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Emilio Campmany

Catalanair

Hasta los bolsillos del catalanista más furibundo tienen un límite y, en cuanto al visionario proyecto de convertir a El Prat en un hub internacional, el límite se alcanzó el pasado viernes

 

Estos nacionalistas catalanes ni nacionalistas saben ser. ¿Cómo es posible que promovieran la creación de un gran hub internacional en El Prat adquiriendo una compañía que se llama Spanair? Lo de "air" tiene un pase, pero el "Span" inicial tiene un inequívoco sabor hispano que la hace inviable para cualquier proyecto nacionalista. Ni siquiera se tomaron la molestia de cambiarle el nombre y haber renombrado a la compañía "Catalanair", que hubiera reflejado mucho más a las claras lo que querían hacer con ella. Y hubiera reflejado igualmente mejor por qué finalmente ha quebrado.

Unos acusan al Ministerio de Fomento de culpa in vigilando, que es probable que la tenga. Otros atacan a los directivos de la sociedad por haberla llevado a la quiebra, y no les faltará razón. Pero nadie recuerda que la aerolínea fue adquirida y sacada a flote por la Generalidad de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona con dinero público con idea de, desde la posición de fuerza que les daba ser mayoritarios en el accionariado, imponer la creación de una red de vuelos que uniera Barcelona con el resto del mundo sin tener que pasar por Madrid. Es decir, que los nuevos accionistas impusieron unas directrices de gestión donde la viabilidad económica, es decir, ganar dinero, no era el principal objetivo. Lo primordial era evitar a los catalanes, muy especialmente a los que fueran nacionalistas, la humillación de tener que hacer sus conexiones internacionales en Barajas. En principio, eso se iba a hacer costase lo que costase. Ahora vemos que no.

Hete aquí que llegó el tío Paco con la rebaja, la crisis económica y los recortes, y ya no es posible ahorrarle a los nacionalistas el paso por Madrid porque eso ha resultado ser carísimo. Y es que hasta los bolsillos del catalanista más furibundo tienen un límite y, en cuanto al visionario proyecto de convertir a El Prat en un hub internacional, el límite se alcanzó el pasado viernes.

Ahora dirán que Aena tenía que haber tomado medidas y que los gestores fueron de una torpeza inexcusable y que son responsables de los daños infligidos a pasajeros y trabajadores. Pamplinas. Los accionistas principales de la entidad quebrada son la Generalidad de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona y la desastrosa gestión que ha llevado a la quiebra a la compañía estuvo basada en las directrices marcadas por ellos, que prescindieron de toda consideración empresarial y se dirigieron a atender una aspiración nacionalista. Ahora, cuando ven que no tienen dinero para pagar lo que esa aspiración vale, dicen que se retiran, que dejan caer la aerolínea porque no ganan dinero con ella olvidando que no fue eso lo que pidieron a sus gestores que hicieran.

Vaya patriotismo de chichinabo el de estos nacionalistas catalanes que a la primera dificultad económica se desinfla como el soufflé de un mal cocinero. Su lema podría ser: Cataluña independiente, sí, pero no a costa de mi dinero. País.

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