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OBITUARIO

Manuel Jesús González, en el recuerdo

    

El pasado miércoles falleció en Madrid Manuel Jesús González, catedrático de Economía, académico de la Historia y, desde hacía ya seis años, presidente de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid. Era un economista brillante y un gran intelectual, en el mejor sentido del término. Pero para mí era, ante todo, un amigo. Un amigo con quien compartí muchas cosas a lo largo de los últimos treinta años. En sus propias palabras, que guardo en la dedicatoria de uno de sus libros, un "compañero de fatigas en la lucha por la libertad"

Conocí a Jesús, si no me falla la memoria, el año 1977, en el seminario sobre metodología e historia del pensamiento económico que dirigía Pedro Schwartz, y al que asistía otro amigo común, también colaborador habitual de este periódico, Carlos Rodríguez Braun. Más tarde preparamos, casi al mismo tiempo, nuestras oposiciones a cátedra. Jesús era unos años mayor que yo; pero había hecho muchas cosas en la vida antes de dedicarse plenamente a la universidad. Cuando ingresó en la Facultad de Ciencias Económicas se había titulado ya como ingeniero técnico; y antes de ser catedrático había ganado las oposiciones al prestigioso cuerpo de economistas del Estado y trabajado en la dirección de la política económica española en la década de 1970. Y, por si no hubiera hecho bastantes cosas, también dedicó mucho tiempo a la actividad política, llegando a desempeñar el cargo de Secretario de Estado de Universidades cuando era ministra de educación Esperanza Aguirre, con la que le unía una larga y profunda amistad.

Cuando se orientó a la vida académica tuvo la fortuna de contar con un magnífico director de tesis, Pedro Schwartz. Con él trabajó en un tema que relacionaba el análisis económico con la historia contemporánea de España, sus dos grandes intereses intelectuales. Estudió, en concreto, la economía del régimen de Franco, con especial énfasis en el Plan de Estabilización de 1959, que cambió de forma muy significativa la forma de hacer política económica en España; y que, en los últimos tiempos, ha vuelto a cobrar actualidad, dada la necesidad que tiene hoy la economía española de adoptar políticas de austeridad e introducir reformas profundas que tienen, sin duda, más de un punto en común con lo que se hizo en 1959.

Para llevar a cabo su proyecto, además de realizar un exhaustivo trabajo de documentación, mantuvo largas entrevistas con muchos de los protagonistas de la vida política y económica de la época; y contaba a menudo que disponía de muchos materiales para escribir una obra extensa sobre los economistas españoles en la época de Franco. Un libro, que, por desgracia, ya no verá la luz. Pero publicó otros trabajos importantes en esta línea, como su historia del Instituto Nacional de Industria –en colaboración con Schwartz- y su excelente libro sobre la economía del franquismo (1940-1970). En él analizaba la figura del general con una metodología nueva entonces en España en este tipo de estudios: la consideración de los gobernantes – Franco en este caso- como maximizadores de utilidad bajo restricciones, siendo el objetivo a maximizar la permanencia en el poder. Estos trabajos y muchos otros sobre la historia de las doctrinas económicas, especialmente referidos a España, le abrieron con todo merecimiento el año 2004 las puertas de la Real Academia de la Historia.

Pero, por grandes que fueran sus éxitos profesionales y académicos, lo que más destacaba en Jesús González eran sus ganas de vivir, su nobleza de espíritu y su energía. Pocas personas he conocido con mayor bonhomía y vitalidad. Por ello su familia y sus amigos hemos sentido tanto que haya desaparecido de nuestras vidas. Y el momento ha llegado pronto, demasiado pronto.

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