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Rajoy se enfrenta a Merkel y aprueba un límite de déficit del 5,8%

En el corazón de la UE, el presidente ignora la petición alemana. Lo explica como una "decisión soberana". Espera un respaldo de Bruselas en junio.

España no es Grecia ni tampoco Italia. Cierto es que está tutelada por las instituciones comunitarias, pero sigue siendo soberana. Toma sus propias decisiones. A algo tan sagrado -en principio- se acogió el presidente del Gobierno para, desde el corazón de la UE, confirmar que el límite del déficit público será del 5,8% y no del 4,4%, como aún hoy reclama formalmente Bruselas. "No sé la he contado ni a los presidentes ni a los jefes de Estado y de Gobierno. Es una decisión soberana", quiso dejar claro.

Mariano Rajoy dio la cifra minutos antes de que su número dos desglosara, en Moncloa, las cuentas macro del país: el PIB caerá un 1,7% -era la previsión más pesimista, adelantada por el FMI- y el paro subirá hasta el 24,3% en 2012. Un panorama casi apocalíptico, al que el presidente plantó cara -él informó de la desviación del techo de gasto, cuando se lo podría haber dejado a Soraya Sáenz de Santamaría- asegurando que el programa de medidas dará resultados positivos, aunque no llegarán en el corto plazo.

Fue un Consejo Europeo muy intenso, trufado de negociaciones discretas en las que también participó el titular de Economía, Luis de Guindos. El Gobierno pretendía que su diagnóstico de situación calara entre los socios, como también la idea de que vendrán más ajustes y más reformas. Rajoy no consiguió que la UE anunciara una relajación de la cifra de déficit -"Nadie me ha preguntado", dijo-, aunque se acogió al calendario para mirar a junio, una vez las instituciones evalúen los informes de resultados mandados por Madrid, como por el resto de países. Será entonces cuando la administración espera recibir el ansiado plácet, que pasaría por asumir el 5,8% hecho público este viernes, o por lo menos un número próximo.

Hasta ahora, ni las instituciones comunitarias ni los socios más importantes han dado su brazo a torcer. Tanto en la Comisión Europea como desde el Gobierno alemán se ha insistido en que no tienen ningún sentido

Un secreto a voces

El presidente se puso en situación para desvelar algo que era un secreto a voces: "El crecimiento no será del 2,3% sino negativo y no tenemos un 6% de déficit público sino el 8,5”, resumió, para así defender la próxima tijera, como por otra parte se había comprometido de puertas para adentro. Ante esta situación, anunció, este año cerrará en el 5,8% del PIB, extremo que no cree que vaya en contra del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que es al que se acoge Bruselas. Así lo lleva vendiendo Moncloa días.

Este dato, ya oficial, pone encima de las mesa las cartas del Gobierno, confirmando la poda que, en la víspera, anunciaba este diario. Además del 1,5 del PIB ya ahorrado -equivalente a 15.000 millones de euros- con el paquete de medidas de diciembre que incluyó la polémica subida de impuestos, el equipo económico prepara una reducción adicional de, al menos, 12.000 millones más en los próximos Presupuesto Generales, que serán presentados el 30 de marzo. Y como dijo Rajoy, todas las partidas salvo las pensiones están a disposición de ser revisadas.

"Ese es el plan", admitió el presidente a sus homólogos europeos. Les expuso su voluntad reformista, que continuará en el tiempo. “Decisiones que van al BOE, no anuncios”, añadió, buscando la comparación con José Luis Rodríguez Zapatero. Tres ejes: “Control del déficit, reformas estructurales y atención a la economía global”, afirmó en rueda de prensa.

A partir de ahora se abren dos frentes. En Europa, quiere que su decisión de elevar el déficit no se interprete como un incumplimiento, a pesar de que sus portavoces insistan en el 4,4%. En el Consejo, Rajoy sí se comprometió a llegar al 3% en 2013, la verdadera prueba de fuego. Por último, el presidente espera que los mercados se queden con el dato de los ajustes y que la prima de riesgo se mantenga estable. “En absoluto pienso que esto vaya a afectar a los mercados y a las emisiones de deuda que haga España, no lo pienso sinceramente”, respondió.

El segundo problema con el que bregar se encuentra en casa. Una vez se anuncien los ajustes, el Gobierno da por hecho un nuevo incendio en las calles, auspiciado por las fuerzas políticas de izquierda y los sindicatos. Rajoy ya advierte que no le temblará el pulso: “A los que están en la calle, les diría que hay que ser prudentes”, no sin asegurar que comprende el malestar ante una situación tan difícil. “Vamos a hacer un esfuerzo muy grande”, avanzó.

Con todo, el presidente estampó su firma en el Tratado de Estabilidad, por el cual los países se comprometen a la regla de oro del déficit. En esto era el aventajado del grupo, ya que tal exigencia ya se recoge en la Constitución. También logró un protagonismo que en cada cumbre va a más, liderando la carta a favor de medidas de creación de empleo, y que firmaron otros países como Gran Bretaña e Italia.

Se definió por todo ello “contento y satisfecho”. Se ha quemado otra etapa, pero hasta junio vendrán más, admite una cansada delegación española. Nada parece indicar que la UE vaya a aflojar el pulso tras escuchar a Nicolás Sarkozy o Angela Merkel. A todos, pero en especial a ellos, Rajoy elevó una última reflexión: “Estamos adoptando todas las medidas y vamos a adoptar más”. Los mercados, de momento, creen en su palabra.

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