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José Berdugo

Políticos metidos a banqueros

¿Qué pasa cuando los políticos se meten a banqueros? Que no sirven ni como banqueros ni como políticos. Las personas que tienen que decidir si a los bancos les hace falta más capital no tienen ni la más remota idea de cómo funciona un banco.

¿Qué pasa cuando los políticos se meten a banqueros? Que no sirven ni como banqueros ni como políticos. Llevamos ya varios años a vueltas con la solvencia de los bancos europeos y las personas que tienen que decidir si a los bancos les hace falta más capital no tienen ni la más remota idea de cómo funciona un banco. Las consecuencias saltan a la vista. Las medidas que toman para reforzar el sistema financiero no son las adecuadas. Más aún, ni siquiera los indicadores que usan para medir la solvencia de los bancos son suficientes. Hace poco les hablé de la caída de Dexia y nadie la vio llegar. Dexia no era una pequeña PYME era un bancazo con más de 500.000 millones de euros de activos, uno de los grandes. Es un mal indicio que una entidad semejante haya caído sin previo aviso tras pasar holgadamente los test de estrés de julio pasado –apenas un par de meses antes de su abrupto final– afirmando entonces ser una entidad de gran solvencia a la que no le hacía falta más capital. Está claro, pues, que el método elegido para ver la fortaleza no es el adecuado o, cuando menos, es insuficiente.

La medida que más se utiliza actualmente para conocer la solvencia de los bancos es el ratio de core capital que establece una relación entre los recursos propios de una entidad y sus activos. Este indicador ha sido creado por el Banco de Pagos Internacionales (BIS en sus siglas anglosajonas) que tiene su sede en la ciudad suiza de Basilea. En primer lugar se establecen diferentes categorías dentro de los recursos propios dándole más valor a aquellos que la entidad tiene menos obligación de devolver a los que los aportaron. Así, los más cotizados son las acciones y las reservas de las que dispone la entidad. Ahora viene la parte que más condiciona el indicador, los activos ponderados por su riesgo. A cada activo con el que cuenta la entidad se le asigna una ponderación en función de una tabla de riesgos. De esta manera se le da más peso a aquellos activos que se consideran más arriesgados y se considera que algunos activos no tienen riesgo alguno. Es aquí donde el método elegido tiene su punto más débil ya que se considera que las deudas de los estados miembros de la Unión Europea no tienen ningún riesgo. 

Lo que le pasó a Dexia es que sus activos ponderados por riesgo eran bajos porque le prestaba dinero principalmente al sector público, que se consideraba no tenían ningún riesgo. Por lo tanto su ratio de solvencia era muy bueno, es más, Dexia aparecía como la duodécima entidad europea con mayor solvencia, muy por delante de los grandes bancos españoles. Obviamente fue un error. La ponderación de los activos en base a su riesgo es algo bueno si sabemos cuál es el riesgo de un activo, si no, no sirve de nada. Sin embargo, en Dexia nadie se fijó en lo importante, si tenían dinero suficiente para hacer frente a sus compromisos que al final es por lo que quiebran los bancos, bueno, cualquier empresa. Quizá sería una buena idea estudiar qué es lo que tiene cada banco con un valor muy seguro –pero seguro de verdad– y ver si cubre lo que tiene que pagar en el futuro cercano. La buena noticia es que desde hace tiempo el BIS propone dos nuevos indicadores –el ratio de cobertura de liquidez y el de financiación estable– que miden la capacidad de los bancos para pagar sus compromisos. Lo malo es que los del BIS ya no pintan lo que pintaban sino que son los políticos metidos a banqueros los que, presas del pánico, van a decidir lo que tiene riesgo y lo que no y cuántos recursos propios tienen que tener. Ahora parece que van a casi duplicar los recursos propios necesarios y van a tocar la consideración de riesgo de los activos, pero poco.

Si finalmente deciden incrementar los recursos propios necesarios –si elevan el ratio core capital del 5% al 9%– tendrá un impacto más que importante en la actividad de los bancos y de toda la economía. En primer lugar, los bancos tendrán aún menos incentivos para prestar dinero y preferirán guardar lo que tengan en lugar seguro y no correr ningún riesgo, así no pondrán en problemas sus recursos propios. Por otra parte, tratarán de deshacerse de los activos que mayor ponderación de riesgo tengan de manera que el denominador del ratio sea más pequeño y, por lo tanto, el ratio mejor. Esto es algo que ya están haciendo algunos bancos. Conclusión, en una sociedad fastidiada por la falta de crédito habrá aún menos dinero disponible.

Sin embargo, el mayor problema de poner a los políticos metidos a banqueros a resolver el problema es que van a dedicarse a echar balones fuera. Por supuesto no tendrán en cuenta que el mayor problema de los bancos es que quien les debe más dinero no está claro que les vaya a pagar. ¿Por qué? Porque son los estados los que más dinero les deben. Los estados dirigidos por los mismos que quieren arreglar los bancos. Eso a mí me resulta muy sospechoso, llámenme raro. Lo que hace falta es que los estados arreglen sus problemas en lugar de apuntar con el dedo a sus acreedores. Lo primero es reducir drásticamente el gasto público, dar por terminada la fiesta y prepararse para pagar la factura. En algún caso extremo, esos en los que la fiesta ha sido monumental, habrá que subir los impuestos, habrá que pedirle a los de la fiesta que pongan más porque se han dejado llevar. Lo que no parece justo es decirle al que puso las copas o la música que la culpa es de ellos. Primero arreglamos al que debe dinero y luego ya veremos si al que se lo deben le sigue haciendo falta ayuda. Sin embargo, no creo que nuestros políticos-banqueros se arranquen con ese ataque de honestidad y empiecen a pensar en la generación de sus hijos, o incluso en la de sus nietos, y no en la frase ocurrente en contra de ricos o banqueros que dirán por la tele este fin de semana para ganar un puñado de votos.

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