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La guerra de aranceles entre China y EEUU se recrudece

Pekín subirá los aranceles a los coches de EEUU, en respuesta a los impuestos que aplica Washington a sus neumáticos.

China anunció que planea imponer medidas antidumping sobre algunos vehículos importados de EEUU, y ello en respuesta a los aranceles que Washington aplicará a los neumáticos de procedencia china. En concreto, Pekín estudia aprobar una tasa del 12,9% para los automóviles de General Motors y otra del 8,8% sobre los de Chrysler, según anunció el miércoles. Mientras, los modelos importados de la marca BMW y Daimler soportarán una carga del 2% y 2,7%, respectivamente.

Esta decisión se produce tres meses después de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) rechazara el recurso presentado por las autoridades chinas contra los aranceles que aplica Washington a sus neumáticos para automóviles y camiones ligeros. El presidente de EEUU, Barack Obama, aprobó un arancel de hasta el 35% sobre la importación de estos productos en septiembre de 2009, en virtud de una disposición diseñada para proteger a su industria automovilística de la competencia exterior.

No es un caso aislado. Desde el inicio de la crisis financiera, las tensiones comerciales entre ambas potencias se han ido recrudeciendo poco a poco. De hecho, el Senado norteamericano propuso recientemente elevar los aranceles de forma generalizada y sustancial al país asiático para forzar una revaluación de su divisa (renminbi), aunque su aprobación definitiva depende del Congreso.

Incluso los republicanos apoyan medidas proteccionistas contra el comercio de procedencia china. Así, uno de sus principales candidatos para las elecciones presidenciales, Mitt Romney, denuncia que China es un manipulador monetario y amenaza con elevar los aranceles en caso de vencer en las urnas si es elegido como candidato.

Parálisis en Doha

Este jueves comienza en Ginebra la VIII Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que pretende profundizar en la liberalización del comercio internacional. Representantes de los 153 países miembros de la OMC tratarán hasta el sábado de insuflar oxígeno a una organización que en estos momentos refleja la incapacidad del sistema multilateral de comercio de avanzar hacia un sistema más eficaz y más justo para todos.

El propio director general de la OMC, Pascal Lamy, advirtió hace meses del peligro de "parálisis de la función negociadora" de la organización por la falta de un auténtico compromiso de los Gobiernos para hacer sacrificios y concesiones con el objetivo de obtener beneficios comerciales y económicos a largo plazo.

En víspera de la reunión, Lamy repitió el mensaje: solo con orientación y compromiso político se podrá llegar a una solución que conjugue las necesidades y reclamaciones de los países ricos y los países pobres. "No hay una conclusión a la vista (de la ronda de Doha)", admitió una vez más Lamy en una declaración, en la que reiteró que el problema es "encontrar el equilibrio adecuado entre las potencias ricas tradicionales y las nuevas economías emergentes". Invitó a los mandatarios políticos a romper el bloqueo para que 2012 no sea otro año perdido.

La Ronda de Doha persigue desde hace una década una profunda reforma del sistema de comercio internacional mediante medidas de reducción de los obstáculos y normas revisadas, abarcando en total una veintena de aspectos relacionados con el comercio. Lleva años estancada por las dificultades que se plantean para cerrar acuerdos por consenso en terrenos tan espinosos como los subsidios agrícolas, la regulación de los servicios, la propiedad intelectual y los problemas técnicos de los países en desarrollo para cumplir sus compromisos en el marco de la organización.

Lamy ha pedido altura de miras a los políticos que se reunirán durante tres días en Ginebra para encontrar una posición común y facilitar que el comercio contribuya a paliar la crisis económica, pero desde la propia OMC se ha rebajado el listón de expectativas.

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