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Navarra: empresas, innovación y prosperidad

La comunidad foral crece año a año y se consolida en el grupo de las regiones más ricas y con menos paro de España.

Sin contar a Madrid y Barcelona, quizás no haya ningún lugar de España tan conocido en el extranjero como Pamplona. Los Sanfermines son el evento hispano más retransmitido por televisión cada año. Desde Melbourne a Washington, prácticamente todos los telediarios del mundo centran su mirada durante una semana en esta pequeña ciudad de menos de 200.000 habitantes, que cada julio reúne alrededor de un millón de personas.

Sin embargo, en las 51 semanas restantes es difícil que Navarra aparezca, no ya en los noticieros alemanes o ingleses, sino incluso en los españoles. Normalmente, sólo alguna mala noticia relacionada con la lacra del terrorismo etarra lleva a la comunidad foral a las portadas.

En cierto sentido es lógico. Navarra es la tercera comunidad menos poblada de España, con apenas 637.000 habitantes. Sus pueblos y sus ciudades tienen el encanto de esos lugares tranquilos, donde aparentemente nunca pasa nada. Lluviosa y rodeada de montañas, quizás sea lo más parecido a Suiza o Austria que hay en España. Y, como estos dos países, también ha destacado en las últimas décadas por un crecimiento económico basado en las pequeñas empresas, la innovación, los bajos impuestos, el respeto a la propiedad privada y un bajo nivel de intervencionismo público. Es decir, las claves que permiten progresar a cualquier lugar también funcionan en Navarra. Esperemos que el nuevo Gobierno salido de las urnas este 22 de mayo no cambie esto.

Una región próspera

Desde hace décadas, la comunidad foral está entre las regiones más prósperas de España. Además, su posición relativa ha mejorado en los últimos quince años. De tener una riqueza per cápita del 125,9% respecto de la media nacional en 1995 (considerando a España=100), ha pasado al 132,7% en el último ejercicio. Es más, desde el año 2000 es la tercera región en incremento del PIB total, sólo superada por Extremadura y Murcia (dos comunidades que, al partir de mucho más abajo, lo tienen más fácil). Sólo Madrid, entre las autonomías ricas es capaz de crecer a un ritmo similar.

Este nivel de riqueza ha provocado que Navarra tenga una de las tasas de paro más bajas de España (la segunda, con el 13,4% tras el 11,61% del País Vasco). Además, sus cuentas públicas están más o menos controladas, con una deuda del 9,4% del PIB, el doble que hace dos años aunque aún bastante por debajo de la media. Y en el Índice de Libertad Económica de Civismo, aparece en el segundo lugar, sólo por detrás de Madrid, destacando en temas como la educación, la legislación medioambiental, la sanidad y los bajos impuestos.

¿Cómo ha conseguido llegar a esta situación? Un aspecto importante ha sido el régimen fiscal. Tanto Navarra como el País Vasco se han beneficiado de un sistema foral que les otorga competencias que no están al alcance de otros gobiernos regionales. De esta manera, han reducido los impuestos empresariales y han creado un entorno favorable para los emprendedores (en el caso vasco las llamadas vacaciones fiscales han sido objeto incluso objeto de multa por las instituciones europeas, por considerarlas contrarias a la competencia). Eso sí, también es verdad que estas prerrogativas podían haber sido utilizadas para incrementar el intervencionismo de las administración regional o para subir los impuestos a los empresarios. Afortunadamente, en Navarra no ha sido éste el camino seguido.

Empresas, industria, I+D+i

La consecuencia es que esta región disfruta de una privilegiada situación en todos los índices de empresarialidad de España. Por ejemplo, en el último índice de producción industrial, Navarra obtiene la mejor nota de las diecisiete autonomías, con 104 puntos, frente al 92 de media. Otro buen indicador es el número de empresas. Las casi 15 millones de compañías radicadas en la comunidad suponen el 3,00% del total español, aunque la población apenas llega al 1,3% (es la región en la que más diferencia favorable hay entre un porcentaje).

Además, no sólo es alto el número de empresas, sino que éstas se dedican a aspectos descuidados en el resto del país. Mientras a los políticos de otras regiones se les llena la boca de apelaciones a la economía "moderna", a la "I+D+i", al "cambio de modelo productivo" o a las "nuevas tecnologías", los empresarios navarros lo ponen en práctica de manera mucho más callada. El porcentaje de empresas "innovadoras" es el tercero de toda España (por detrás del País Vasco y La Rioja) y la cifra de negocio asociada a estos nuevos inventos es del 29,54%, la mayor del país. No es extraño, por lo tanto, que Navarra sea la comunidad que más gasta en I+D+i respecto al PIB regional (2,13). Y tampoco es raro que un 70% de esa inversión venga del sector privado (la segunda tasa más alta del país).

La foto resultante de todo lo anterior es la de una región con un fuerte tejido industrial, bajos impuestos, emprendedores dispuestos a invertir en ideas innovadoras y una sólida tradición empresarial. No es extraño que eso lleve aparejada la riqueza que indican los indicadores de renta per cápita.

Incluso, Navarra parece ser una de las comunidades que mejor está saliendo de la crisis. Entre marzo de 2010 y el mismo mes de 2011, su PIB fue el que más creció en España, un 1,2%, según el último dato de contabilidad regional del INE. También lidera la clasificación en crecimiento del Índice de Producción Industrial y está a la cola en cuanto a incremento del paro.

El peligro político

Sólo un nubarrón se cierne sobre el futuro de los navarros. Su comunidad salió de las elecciones del pasado 22-M con uno de los parlamentos más fragmentado de España. Ninguna otra región, salvo Cataluña y el País Vasco, tendrá seis partidos diferentes en su cámara autonómica. Esta división del voto ha provocado que ninguna formación haya obtenido la mayoría absoluta. El ganador de las elecciones fue UPN con 19 diputados, por 9 del PSOE, 8 de Nafarroa Bai, 7 de Bildu, 4 del PP y 3 de Izquierda-Ezquerra.

En teoría, podría esperarse que siguiese al frente del Gobierno foral UPN, con el apoyo del PSOE y del PP, como ha ocurrido en la última legislatura. Sin embargo, en las últimas horas se ha disparado el rumor de un posible Ejecutivo socialistas con el apoyo del resto de los grupos parlamentarios (NaBai, Bildu, e Izquierda-Ezquerra). La propia Yolanda Barcina ha afirmado este martes en esRadio que sería difícil de comprender que el PSOE aceptase estos apoyos.

El problema es que detrás de estas componendas no está sólo el peligro de dar legitimidad a Bildu, sino también el de un cambio en la política económica que tradicionalmente ha imperado en la región. Tanto en NaBai (coalición de PNV, Aralar e Independientes), como en Bildu y en Izquierda-Exquerra (cartel electoral de Izquierda Unida más Batzarre) predominan los elementos de la izquierda más radical. Más allá de las consideraciones políticas y morales, el daño a las empresas navarras podría ser enorme. Estos partidos seguramente presionarían por incrementar el gasto público, subir los impuestos, controlar la actividad de las empresas, aumentar la regulación y acrecentar el intervencionismo. Es decir, justo lo contrario de lo que se ha hecho en las últimas tres décadas en Navarra. De las negociaciones de las próximas semanas dependerá que la comunidad foral tome un camino u otro.

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