El presidente de Libertad Digital ha estado en Es la noche de César respondiendo a las dudas de los oyentes sobre la actualidad económica. Esta semana, la mayoría de las preguntas tenían relación con el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy y las medidas anunciadas en su discurso de investidura. Éste es un resumen de las respuestas de Alberto Recarte:
- ¿Por qué se han separado los ministerios de Economía y Hacienda?
- Porque los problemas son de gran tamaño y nadie podría haber manejado desde una sola cartera tantas cuestiones: déficit, contracción del crédito,... Además, a Economía le han unido la Secretaría de Comercio. Yo lo entiendo, porque la economía sólo crece en la medida en que crecen las exportaciones y Mariano Rajoy sabe eso (...) Ciencia e Innovación también han acabado allí: es un ministerio de Economía con muchas funciones.
Por otra parte, Hacienda tiene enormes problemas en la recaudación y estoy cada vez más de acuerdo en que van a ser necesarios 40.000 millones de recortes. (...) Montoro tiene que gestionar no sólo el endeudamiento, sino que le han encargado el antiguo ministerio de Administraciones Públicas, que no se han controlado nunca y con el que tiene la posibilidad de controlar las administraciones autonómicas y locales (...) Esta nueva labor es la que tiene que desarrollar.
Son tantos problemas que es lógico que el ministerio se separe en dos partes. Si se le hubiese dado a alguien todo el poder, tendría más poder que Rajoy, por eso ha decidido ser él mismo el presidente de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos. El presidente del Gobierno presidirá esto y parece que tendrá un consejero como Álvaro Nadal. Va a ser el filtro de todos los ministros para que se aprueben las medidas.
-¿Qué opina de Luis de Guindos y de Cristóbal Montoro?
- De Guindos tiene toda la preparación. Ahora tiene que tener los redaños, el carácter y la determinación de hacer todas las reformas deprisa (...). No puede respetar a los banqueros que no van a querer hacer reformas. Y si al final hace falta meter dinero publico en el sistema bancario que esté vigilado de manera pública. Enfrentarse a la auténtica oligarquía de este país, que es el sistema financiero, es una tarea muy complicada.
Montoro también tiene toda la preparación y capacidad. Si las cifras no se alejan mucho de lo previsto, la reducción del déficit tendrá que ser elevada, además de las reformas de las pensiones. La ventaja que tiene Montoro es que conoce la Hacienda Pública: ha hecho las dos grandes reformas de Aznar. Creo que diga lo que diga va a subir los impuestos indirectos y el IVA (...) aunque él ahora no lo diga. Tiene la capacidad para hacerlo, aunque tiene que convencer de que las reformas son necesarias (...), pero está preparado.
- ¿Qué le parece el nombramiento de Fátima Báñez para Empleo?
- Sólo la conozco por aquello que ha publicado la prensa, pero la parte que menos me gustó del discurso de Rajoy fue la parte de la reforma laboral. Habló de que en la negociación colectiva optarían por el convenio sectorial o por el territorial, en función de aquel que fuera más conveniente. En esta parte, Mariano Rajoy dejó de lado todo lo que había dicho anteriormente acerca de la prioridad de los convenios de empresa. (...) Además, el que sea una diputada andaluza la elegida, teniendo por delante las elecciones allí, pues indica que esto no va a ir deprisa. Es una pena, porque la única posibilidad de España para crecer sería una reforma del mercado laboral. Tampoco me gustó la parte del sistema tributario, en la que dio la impresión de que apenas hay que hacer nada.
- ¿Existe alguna forma de representación que no tenga que pasar por los sindicatos?
- Basta que elijan a los representantes que ellos quieran. Lo que ocurre es que la complejidad de la regulación laboral y la dificultad para encontrar el tiempo necesario para defender a los trabajadores hacen que se delegue en los sindicatos, que tienen la fuerza (la legal y la que poseen en los tribunales de lo social) para defender los derechos de los trabajadores. Un representante no sindicado, con el actual sistema legal, tiene mucho menos respaldo, amparo y financiación que los miembros de los sindicatos. De esta manera, se imposibilita en la práctica que los trabajadores que quieren elegir a un representante de su empresa, puedan conseguirlo. La única forma de que los representantes sean los que quieran los trabajadores es cambiar todo ese entramado legal.