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Manuel Llamas

¿Y si Grecia sale del euro?

Si Grecia suspende pagos, su banca sería insolvente y tendría que ser nacionalizada; Atenas decretaría un corralito financiero para evitar la retirada de depósitos; el Gobierno impondría el toque de queda e, incluso, la ley marcial para evitar disturbios.

Si Grecia suspende pagos, su banca sería insolvente y tendría que ser nacionalizada; Atenas decretaría un corralito financiero para evitar la retirada de depósitos; el Gobierno impondría el toque de queda e, incluso, la ley marcial para evitar disturbios.

Era cuestión de tiempo. La quiebra de Grecia se baraja abiertamente desde hace semanas –en público–, e incluso muchos meses –en privado–. Ante tal escenario es lógico que surjan análisis y opiniones de todo tipo sobre los posibles efectos que conllevará este proceso. Dichas opciones, en ausencia de un nuevo plan de rescate, se resumen, básicamente, en tres: suspensión de pagos dentro de la zona euro; quiebra y abandono de la moneda única; o monetización masiva del BCE. Las claves de la primera, una especie de Plan Brady a la europea, están resumidas aquí, pero también cabe la posibilidad de asistir a un escenario mucho más dantesco, la salida del euro -segunda opción-.

George Papaconstantinou, ministro de Finanzas griego: si Atenas no logra el siguiente tramo de ayuda internacional acordado por el FMI y Bruselas en 2010, Grecia suspenderá pagos en julio. "El país no podrá afrontar los gastos del Estado... ni salarios ni pensiones" (públicas). La banca nacional caería, ya que acumulan deuda helena en sus balances, y la financiación exterior se cerraría por completo. Según la griega Maria Damanaki, comisaria de Pesca de la UE, el país tendría que volver al "dracma".

La reestructuración de deuda pública, tal y como se plantea desde Bruselas, no es una opción, según el BCE. Atención a las palabras de Christian Noyer, gobernador del Banco de Francia y consejero del organismo monetario europeo: "Si reestructuramos la deuda griega, eso significa que Grecia suspende pagos. [...] Los bancos griegos quedarán gravemente dañados [...] El Estado griego tendrá que recapitalizarlos [...] Todo lo que el Estado se ha ahorrado con la reestructuración lo invertirá en el sector bancario [...] Las aseguradoras y fondos de pensiones también se verán afectados [...] El ahorro de los griegos caerá, afectando al consumo, al crecimiento y a la recuperación".

¿Y a nivel externo? Noyer continúa: si Grecia no devuelve todo el dinero "el mecanismo de financiación europeo se detendrá inmediatamente. Los Estados no seguirán prestando el dinero de sus contribuyentes. Es el fin del apoyo de otros Estados europeos [...] La deuda helena dejaría de servir como colateral para obtener financiación del BCE [...] Eso significa que el sistema bancario griego ya no podría ser financiado".

El problema es que, al día siguiente, Grecia seguiría precisando de inversores porque el Estado no puede pasar del déficit al superávit en una noche, pero puesto que su deuda acaba de ser reestructurada ¿qué pasará? "El eurosistema no refinanciará a Grecia. Los Estados europeos no la financiarán. El FMI no lo hará solo. Nadie financiará al Estado griego en los próximos años. Eso significa el colapso de la economía griega [...] Por eso estamos en contra de la reestructuración", concluye el consejero. Toda una historia de "horror" la de Noyer.

¿Y qué opina el prestigioso analista e inversor John Mauldin al respecto? Más o menos coincide con el economista Andrew Lilico: si Grecia suspende pagos, su banca sería insolvente y tendría que ser nacionalizada; Atenas decretaría un corralito financiero para evitar la retirada de depósitos; el Gobierno impondría el toque de queda e, incluso, la ley marcial para evitar disturbios; los depósitos en euros se convertirían en dracmas cuyo valor sería, probablemente, un 50% inferior al euro; ello implicaría a su vez un impago de la deuda privada del 50%, ya que también estaría nominada en dracmas; como consecuencia, los bancos franceses y alemanes sufrirían importantes pérdidas en los créditos concedidos a Grecia; al igual que el BCE, tras prestar decenas de miles de millones al Estado y a la banca griega; el BCE tendría entonces que ser recapitalizado por Francia y Alemania, o bien imprimir directamente euros para evitar la insolvencia, violando explícitamente su tratado fundacional; por si fuera poco, todo este proceso sería seguido muy de cerca en Portugal e Irlanda.

Hasta aquí la visión de cuatro voces autorizadas sobre la posible quiebra de Grecia y su salida del euro. Sin duda, un futuro dramático para los griegos y para el conjunto del proyecto comunitario. Es decir, un escenario en el que perderían todos, tanto deudores como acreedores.

De ahí, precisamente, que el abandono de la eurozona no sea admisible; es el peor de los escenarios posibles. Para evitarlo, la UE avanza en su particular Plan Brady, un default "suave" dentro de la zona euro, que afectará parcialmente a los acreedores, a cambio de estrictas condiciones, incluida la pérdida de soberanía nacional. Aún así, siendo ésta, sin duda, una opción mucho mejor -y más probable- que la de abandonar el euro, queda otra que hasta ahora casi nadie contempla: que el Estado griego cumpla sus compromisos de pago. El cómo será materia de un próximo artículo.

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