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Europa se debate entre monetizar deuda periférica o romper el euro

La nueva compra de bonos del BCE calma la prima de riesgo de Italia, pero es temporal. Europa debate monetizar deuda periférica o romper el euro.

La nueva compra de bonos del BCE calma la prima de riesgo de Italia, pero es temporal. Europa debate monetizar deuda periférica o romper el euro.

El BCE ha retrasado la agonía italiana, al menos un día. En la mañana de este jueves, la prima de riesgo de los bonos españoles a diez años superaba los 420 puntos básicos, un nuevo máximo de la zona euro, mientras que los franceses escalaban hasta los 166, arrastrados por la grave tensión que sufre el mercado italiano de deuda, cuya prima de riesgo se mantenía en los 560 puntos básicos en la apertura de la sesión.

Sin embargo, las aguas se han calmado un poco tras la intervención extraordinaria, una vez más, del Banco Central Europeo (BCE). La entidad monetaria ha comprado bonos italianos, relajando así su prima de riesgo y, por consiguiente, la alta tensión existente. Sin embargo, este tipo de compras son meros parches, de eficacia muy limitada y temporal. Por ello, en las últimas horas se han disparado las presiones desde todos los frentes -tanto en el ámbito económico como político- para que, finalmente, el BCE comience a monetizar deuda periférica de forma masiva, imitando así los programas (quantitative easing) puestos en marcha por la Reserva Federal de EEUU (FED).

El problema es que tanto Italia como España son países demasiado grandes para caer (arrastrarían consigo al sector financiero europeo), y también para ser rescatados (por el momento, no hay dinero suficiente para ello): el actual Fondo de rescate europeo (EFSF, por su siglas en inglés) apenas cuenta con unos 250.000 millones de euros disponibles, una cuantía del todo insuficiente para cubrir las enormes necesidades de refinanciación de ambos estados; Alemania sigue rechazando la posibilidad de aportar más garantías para reforzar el Fondo, ya que el peso del rescate recaería básicamente sobre los hombros de los contribuyentes germanos; y, aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) lleva varias semanas negociando a puerta cerrada ampliar su capacidad de préstamos mediante la aportación de recursos adicionales por parte de sus miembros (países emergentes, sobre todo, tales como China, Brasil, Rusia o India), de momento tampoco hay nada cerrado; por último, la puesta en funcionamiento del Fondo permanente de rescate, previsto para mediados de 2012, amenaza con retrasarse.

Así pues, y puesto que casi nadie espera que los países en problemas desmonten de golpe sus respectivos estados de bienestar y pongan en marcha las reformas precisas -no realizadas en los años previos- para recuperar la confianza de los mercados, el consenso entre la mayoría de analistas, políticos y bancos es que tan sólo queda una opción para evitar la ruptura de la zona euro (quiebra y salida desordenada de países miembros): que el BCE ejerza de prestamista de última instancia y comience a monetizar de forma masiva bonos periféricos.

Cameron y el Deutsche Bank

De entre todas las opiniones vertidas al respecto, destacan dos: la del primer ministro británico, David Cameron, y la del banco germano Deutsche Bank.

Tras conocerse que Francia y Alemania llevan meses estudiando la posibilidad de crear una zona euro más reducida, lo cual implicaría la salida de algunos de sus actuales estados miembros (los ya rescatados más España e Italia), Cameron señaló este jueves ante un grupo de líderes empresariales en Londres que Reino Unido se está preparando para "cualquier eventualidad", incluyendo la ruptura de la moneda única. "Italia es el tercer país más grande de la zona euro. Su estado actual es un peligro claro y presente para la zona euro y el momento de la verdad se acerca. Si los líderes de la eurozona quieren salvar su moneda tienen que actuar ahora, porque cuanto más se tarde mayor será el peligro".

En concreto, Cameron avanzó que la única opción para salvar la situación es una actuación por parte del BCE, convirtiéndose en prestamista de última instancia, algo que apoya París, pero que sigue rechazando frontalmente Berlín, al menos por el momento.

Por otro lado, grandes bancos como Barclays, Goldman Sachs o la patronal bancaria española al completo insisten en la necesidad de que el BCE compre deuda de forma masiva, y así evitar la ruptura de la Unión. Esta opinión es generalizada en el sector financiero, pero llama la atención que hasta el propio Deutsche Bank, una de las entidades más influyentes de Alemania, contemple ya esta salida. En un reciente informe, abre la puerta a que el BCE opte por la monetización masiva de deuda, dada la insuficiente capacidad del actual Fondo y la escasa credibilidad que ha cosechado la intención de reforzarlo mediante su apalancamiento.

