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EDITORIAL

La crisis del pepino deja en evidencia al Gobierno

El Ejecutivo de Zapatero, con su falta de reacción ante esta crisis, ha dejado nuevamente en evidencia que no es más que un Gobierno en funciones, cuyos miembros, más que en gobernar, parecen exclusivamente interesados en asuntos de partido.

Desde que el pasado jueves la consejera de Sanidad de Hamburgo vinculara, sin base alguna, la mortífera variedad de la bacteria E. Coli con los pepinos españoles, nuestros agricultores han sufrido cuantiosas pérdidas que podrían alcanzar los 200 millones de euros semanales.

Mucho se podrá decir de la incompetencia de la novata consejera de Sanidad de Hamburgo, que ha terminado por reconocer este martes la "inocencia" de nuestros pepinos, así como de las responsabilidades e indemnizaciones que cabe exigir de manera inmediata a Bruselas y a Berlín por no haber cortado a tiempo este bulo. Pero no menos criticable es el Gobierno de Zapatero que, con su falta de reacción ante esta crisis, ha dejado nuevamente en evidencia que no es más que un Ejecutivo en funciones, cuyos miembros, más que en gobernar, parecen exclusivamente interesados en asuntos de partido.

Durante todos estos días, en los que nuestros camiones repletos de hortalizas se veían obligados a regresar a España, y países como Rusia se sumaban al veto a nuestras exportaciones, no se ha visto más que a un Zapatero en retirada y a un Rubalcaba muy ocupado en dar un falso de aire de primarias a su digital designación como próximo candidato del PSOE. Eso, por no hablar de las desaparecidas ministras de Sanidad, de Exteriores y de Agricultura que, con su incompetencia y falta de reacción, han ejercido más que nunca como decorativas "ministras de cuota".

No contenta con el tiempo que nuestro Gobierno ha dejado pasar sin abortar este infundio que tanto ha hecho perder a nuestros agricultores, lo único que ha sabido hacer la ministra de Agricultura ha sido decir este martes que "ya tendremos tiempo de demandar".

Y es que al desprestigio y a la falta de firmeza, ya conocidas, de nuestra política exterior, se ha sumado la debilidad de un partido que se resiste a dejar el Gobierno tanto como a gobernar.

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