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Rubalcaba incluye en su programa el recetario económico del 15-M

El candidato socialista plantea más impuestos a los ricos y a los bancos; y mantiene el poder de los sindicatos.

Alfredo Pérez Rubalcaba ha decidido hacer un giro a la izquierda en su estrategia ante las Elecciones Generales del próximo 20 de noviembre. Aunque aún no hay un programa electoral definitivo, sí es posible adivinar por dónde respira el candidato socialista estudiando el documento marco que llevará a la conferencia política que el PSOE mantendrá en Madrid entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre.

Aunque en el documento de 144 páginas predominan las buenas palabras sobre las propuestas concretas, todo señala hacia la izquierda. De hecho, muchas de las ideas recogidas en esta especie de pre-programa electoral parecen sacadas de los manifiestos del 15-M. Rubalcaba ha decidido fiarlo todo a la parte de su electorado más militante. No es el primer candidato socialista que lo hace. Joaquín Almunia ya firmó un pacto con la IU de Francisco Frutos para intentar para al PP tras la primera legislatura. No es necesario recordar cómo le fue.

Más impuestos a los ricos

Hasta ahora, en lo que llevamos de campaña, la idea que más ha repetido Rubalcaba es la necesidad de aumentar los impuestos a los más ricos. En vez de alentar a los grandes inversores a que traigan su dinero a España, el PSOE está decidido a gravar las rentas de aquellos que han conseguido reunir un patrimonio importante a lo largo de su vida. No se sabe la cantidad exacta a partir de la que se comenzará a cobrar (se han manejado cantidades que van desde los 600.000 a los 1,5 millones de euros), pero sí es evidente la voluntad del candidato. De hecho, se espera que el Consejo de Ministros del próximo viernes recupere esta figura impositiva, algo que servirá de bandera de enganche ante las elecciones.

El Impuesto de Patrimonio es un tributo que acaba recayendo sobre las clases medio-altas, y que las grandes fortunas suelen eludir (bien estableciendo su residencia en otros países o asociando sus bienes a sus sociedades). Además, su impacto recaudatorio es prácticamente nulo. Pero ello no es óbice para que Rubalcaba y el 15-M pidan su recuperación: la retórica anti-ricos (como si fuera algo malo ganar dinero) siempre funciona (debajo, texto de la propuesta del documento marco del PSOE sobre esta cuestión)

163. Promoveremos una nueva fiscalidad orientada a un mejor reparto de la carga impositiva, de forma que los que más tienen contribuyan de forma más visible a la financiación de las políticas de crecimiento y cohesión social.

164. El Gobierno decidió, en 2008, suspender la aplicación del impuesto de patrimonio. Fue una decisión adoptada en un contexto diferente del que ahora vivimos. En estos momentos, es imprescindible adoptar decisiones que proporcionen recursos para poder financiar con rigor las medidas de impulso al empleo que queremos poner en práctica en la nueva legislatura. Igualmente, es imprescindible, por estrictos criterios de justicia, que el coste de la crisis y de la salida de ella sea asumido, en forma singular, por los que más tienen. En consecuencia, crearemos un nuevo impuesto sobre las grandes fortunas (...)

Impuesto a la banca

Si la llamada a cobrar más a los ricos tiene especial querencia entre el electorado más izquierdista, qué decir tiene de un impuesto a la banca. Rubalcaba ha decidido señalar al sistema financiero como culpable de todos los males que aquejan al país, como si la legislación de su Gobierno o la banca pública (cajas) no hubieran sido más que anécdotas. En esto, de nuevo, se asemeja al 15-M, al que le une la petición de un "impuesto" a la banca y de la instauración de la dación en pago y la eliminación de las llamadas "cláusulas abusivas" (en este sentido, en el apartado 242 del documento hace un indisimulado guiño a la paralización de los embargos hipotecarios que se ha convertido en una de las banderas indignadas).

Además, el candidato socialista pide que se proteja a las "cajas de ahorros" por su compromiso social y su capilaridad pública, en la línea con los indignados que abogan por la instauración de una banca pública.