Mercados secundarios

Además, indica que el BCE podría eludir la prohibición explícita de comprar bonos, establecida en los tratados fundacionales de la UE, si, como sucede hasta ahora, sigue adquiriendo deuda en los mercados secundarios (sin comprarla directamente a los gobiernos), sólo que multiplicando el volumen de compras. En este sentido, apunta a la posibilidad de adquirir unos 200.000 millones de euros de bonos italianos que, sumados a los 250.000 millones del EFSF, servirían para mantener en pie al país durante los próximos 12 ó 18 meses. El riesgo de inflación es, hoy por hoy, irrelevante, dada la contracción crediticia que se avecina, indica: "La inflación no es el problema número uno de Europa en estos momentos. La presión deflacionaria debería ser la principal preocupación".

Aún así, la ayuda estaría condicionada a la realización de un profundo programa de ajustes y reformas estructurales por parte de Italia. Por último, la zona euro debería avanzar más rápido hacia la integración económica y fiscal, lo cual implica, ni más ni menos, que la pérdida de soberanía, modificando los actuales tratados fundacionales.

Por ello, el banco concluye que, dada la crítica situación existente, el Consejo Europeo otorgará al BCE un nuevo mandato en los próximos días para que intensifique sus intervenciones en los mercados de deuda. Éste es, precisamente, el intenso rumor que recorre los mercados europeos en las últimas horas, desde el momento en el que la deuda italiana sobrepasó el punto de no retorno.

Por segundo día consecutivo, el comentario más extendido entre los operadores es que en cualquier momento se puede producir una reunión extraordinaria del BCE, en la que anunciarían la adopción de medidas extraordinarias. En concreto, se habla de la posibilidad de que la entidad compre de forma ilimitada bonos italianos tras la formación del nuevo Gobierno en Roma, barajándose incluso cifras de hasta 1 billón de euros. Los consejeros del BCE preguntados sobre esta cuestión no han hecho declaraciones al respecto, asegurando que "ni hoy ni mañana" se producirá tal reunión.

La llegada de Draghi

Pero Deutsche no es el único que piensa en esta opción. JPMorgan también lo tiene claro. De hecho, el analista de la entidad Michael Cembalest advierte de que el proceso ya ha comenzado, aunque no de forma tan explícita.

"Hasta la fecha, eso es lo que el BCE ha hecho: de los 1,1 billones de euros extendidos a los bancos europeos y gobiernos [líneas de liquidez y compra de bonos] 970.000 millones han sido proporcionados por el BCE". A ello se suma, además, las recientes renuncias de Axel Weber y Jürgen Stark en el seno de la institución, los halcones alemanes favorables al mantenimiento de la ortodoxia monetaria, y la llegada de Mario Draghi como presidente del BCE, que ha terminado de abrir de par en par esta opción. Así pues, tan sólo cabe esperar una respuesta aún más firme del BCE en este ámbito, según la entidad: la monetización masiva de deuda periférica.

Y es que, en caso contrario, hoy por hoy la zona euro se enfrenta a la ruptura: quiebras y salida del euro. Aunque dicha propuesta haya sido estudiada por Francia y Alemania, la reacción ha sido inmediata: Berlín y París niegan esta posibilidad, al tiempo que todas las autoridades de la UE rechazan la opción.

¿Que pasará?

Hoy por hoy existen varias opciones abiertas, según Juan Ramón Rallo: "[...] puesta en marcha inmediata del Fondo Europeo de Rescate con participación muy intensa del FMI [...] aprobación de los eurobonos [...] monetización masiva de deuda por parte del Banco Central Europeo [...] ruptura del euro en dos monedas: un euro fuerte -en el que estarían Alemania, Holanda, Finlandia, Austria, Luxemburgo -y tal vez Francia- y un euro débil que incluyera a todos los periféricos –y tal vez Francia– que se devaluará entre un 30% o 40% con respecto al euro fuerte [...] suspensión de pagos desordenada de países y regreso a las divisas nacionales con sus correspondientes devaluaciones [...] Las salidas no son incompatibles y creo, de hecho, que terminaremos pasando por todas ellas", señala.

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