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Carlos Rodríguez Braun

Sátrapas

No es “lo público” del Estado del Bienestar lo que lo convierte en intocable bandera, sino lo político. Y por eso los políticos se parten el pecho por la sanidad y la educación públicas.

No es “lo público” del Estado del Bienestar lo que lo convierte en intocable bandera, sino lo político. Y por eso los políticos se parten el pecho por la sanidad y la educación públicas.

Según Felipe González, los del PP quieren privatizar la sanidad, y por eso son "sátrapas".

Aparte de su sentido original de mandatario persa, se utiliza coloquialmente la palabra sátrapa para definir a un "hombre sagaz, que sabe gobernarse con astucia e inteligencia, o que gobierna despóticamente". Además del divertido ejercicio que puede comportar la redacción de una lista con los nombres de políticos de izquierdas que vienen a la memoria tras leer esas palabras en el DRAE, cabe concluir que a González no le puede parecer mal privatizar en general, sino en particular la sanidad. Esto se deduce de que no pocos mandatarios socialistas han privatizado si han creído que les convenía, empezando por el propio González y terminando por Smiley.

Pero ¿por qué no fue escandaloso privatizar el INI y en cambio sí lo es privatizar la sanidad? Hombre, dirá usted, una empresa pública no es igual que el Estado del Bienestar. Y sin embargo, la relevancia, bondad y progresismo que se conceden hoy a la sanidad pública se concedían a las empresas públicas hasta no hace mucho tiempo, y se argumentaba que eran fundamentales para el empleo, para la justicia y la prosperidad de España en general y de alguna de sus regiones en particular, y hasta para la soberanía nacional. A los que pedíamos su privatización, mire usted por dónde, nos consideraban sátrapas los mismos socialistas que pocos años después las privatizaron.

No es "lo público" del Estado del Bienestar lo que lo convierte en intocable bandera, sino lo político. La legitimidad de la coacción política y legislativa aún es apreciable en ese campo, y por eso los políticos se parten el pecho por la sanidad y la educación públicas, no porque sean personas buenas y generosas –virtudes que, por cierto, y como sucede con todas, son incompatibles con la coacción, que es imprescindible para el Estado del Bienestar–. Llegado el caso, todas las banderas podrán ser arriadas y sustituidas por otras total o parcialmente, como hicieron los propios socialistas al promover las pensiones privadas en tiempos, mire usted por dónde, de Felipe González.

Y hablando de mirar, mire usted hasta qué punto la política comporta la distorsión de la realidad, desde las ficciones más tibias hasta las mentiras más descaradas. Lo que afirma González es que el PP quiere privatizar la sanidad, cuando es triste y clamorosamente evidente que no lo quiere hacer.

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