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Osos y toros, en plena batalla campal

La semana pasada se produjo una batalla campal entre inversores alcistas (toros) y bajistas (osos). Ambos tienen sus razones para apostar fuerte.

La semana pasada se produjo una batalla sin cuartel entre toros y osos en los mercados de renta variable. En un hecho sin precedentes en su historia, el Dow Jones registró durante cuatro días seguidos movimientos alternativos de subidas y caídas superiores a los 400 puntos. La Bolsa española asistió a vaivenes similares, pasando del entorno de los 8.500 a cotizar por debajo de los 7.800 en dos días y rebotando a niveles precedentes en los dos siguientes.

Toros y osos son dos animales que representan en la bolsa dos tendencias compradoras contrapuestas. Por un lado, tenemos a los "toros", que son aquellos que consideran que el mercado subirá. Por otro, entre los "osos" encontramos a aquellos que estiman que los índices caerán. Por extensión, las tendencias generales en el mercado reciben expresiones que nacen de los mismos términos. Así, en inglés, un mercado alcista también es denominado bullish, mientras uno bajista, bearish.

De manera muy esquemática, existen dos estrategias básicas para obtener beneficios según sean las expectativas de cada inversor.

Si éste entiende que un instrumento financiero, una mercancía o un índice va a revalorizarse (toro), optará por comprar ese activo con la esperanza de su subida futura. Cuando ésta se produzca, realizará la venta y, con ella, los beneficios. No obstante, la compra no necesariamente tiene que ser al contado. Puede ser con pago aplazado o recurriendo al endeudamiento: si esperamos que vayan a revalorizarse bastante más las acciones que el tipo de interés del préstamo que solicitemos para comprarlas, puede ser un negocio redondo (y peligroso). Habremos necesitado un ahorro previo relativamente pequeño y la inversión restante provendrá de financiación ajena, con lo que las ganancias respecto del capital aportado (ese pequeño ahorro) pueden ser muy cuantiosas. En épocas como la actual, muchos con mentalidad de toro se están tirando de los pelos por no contar con la suficiente liquidez (o dinero prestado) para comprar, comprar y comprar.

En el argot, la puesta en escena de esta estrategia propia de un mercado alcista puede traducirse como ponerse "largo" en estos activos financieros y "corto" en dinero. "Ponerse largo" quiere decir, por tanto, establecer posiciones de compra o de acumulación de esos activos (las acciones en el ejemplo referido). Corto, por el contrario, refleja el deseo de desprenderse (o vender), de dejar de comprar si se estaba haciendo tal cosa o de comprometerse en firme a vender en el futuro el bien en cuestión (el dinero).

No sólo la estrategia al alza genera pingües beneficios si se detecta a tiempo. Los "osos" tienen su particular manera de ganar dinero. En tanto que consideran que el mercado va a caer, se pondrán cortos en esos títulos: los venderán inmediatamente (contribuyendo a la propia caída en el precio) para no tener más pérdidas o se comprometerán a su entrega en un momento futuro.

El compromiso de entrega futura se ejecuta mediante la recepción de un préstamo de las acciones que espera que caigan a cambio de devolverlas tras el periodo e intereses pactados. Si su expectativa es que caigan de precio más que dicho interés acordado, puede salir muy beneficiado: en el momento de recibir los títulos prestados, los venderá y obtendrá liquidez; volverá a adquirir éstos, en teoría a precios bastante más bajos, cuando culmine el plazo del contrato y esté obligado a entregar las acciones más los intereses.

Eso hace que paradójicamente los osos acaben siendo cruciales a la hora de fijar el suelo del mercado y hacerlo rebotar: contribuirán a hacer subir el precio, bien porque se vean obligados a comprar tras vencer el plazo, bien porque en el momento en que alcancen los beneficios esperados tras la caída acumulada, rápidamente entren a comprar acciones para realizarlos. Fijándose exclusivamente en el corto plazo, esto es, en el efecto a la hora de hacer caer los mercados y no en su efecto de sostén y rebote a medio plazo, el pasado jueves se prohibían las posiciones cortas o bajistas en ciertos activos financieros en España y otros países de la Unión.

Es en estas épocas bajistas cuando el dinero es más deseado. Dicho de otro modo, nos ponemos largos en dinero. Si creemos que los activos van a desplomarse, lo que tengamos de liquidez conviene conservarlo hasta que creamos que hemos tocado fondo y mutemos a nuestra mentalidad de toro. Por la misma razón, si estamos invertidos cuando empiezan a caer los precios, es interesante desinvertir y obtener liquidez lo antes posible para evitar más caídas (piénsese en el mercado inmobiliario en la actualidad).

La lucha que vivimos en los mercados la semana pasada fue tan encarnizada y caótica, no sólo en Wall Street, sino en el propio Ibex, debido a que osos y toros se enfrentaron con toda su virulencia. Una versión de por qué ambas posiciones son representadas por estas bestias viene de las luchas entre osos y toros organizadas en Inglaterra. De esta manera, el toro sería un enemigo mortal del oso. El oso, según esta explicación, reflejaría las posiciones cortas por el dicho "vender la piel del oso antes de cazarlo" (es decir, por sus posiciones cortas en osos). La segunda teoría de por qué hemos llegado a identificar toros y osos con los mercados viene de la forma que cada uno tiene de atacar a sus presas. Mientras que los toros embisten hacia arriba (al alza), los osos dan zarpazos hacia abajo (a la baja).

Pero ¿por qué precisamente fue tan virulento este choque? La explicación se encuentra en gran parte por la polarización de los inversores a la hora de especular sobre los futuros acontecimientos y ponderar la valoración relativa de las acciones. Dicho de otro modo ambos tienen fuertes razones para apostar por sus estrategias. Resumiendo mucho los argumentos de unos y otros nos encontraríamos con el siguiente cuadro:

A favor de los osos:

  • Posible default (impago) de deuda soberana que conduciría a espiral peligrosa de crisis en entidades financieras, encarecimiento relativo crédito, devaluaciones y pérdidas de mercados para exportadores hacia tales países, o bien rebote de la inflación si los bancos centrales acumulan malos créditos de forma masiva para sostener el precio de la deuda y dar respiro al sistema financiero.
  • Los sectores sobredimensionados durante el boom por el crédito fácil (construcción, consumo discrecional...) no encuentran sectores que les releven a la hora de hacer crecer la economía.
  • Los gobiernos siguen timoratos a la hora de emprender reformas más profundas. A eso se añadiría cierta inestabilidad social y la cerrazón por parte de sindicatos e izquierda radical, que siguen apostando por rigideces y regulaciones que hacen mucho más difícil la reestructuración y la recuperación de la economía.

A favor de los toros:

  • Las cotizaciones actuales son interesantes desde el punto de vista de la valoración de fundamentales (PER, PSR) si se comparan con las medias históricas. Más interesantes aún si se tiene en cuenta que tales fundamentales se están calculando con ganancias empresariales y crecimiento económico en momentos delicados.
  • La crisis ya dura 3 años: buena parte de las malas inversiones han sido purgadas; se han efectuado mejoras en la productividad y ajustes, recuperación de la liquidez, recapitalización y reducción del endeudamiento en empresas y familias.
  • Los gobiernos avanzan en reducción del déficit y en poner en orden las cuentas y se estima que hay voluntad de evitar lo peor. Países más saneados de Europa, Asia y Oriente medio parecen dispuestos a conceder crédito y capital a los más apurados.

Como se ve, unos y otros tienen sus razones y parecen buenas. La batalla por tanto previsiblemente seguirá hasta que el tiempo y los acontecimientos den la razón a unos u otros.

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