Lo que no dice el documento del PSOE es que todas estas disposiciones encarecerán el crédito bancario y restringirán la financiación de familias y empresas. Tampoco ataca en ningún caso a algunos de los clásicos privilegios del sector, ni se pregunta qué papel ha podido jugar el regulador público y el emisor monopolístico (BCE) en la formación de la crisis. Sus propuestas más destacadas en este campo son:

230. También, en el marco de la Unión Europea, proponemos establecer una tasa sobre las transacciones financieras que permita frenar la especulación en el sistema financiero y estabilizar a los mercados. Y para hacer frente al papel desestabilizador que supone el oligopolio de las agencias de rating, vamos a plantear a nivel europeo contar con evaluaciones alternativas del riesgo soberano.

234. Un sistema financiero que, en todo caso, puede y debe defender la actividad de las cajas de ahorros por su compromiso social y su capilaridad en el territorio nacional.

236. (...) estableciendo un impuesto sobre el balance de las entidades financieras. Se trata de pedir un esfuerzo a las empresas que más beneficios han obtenido en el anterior ciclo expansivo para ahora promover la recuperación del empleo.

243. Procederemos a revisar el régimen hipotecario con el fin de equilibrar la posición de las partes: garantizando la independencia de las tasadoras, estudiando la dación en pago como forma de liquidación de la deuda; prohibiendo, como forma de publicidad ilegal, aquella que presente las condiciones de los créditos u otras operaciones financieras en distinto relieve o diferentes tipos de letra; estableciendo tipos máximos para los intereses de demora.

Poca flexibilidad laboral y poder para los sindicatos

Sin duda, uno de los retos de la economía española es la modernización de su mercado laboral, que permita a las empresas contratar con más facilidad (y reducir de esta manera los casi cinco millones de parados con los que acaba el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero). De nuevo, Rubalcaba mira a la izquierda y rechaza cualquier propuesta de flexibilización de la legislación laboral. En este apartado es donde el documento del PSOE se recrea más en las bonitas palabras y menos propuestas concretas hace. Y esto también puede ser signo de preocupación, puesto que, al igual que los indignados, parece que al candidato socialista no le parece mal la actual estructura laboral. Aquellos se quedaban con propuestas de reparto del tiempo y reducciones de jornada (es decir, encarecer el coste del factor trabajo en un momento de crisis); Rubalcaba se limita a hacer consideraciones genéricas sobre la necesidad de recuperar el diálogo, explorar nuevas fórmulas y conseguir acuerdos favorables para todas las partes.

Y a lo largo de todo el epígrafe dedicado a estas cuestiones, se suceden las menciones a los sindicatos (se habla de la sensación agridulce de la reforma laboral por la Huelga General que produjo), a la desigualdad en las negociaciones entre trabajadores y empresarios y se recalca el papal fundamental de las centrales en todo el proceso de negociación laboral. Vamos, que ni una palabra de un cambio radical en un esquema que ha provocado una tasa de paro que dobla a la de la UE.

De hecho, Rubalcaba habla incluso de conseguir un pacto global de rentas que "contemple una evolución de las rentas, precios y márgenes coherente con la marcha de la economía". Vamos, que suena a las peticiones de control de precios y limitación de beneficios empresariales que siempre ha reclamado la izquierda más radical.

Y por cierto, una curiosidad: en el programa marco del PSOE sólo se menciona la palabra "empresario" tres veces (y en dos de ellas con tintes claramente negativos). Eso sí, "emprendedor" aparece en nueve ocasiones (como si no fuera lo mismo).

267. En los tres últimos años, el terreno del debate ideológico tiene un campo de batalla bien definido: el mercado de trabajo. Los argumentos son conocidos: contrato único, flexibilidad absoluta –en contratación, en condiciones, en extinción-, exclusión de los convenios de sector, eficacia limitada de los convenios, acuerdo directo entre empresario y sus trabajadores. También, reducción de las cotizaciones empresariales a la seguridad social. También, sustitución creciente de relaciones de trabajo por modalidades de relaciones de servicios de trabajadores autónomos. También, marginación, exclusión, demonización de los sindicatos.

