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Manuel Fernández Ordóñez

¿Volverán las oscuras nucleares...?

Cuando mis hijos me pregunten qué hice yo cuando quisieron cerrar las centrales nucleares podré decir que hice algo, que al menos protesté, aunque fuera ladrarle a la luna.

Cuando mis hijos me pregunten qué hice yo cuando quisieron cerrar las centrales nucleares podré decir que hice algo, que al menos protesté, aunque fuera ladrarle a la luna.

Una de las causas de la penosa situación en la que nos encontramos recae, sin duda, en el profundo relativismo que nos asola. La ausencia de un marco absoluto propicia que cada observador vea las cosas según su propio prisma y carezca, además, de la "fórmula" para poder cambiar de un sistema de referencia a otro (que ya fue dada por Galileo, por cierto). Si a esto unimos una buena dosis de wishful thinking, la receta se convierte en desastrosa. El wishful thinking consiste en comportarse acorde a cómo crees que debería ser el mundo, actúas según tus deseos, pero obvias por completo la realidad que te rodea. Así, si yo creo que la gente debe ser eficiente y ahorrar energía, propondré que los problemas energéticos del mundo pueden arreglarse mediante la eficiencia y el ahorro porque en mi mundo ideal así sería. La realidad es que nadie ahorra y la eficiencia es muy compleja y cara. Pero me da igual, yo lo creo, es mi wishful thinking y actuaré en consecuencia. Esta forma de pensar es especialmente destructora cuando se traslada al ecologismo (que no ecología) radical y se mezcla con su mantra "piensa global, actúa local". Como creen que las renovables son la solución, proponen un mundo 100% renovable y, además, lo "demuestran" con números y estudios. Luego resulta que el mundo va por otro sitio y la culpa es de los malvados humanos ególatras y derrochadores que no se adhieren a la causa común y deben ser reeducados. Eso en el mejor de los casos, porque puede que se encuentre usted con un Malthusiano que le sugiera, directamente, que en la Tierra somos muchos y usted sobra (curiosamente ellos no sobran nunca).

Tomemos como ejemplo el caso alemán. El ecologismo germano vivía plenamente convencido de que un apagón nuclear podría ser compensando, sin ningún género de duda, con energías renovables. Muchos nos hemos desgañitado, hemos gritado, nos han salido ampollas en los dedos de teclear que eso era rotundamente falso. Que estaban confundiendo deseos y realidad. Se nos quiso convencer, además, de que el cierre de las centrales no aumentaría las importaciones de electricidad ni supondría un aumento en el precio de la misma. Esto, sinceramente, ya dejaba atrás incluso la categoría de wishful thinking para entrar en la de auténtica memez. Al menos, cuando mis hijos me pregunten qué hice yo cuando quisieron cerrar las centrales nucleares podré decir que hice algo, que al menos protesté, aunque fuera ladrarle a la luna.

Han pasado ya casi ocho meses desde que Alemania cerrara ocho de sus reactores nucleares. ¿La realidad? El precio de la electricidad se ha incrementado y Alemania ha pasado de ser netamente exportadora a netamente importadora de electricidad, especialmente de electricidad nuclear proveniente de Francia. Hasta aquí únicamente problemas económicos, algo que a los del wishful thinking medioambiental les suele traer sin cuidado por tratarse de sucio dinero capitalista. En un escenario de crisis financiera, crisis de deuda y estancamiento en el crecimiento, al resto de la población no nos da igual que se siga destruyendo empleo por la subida en los precios de la electricidad y el desequilibrio en la balanza de pagos.

Sin embargo, los miembros con más raciocinio en el seno de ciertos movimientos ya se están empezando a dar cuenta del espectacular error de cálculo que han cometido. Algunos representantes verdes ya están comenzando a alzar la voz para denunciar que Alemania incrementará en 25 millones de toneladas sus emisiones de CO2 este año. La realidad es que los reactores que se han desconectado están en la zona más industrializada de Alemania, que deberá construir un número no despreciable de centrales de gas o carbón para compensar el cierre, según el antiguo comisario para el clima de la German Physical Society. ¿De verdad pensaban que lo iban a hacer con renovables? Wishful thinking.

Se argumenta con asiduidad que las centrales nucleares son un enemigo para el desarrollo de las energías renovables. Las nucleares y las renovables, en realidad, deben caminar juntas para resolver el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si el problema real que hay que combatir es el cambio climático, la energía nuclear es una parte muy importante de la solución, indispensable e insustituible, de hecho. Sin embargo, muchas veces parece que el problema no es el cambio climático, sino la energía nuclear, ¿no lo creen?

Algunos ambientólogos alemanes pensarán "yo no pedía el cierre de las nucleares para esto", "si cerrar las nucleares implica emitir más CO2 cada año, no quiero que se cierren". Demasiado tarde, muchas veces dejarse arrastrar por el wishful thinking de otros es un proceso irreversible. ¿Volverán los verdes alemanes a pedir la reapertura de sus reactores nucleares? Si el problema es el cambio climático, deberían hacerlo. Pero a mí, últimamente, me tienen despistado. ¿No será que les preocupa más su victoria moral histórica contra el átomo que el cambio climático?

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