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Emilio Campmany

Spanien protektorat

La Merkel le está dando la vuelta a Europa como si fuera un calcetín y nosotros en el cotilleo de quiénes serán los próximos ministros, si van a empitonar a Urdangarin o si la Chacón va a ser capaz de ganarle la secretaría general a Rubalcaba.

Nos estamos enredando en lo irrelevante. La Merkel le está dando la vuelta a Europa como si fuera un calcetín y nosotros en el cotilleo de quiénes serán los próximos ministros, si van a empitonar a Urdangarin o si la Chacón va a ser capaz de ganarle, entre risita y risita, la secretaría general a Rubalcaba.

En Alemania tienen abierto un debate sobre si les conviene o no seguir a la Merkel hacia ese abismo que consiste en echarse Europa a la espalda, no se sabe bien si para dominarla o caerse por el precipicio con ella. En Gran Bretaña andan a la gresca sobre si es mejor quedarse con la City, sus beneficios y sus paraísos fiscales y rezar para que los americanos les saquen las castañas del fuego cuando lo necesiten, o si sería preferible embarcarse en el transatlántico Europa y ver a dónde les lleva el timonel alemán y el grumete francés. En la misma Francia, Jean-Pierre Chevènement exige que los últimos acuerdos fiscales sean sometidos a referéndum porque entiende que de otra manera no es admisible transmitir la soberanía presupuestaria.

Los españoles respecto a Europa estamos como el capitán Butler con Escarlata O’Hara, que francamente nos importa un bledo lo que haga. En esto estamos como los italianos, a los que tampoco les preocupa mucho ceder la soberanía que haya que ceder. No sé si lo que nos pasa es que ansiamos ser gobernados por alguien del Norte, que aunque nos robe lo hará legalmente y en menor cantidad que nuestros políticos aborígenes, o es que somos unos insensatos. O a lo mejor nos pasan las dos cosas a la vez.

El caso es que nos jugamos muchísimo y resulta que lo único que le pide Rajoy a Zapatero es que negocie la elevación del porcentaje de voto necesario para decidir en el nuevo fondo europeo de rescate. Se trata de que España pueda vetar cualquier acuerdo como van a poder hacer Alemania, Francia e Italia. Y naturalmente, ZP, incluso en funciones, fracasa. Y se justifica con una sonrisa de oreja a oreja diciendo que da igual, que nosotros de todas formas nunca vetaríamos nada. ¿Y él qué sabe? Podríamos utilizar ese veto como palanca de negociación en otros ámbitos. Pues nada, pierde y se queda tan fresco y encima trata de convencernos de que en el fondo da igual. Genio y figura. Y el PP apenas rechista. Luego va Arenas y dice que volvemos a tener prestigio sin haberse enterado de nada de lo que ha pasado. Querrá decir que quizá un día volveremos a tenerlo, si ponemos empeño en ello, porque el papelón que hicimos el viernes es de aúpa.

Bueno, sentémonos a ver si a Gallardón lo hace Rajoy presidente del Congreso, que es donde menos presupuesto puede despilfarrar, y a esperar que la Merkel provea lo que más nos convenga, a ver si nos saca de ésta. Bienvenidos al Spanien protektorat.

Nota del autor: Me corrige un lector diciéndome que en alemán no se dice "Spanien protektorat", sino "Spanische protektorat". No es así. "Spanische protektorat" significa "protectorado español", una expresión en la que España haría de país protector, no de país protegido, que es lo que yo quise expresar. Es posible que hubiera sido más correcto decir "Deutsche protektorat in Spanien", pero es muy largo y, hablando del protectorado español en Marruecos, he leído "Marokko protektorat" cuando del texto se deducía claramente que se refería al protectorado español, como en el caso del "Spanien protektorat" en mi artículo, donde se sobreentiende que me estoy refiriendo a un supuesto protectorado alemán.

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