos de planificación central para regular una economía de mercado". La solución, seguramente, pasa por una fuerte reconversión de la industria china, pero el coste tanto económico como social podría hacer peligrar la estabilidad política de las autoridades.

Problemas de escasez en otros países

Pero China no es el único país que sufrirá escasez de energía. Venezuela extenderá el racionamiento de consumo eléctrico ya aplicado en 2010. El régimen de Hugo Chávez ha vuelto a tener problemas para aumentar la producción energética y cubrir así el aumento de la demanda, estimado para el 6% este año.

La escasez energética se extiende a otras regiones como Pakistán, Egipto, República Dominicana, India, Japón, El Salvador, Bangladesh, Libia, Mozambique, Nepal, Argentina, Zimbabwe, Kenya y Tanzania. Esta falta de electricidad se debe, en gran medida, a los bajos niveles de agua que registran las presas hidroeléctricas y al encarecimiento del carbón. Algunas de estas carencias derivan, igualmente, de la subida que ha registrado el petróleo en los últimos meses, ya que su elevado precio impide importar la cantidad suficiente para satisfacer la demanda.

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