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NovaCaixa paga a un accionista 50 millones con dinero público

La entidad gallega acuerda reembolsar 50 millones al accionista Manuel Allón haciendo uso del FROB.

Hoy nos levantamos con el siguiente capítulo de la novela por entregas que protagoniza la Caja-Banco gallega, el accionista Manuel Añón, propietario de la empresa Hierros Añón, ha recibido 70 millones de euros, fruto de un arbitraje extrajudicial, como compensación por los 100 millones que invirtió a riesgo en Corporación Caixa Galicia en Noviembre de 2007.

El origen de dicha reclamación, por la cual el Sr. Añón estaba dispuesto a llevar a los Juzgados a la entidad gallega, se sitúa en un pacto realizado en su momento por el antiguo Presidente de Caixa Galicia, José Luis Méndez, por el cual la entidad se comprometía a recomprarle en 5 años la inversión sin pérdida de valor alguna (así también invertiríamos cualquiera de nosotros), o en 2 años si se producían movimientos corporativos.

Siendo ya muy cuestionable la existencia de pactos de este tipo, otorgando privilegios especiales a determinados inversores, a los cuales de seguro que se apuntaban el resto, lo verdaderamente escandaloso es que 50 millones de euros que se acaba de llevar el Sr. Añón son a cuenta de los fondos públicos del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria). Cerca de 50 millones en metálico, procedentes de dinero público, más otros 26 millones en acciones de Novagalicia Banco.

Mientras miles de gallegos y el FROB permanecen "secuestrados" en participaciones preferentes de estas entidades, accionistas pata negra se van con el bolsillo bien forrado, a cargo del dinero de todos los españoles.

En el fondo, todo esto no nos debería de extrañar, pues es un capítulo más del saqueo al que están sometiendo los directivos y ex-directivos a las antiguas Caixa Galicia y Caixa Nova. La diferencia es que, desde que el FROB tuvo que nacionalizar la entidad en septiembre de este año, aportando casi 2.500 millones de euros de todos los españoles, en el Consejo se sientan representantes del FROB, que parece que no tienen nada que decir a todos estos desmanes y latrocinios, a pesar de poseer el 93% del capital de la entidad, lo cual le proporciona un poder absoluto en el Consejo.

Mientras tanto, el fichaje estrella de NovaGalicia Banco, José María Castellano, cuya entrada se nos vendió como bálsamo de Fierabrás para la entidad por su excelente cartera de contactos nacionales e internacionales, factor fundamental para conseguir recursos privados con los que apuntalar la deplorable situación de la entidad gallega y dar salida a la intervención "temporal" del FROB; al final, tras el paso de los meses, muchos aviones y muchas comidas, está quedando en poco menos que un bluff.

A día de hoy, la Dirección de la entidad gallega apenas ha podido presentar unas cartas de intenciones de potenciales inversores por 150 millones de euros, de los 1.000 millones que necesita captar del mercado. Ni fondos americanos, ni canadienses, al final orbitan en torno al cadáver de la entidad los mismos nombres de siempre, que en algunos casos no se sabe muy bien si no estarán todavía peor que la entidad en la que manifiestan su intención de invertir. 

Los nombres que se barajan son tales como los de Amancio Ortega, Manuel Jove, Jacinto Rey, los dueños de Coren o la familia Collado, propietaria de COMAR, muy conocida por ser propietaria de numerosos casinos, tanto en España como en el extranjero. También se habla del empresario gallego afincado en Méjico, Olegario Vázquez Raña, propietario de una importante cadena hotelera.

Como conclusión, la trayectoria estelar (no por el brillo, si no porque esto va camino de estrellarse) de NovaGalicia Banco continúa su barrena hacia el suelo, despropósito tras despropósito, mientras los españoles seguimos metiendo nuestro dinero sin hacer preguntas. Otros no pierden el tiempo, y sabiendo lo que se avecina, agarran lo que pueden y se marchan con el bolsillo bien cargado.

Por desgracia, ojalá este caso fuera único en España, sin embargo, casos como el de CCM, la CAM, CajaSur o la fusión fría de las quebradas cajas catalanas conforman un fenómeno generalizado de la ruina y el descontrol que se han adueñado de nuestro sistema financiero, que va dando bandazos sin rumbo mientras los españoles financian la factura.

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