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José T. Raga

Desprenderse de las ataduras

Se trata de olvidar lo que se ha hecho hasta ahora, cómo se ha hecho y quiénes han sido sus protagonistas, para que se diseñe una reforma laboral omnicomprensiva

Cuando se tienen ideas fundamentadas, cuando se tiene voluntad de hacer lo que se debe hacer para alcanzar un objetivo, y cuando se quiere cumplir con un compromiso adquirido encaminado al bien de la comunidad, no hay más remedio que desprenderse de las ataduras y comenzar a construir, al margen de corruptelas y sobreentendidos que condicionan y hieren de muerte el mejor de los proyectos.

Al igual que en las finanzas públicas hablamos del "presupuesto base cero" para desde el borrón al ejercicio precedente configurar un presupuesto de lo necesario, hay proyectos de máxima trascendencia, con voluntad política de llevarlos a término, como la reforma laboral que está exigiendo nuestra economía, que requieren también el rechazo a la inercia anterior de corruptelas e intereses espurios, para que, libres de condicionantes, pueda acometerse lo que se debe, y no lo que interesa a un grupo o clase social o política.
 
Frente al acuerdo –supongo que hay que llamarle así– entre sindicatos y patronal, impregnado del "como se viene haciendo" y ausente de la realidad económica española, de lo que se trata es, precisamente, de lo contrario. Se trata de olvidar lo que se ha hecho hasta ahora, cómo se ha hecho y quiénes han sido sus protagonistas, para que, entrando en la verdadera situación en que vive el país, con una economía de casi cinco millones y medio de parados, se diseñe una reforma laboral omnicomprensiva, que acerque nuestra capacidad económica para crecer y para generar empleo, al nivel que nos corresponde en el contexto de los países de nuestro entorno.
 
Patronal y sindicatos, a buen seguro que no han contemplado la economía española como referencia para sus trabajos y conversaciones, por el contrario, han conformado esa llamada reforma, desde sus rancias inercias, desde el sostenimiento de sus protagonismos, desde el objetivo de consolidar sus privilegios, sin que nada de lo tratado les haya conectado con la realidad. Pactar o simplemente hablar en este momento de incrementos salariales, por pequeños que sean, es una forma de abstraerse de los hechos y de lo que procede hacer en esta situación.
 
Sindicatos y patronal han mostrado, con el famoso acuerdito, que sobre ellos pesa en exceso el método y los fines últimos que han operado en los lustros precedentes. Una método que les ha permitido afianzar una hegemonía y que les ha dotado, indebidamente, de unos recursos que no encontrarían fácil justificación si se aspirase al uso eficiente de los mismos. Ellos, ni pueden ni quieren desprenderse de esos viejos procedimiento y corruptelas; no les interesa. El Gobierno, sin embargo, ante la responsabilidad que asume, no puede ser victima de esa misma enfermedad. Debe desprenderse de ataduras, sentirse libre y promover la reforma que venga a solucionar los problemas del desempleo y de la productividad de nuestra economía que le permitan vivir en un mundo global.
 
Es una ocasión única, para merecer un puesto relevante en la historia económica de esta nación.

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