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España acapara el 90% del empleo temporal destruido en la UE

Desde que comenzó la crisis se han perdido más de 1,6 millones de puestos de trabajo no indefinidos.

La dualidad del mercado laboral español se ha convertido casi en un tópico, aunque es muy real. Las diferencias entre los que tienen un contrato fijo y los temporales son de tal magnitud que conseguir un empleo indefinido se ha convertido en un sueño para muchos jóvenes. El objetivo ya no es mejorar en la empresa, ni conseguir el empleo deseado, sino simplemente firmar un contrato que no tenga fecha límite.

Aunque en España es algo habitual, que ya no causa extrañeza, lo cierto es que es una situación casi única en el mundo. Este jueves, Agett (Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal) ha publicado su Avance del Mercado Laboral correspondiente al mes de febrero y la conclusión no puede ser más desalentadora: el 87,5% del total de empleos temporales perdidos en la UE-27 desde que comenzó la crisis corresponde a España. Son 1.644.300 trabajos que ya no existen, algo que no ha ocurrido en ningún otro país de Europa, ni siquiera Grecia, Italia o Portugal.

De esta manera, la tasa de temporalidad en España (26,1%) es la segunda de toda la UE tras Polonia. Y acercando un poco la lupa a los datos, vemos que el 60,8% de los menores de 25 años tiene un contrato que no es fijo, frente al 1,7% para los mayores de 60 años.

La explicación a todos estos datos está en el uso que se hace en España de la contratación temporal. Mientras en la mayoría de los países este tipo de empleos se utilizan para aquello para lo que fueron creados (cubrir necesidades puntuales de la empresa), las compañías hispanas recurren a este tipo de modalidad para puestos que en realidad deberían cubrir con indefinidos. Si no lo hacen es porque el alto coste de despido y las imposiciones normativas, les obligan a recurrir a los modelos de contratación temporal.

La consecuencia para el trabajador es doble: por un lado, como explicábamos este miércoles en Libre Mercado al hablar de empleo juvenil, el temporal es el primero que cae cuando las cosas van mal. Por otro lado, al no permanecer mucho tiempo en ninguna empresa, le cuesta más hacerse con un curriculum, conseguir experiencia o acumular puestos de responsabilidad. Lo que luego se traduce también en una menor productividad.

El coste futuro

La reforma laboral que va a aprobar el Gobierno este viernes podría comenzar a solucionar algunos de estos problemas. Sin embargo, hay daños que serán permanentes. Diferentes estudios muestran que carecer de empleo en los primeros años en el mercado laboral supone un coste que se arrastra luego a lo largo de toda la vida.

Según publicaba hace apenas dos meses en la BBC Paul Gregg, de la Universidad de Bath, cada mes sin trabajo antes de los 25 años supone un 1% menos de salario de media a los 30 y aumenta considerablemente las posibilidades de sufrir desempleo a partir de esa edad. En EEUU, un estudio similar indicaba que estar seis meses parado a los 22 años implicaba una pérdida de sueldo media a los 30 años de unos 1.050 dólares al año. Es decir, que para los jóvenes españoles que ahora están sin trabajo (muchos de ellos ocupaban alguno de esos 1,6 millones de empleos temporales destruidos), puede que la reforma laboral ya llegue tarde. Los años perdidos en esta crisis serán un peso en su mochila del que difícilmente se librarán.

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