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Bruselas quiere imponer la nueva UE sin necesidad de ratificación ni referéndum

Más allá del contenido de la reforma, existe una importante cuestión formal. Bruselas pretende aprobarla sin consultar a los europeos.

Los líderes europeos ya cuentan con un borrador oficial encima de la mesa de cara a las complejas negociaciones que tendrán lugar en la cumbre europea del próximo viernes, calificada como trascendental para el futuro de la moneda única. Hasta el momento, las posturas siguen enfrentadas, no tanto sobre la necesidad de avanzar hacia una mayor unión fiscal y económica para poner bajo un control más estricto a los socios comunitarios, sino más bien sobre los mecanismos financieros para reforzar la capacidad de rescatar países y bancos en problemas.

Tales divergencias se resumen en las posturas que mantienen, por un lado Alemania y sus socios más solventes (Holanda, Finlandia y Austria) y, por el otro, el resto de estados miembros, pese a la rendición formal de París a la tesis germana. Así, los principales puntos a discutir se resumen en seis, las cuatro primeros gozan de un amplio consenso, mientras que los dos últimos escenifican las contradicciones existentes entre Berlín y Bruselas:

  1. Imposición de sanciones: se pretende reforzar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (déficit máximo del 3% y deuda del 60% del PIB) para imponer sanciones automáticas a los países incumplidores. Y ello, sin necesidad de un voto unánime por parte de los socios miembros como sucedía hasta ahora, ya que tan sólo se requerirá una mayoría del 85%.
  2. Regla de oro: todos los estados miembros de la UE, pero en especial de la zona euro, deben incluir en sus respectivas constituciones límites uniformes sobre la deuda y el déficit público, tal y como aprobó ya España.
  3. Mayor supervisión fiscal: Bruselas podrá revisar los proyectos presupuestarios de cada socio, pedir cambios e imponer controles más rigurosos si incumplen los límites de déficit y deuda, así como exigir que su elaboración se base sobre previsiones independientes. Además, el Tribunal de Justicia de Luxemburgo se gozaría de nuevas competencias para controlar que las reglas de oro nacionales se ajusten a lo que exige la UE en caso de conflicto entre el supervisor y el país en cuestión.
  4. Imposición de quitas: se mantiene la posibilidad de aplicar quitas soberanas a los acreedores privados en caso de insolvencia, tal y como ha acontecido con Grecia, aunque se insiste en que la situación de Atenas es "única" y "excepcional" y, por tanto, no se repetirá.
  5. Fondos de rescate: Alemania y Francia quieren que el Fondo de Rescate Permanente (ESM) entre en funcionamiento en 2012; Bruselas, por el contrario, pretende que tanto este fondo como el actual sigan funcionando de forma simultánea, apalancar los recursos existentes, que el actual Fondo (EFSF) pueda financiarse en el BCE, así como elevar y extender los créditos del FMI a la zona euro.
  6. Eurobonos: Alemania y Francia dijeron no, pero Bruselas insiste en la necesidad de emitir deuda conjunta a medio o largo plazo, como contrapartida a la mayor exigencia de disciplina fiscal.

El resumen de la situación a día de hoy es que Berlín pretende imponer primero la disciplina presupuestaria para luego garantizar nuevos rescates, mientras que el resto opta más bien por reforzar ya los mecanismos de ayuda y luego exigir austeridad.

La cuestión es que el hecho de que las posturas sigan enfrentadas respecto a puntos clave pone en duda el éxito de la cumbre. Así, Berlín se muestra ahora "más pesimista" respecto a los resultados de la reunión del viernes. "Un cierto número de socios no han entendido la gravedad de la situación"; es "absolutamente necesario" lograr un acuerdo, "al menos entre los 17 países" de la Eurozona para reforzar la disciplina fiscal en los tratados, añade Alemania. En Bruselas hay que "dar un paso decisivo sobre la estructura futura de la zona euro", y que "los que tratan de zafarse con astucias no han comprendido lo que esperan" los inversores.

Efectivamente, una tensa calma se ha apoderado de los mercados en los últimos días a la espera de lo que se acuerde en la cumbre. Sin embargo, si bien es posible que se alcance un mayor compromiso de disciplina fiscal, aún no están claros los mecanismos de los que dispondrá la zona euro en caso de que España o Italia precisen un rescate internacional.

Por el momento, lo que parece evidente es que el tiempo se agota: en las últimas horas, la agencia de calificación Standard & Poor's ha amenazado con una degradación masiva a los rating de los países del euro, incluidos los que aún conservan triple A (máxima nota crediticia), como Alemania o Francia. De hecho, la máxima nota del actual Fondo de Rescate Europeo también peligra.

De ahí, precisamente, las prisas. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, han reclamado este miércoles que los líderes europeos adopten decisiones "enérgicas" y "creíbles" para resolver la crisis de deuda. Deben actuar "ahora", destacan.

En una carta dirigida a los Veintisiete máximos representantes de los Estados miembros, Van Rompuy recordó que la UE ha adoptado medidas importantes en los últimos meses para fortalecer la gobernanza económica e impulsar el crecimiento, que ahora hay que llevar a la práctica. "Es imprescindible que nos basemos en las importantes medidas adoptadas hasta el momento y acordemos un enfoque más amplio, que englobe el fortalecimiento de nuestras herramientas de gestión de crisis a corto plazo y la determinación de adoptar a medio plazo más medidas para reforzar la unión económica", señaló.

Sin necesidad de consultar a los europeos

La discusión que mantendrán los líderes europeos se basará en un informe provisional que Van Rompuy preparó junto a Barroso y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, en el que se establecen "posibles movimientos hacia una unión económica más fuerte", en el que se recogen los seis puntos ya señalados, incidiendo en la necesidad de reforzar los fondos de rescate, así como el papel del BCE y el FMI en la crisis de deuda.

Sin embargo, más allá del contenido concreto de la reforma, otro de los puntos clave será cómo aprobarla, es decir, el aspecto formal de la misma. Y es que, todos estos cambios obligarán a modificar de una u otra forma los tratados fundacionales de la UE vigentes hasta el momento.

Bruselas propone dos posibilidades para su aprobación:

  1. La vía rápida: reformar el protocolo 12 del Tratado (procedimiento por déficit excesivo), a través del artículo 126, que sólo requiere una aprobación por unanimidad del Consejo a propuesta de la Comisión, tras consulta con el Parlamento Europeo y el BCE y sin necesidad de ratificación a nivel nacional ni referéndum -en su caso-.
  2. La vía lenta: reforma en profundidad de los Tratados, lo cual exigiría ratificación de cada estado miembro y convocar referéndum, según los países. El proceso sería lento y, posiblemente, tardaría años.

Sin embargo, en realidad, opta por imponer la primera, tal y como indica el citado informe en su punto 12. La idea consiste en contar con un detallado borrador de reforma para que pueda ser aprobado por los líderes de la UE el próximo marzo, con el fin de que entre en vigor antes del verano de 2012. Esta vía cerraría por completo la puerta a la ratificación nacional y consiguiente consulta de gran parte de los europeos, aunque los cambios supondrán en todo caso una pérdida de soberanía nacional.

La ausencia de ratificación nacional podría generar problemas añadidos en Irlanda, Gran Bretaña y Alemania. Irlanda pretendía emplear la consulta popular para presionar a Bruselas y conseguir así imponer mayores pérdidas a los acreedores de sus bancos; Gran Bretaña ya ha advertido de que rechazará la reforma si no se contemplan ciertas "salvaguardas" para sus intereses; y Berlín podría enfrentarse a su Tribunal Constitucional si acepta los eurobonos o la monetización del BCE.

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