Menú
José T. Raga

¡Malditos mercados!

En la mente de la izquierda cavernícola y retrógrada, esa que se quiere comer a los banqueros, cabe que exista una solución: prohibir los mercados, aunque no se sabe cómo redactar el decreto prohibitorio para que tenga eficacia.

Esta expresión ha podido estar presente, al menos en la mente de algunos de los que nos desgobiernan. Porque, ¡vaya semanita que nos han dado! El espectáculo era patético: ZP en estado comatoso y con dificultades para articular; la vicepresidenta abundando en las tonterías de rigor; el candidato Rubalcaba desaparecido en combate, buscando especuladores y banqueros que devorar; y, el Gobierno en pleno sin encontrar ya países a los que culpabilizar de nuestra astronómica prima de riesgo –llegó a alcanzar los 385 puntos básicos–, y tipos de interés correspondientes por encima del seis por ciento, acercándonos peligrosamente a la luz roja del siete por ciento, nivel insoportable para cualquier economía.

Los culpables, pese a lo cercanos, se buscan siempre en el exterior. Primero fue el problema de Grecia, después, el binomio Grecia-Portugal, ahora lo es el trinomio Grecia-Portugal-Italia, todo menos reconocer la culpabilidad del gobierno errático y malicioso de España que ha sumido a la nación en un endeudamiento endémico, porque endémico es el déficit que lo provoca. Frente a esto, el Presidente exige a Alemania que asuma su responsabilidad, lo cual no puede ser más esperpéntico –quien genera un endeudamiento exige a Alemania responsabilidades por él– ni más infantil, la relación David/Goliat sólo se dio una vez en la historia.

¿O quizá la responsabiliza de no mentir como él y asumir, con el engaño, la complicidad que precisa? España no será creíble hasta tanto no desaparezcan quienes han ganado a pulso el título de mentirosos. Anteayer se oía del presidente que estábamos en un crecimiento consolidado. El mismo día, el ministro de Trabajo hacía un encaje lingüístico afirmando que estábamos en la transición a la creación de empleo, y no dijo de pleno empleo porque no se le ocurrió. El mundo de la señora Salgado solucionará sus problemas por sí mismo, es decir, que no tiene problema.

Con todo esto, nadie creerá lo que salga de aquí. Es más, hay que saber que el mentiroso lleva sobre sí, para siempre, la lacra de la mentira. Por eso, el cambio es imperativo si pretendemos que se nos escuche y se nos crea. Con los actuales responsables del Gobierno y con quienes se hayan manchado en su acción de gobernar, nunca tendremos una opción a ser creíbles.

Tampoco añaden nada las comparsas que acompañan en el soniquete. Comprueben el ridículo del Presidente del Consejo Europeo, alabando las medidas del señor Zapatero, mientras los mercados financieros atacaban sin piedad a la deuda española. En la mente de la izquierda cavernícola y retrógrada, esa que se quiere comer a los banqueros, cabe que exista una solución: prohibir los mercados, aunque no se sabe cómo redactar el decreto prohibitorio para que tenga eficacia.

En Libre Mercado

    0
    comentarios
    Acceda a los 2 comentarios guardados