269. Pero, en el ámbito mismo de las relaciones de trabajo, hay espacio para, aceptando los cambios que la nueva realidad impone, someterlos a reglas que, con la fuerza de la ley, equilibren la situación desigual de empresarios y trabajadores/as, que protejan los derechos de estos últimos (...).

270. Este es el espacio que, durante los últimos años, se ha explorado por el gobierno y los interlocutores sociales. Así se ha hecho con la pretensión de ofrecer soluciones compartidas a una situación que, por radicalmente nueva, requiere también cambiar la perspectiva pero que no pueden resolverse rompiendo el equilibrio de las partes, fruto de tantos años de conflictos y consensos.

278. Sólo tiene sentido, sin embargo, desde el acuerdo y el consenso entre los interlocutores sociales. Alcanzarlos exige sindicatos responsables pero también reconocidos y respetados: en el acuerdo y en la discrepancia, son una referencia inexcusable para entender e incorporar las transformaciones en la vida diaria.

279. En ese acuerdo, es necesario abordar un gran pacto global de rentas, con participación del sector público y del sector privado, en el que intervengan todos los agentes y en el que se contemple una evolución de las rentas, precios y márgenes coherente con la marcha de la economía.

Eurobonos y ataque al déficit cero

Donde hay más diferencias entre lo que propone el candidato socialista y los indignados es en la cuestión de la estabilidad presupuestaria. El candidato socialista no ha podido evitar dar su aprobación a la reforma constitucional que ha incluido en la Carta Magna la exigencia de estabilidad presupuestaria. Evidentemente, no podía rechazar una propuesta que su partido acaba de votar hace apenas unos días en las Cortes Generales.

Eso sí, desde el día de la votación, el ex ministro del Interior no ha dejado de repetir que él "no hubiera hecho esa reforma", distanciándose tanto de Zapatero como de Rajoy. En un nuevo guiño a la empresa, Rubalcaba quiere aparecer como alguien obligado a aceptar un pacto que él nunca hubiera firmado. Incluso en la peligrosísima situación de las finanzas públicas españolas, al candidato no le importa atacar con dureza al PP por lo que el denomina como su "dogma" acerca del déficit cero y deja todos sus compromisos en esta materia en un comentario genérico sobre su compromiso sobre la estabilidad a largo plazo y en función del ciclo económico. De hecho, incluso en la formulación de su planteamiento de "austeridad inteligente" aparece el fantasma del discurso clásico socialdemócrata que aboga por el déficit público como mejor forma de salir de las recesiones (incluso a pesar de los problemas que causa a los países endeudados).

En cuánto a la alternativa para evitar la quiebra de los países periféricos europeos (entre los que está España), Rubalcaba aboga por la solución menos comprometida para el Gobierno español. El PSOE pide la aprobación de los Eurobonos: es decir, el reparto de las responsabilidades entre todos los países de la Eurozona, para que aquellos que han incumplido con sus obligaciones en el gasto público puedan beneficiarse, sin necesidad de hacer ajustes, de la buena nota crediticia de Alemania, Holanda o Finlandia.

155. (...) Durante sus años de gobierno, la derecha convirtió un principio de buen gobierno razonable en el dogma del déficit cero, con la intención de utilizarlo como pretexto para justificar recortes en el Estado del Bienestar. Con la llegada al gobierno, los socialistas aprobamos una nueva Ley de Estabilidad Presupuestaria y recuperamos el sentido económico del principio de estabilidad presupuestaria a lo largo del ciclo económico, en línea con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE.

232. Además de reforzar los compromisos de estabilidad presupuestaria a nivel nacional, proponemos crear un instrumento de deuda común, un Tesoro europeo, con capacidad para emitir eurobonos. Unos Eurobonos avalados por todos los países miembros aportarán estabilidad y confianza a la zona euro, al tiempo que pueden permitir hacer frente a importantes proyectos de inversión a nivel comunitario.

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