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Francisco Aranda

La verdad de la reforma laboral

El Real Decreto ha sido convalidado de forma mayoritaria en el Congreso de los Diputados, que es la casa donde estamos representados todos los ciudadanos

Los sindicatos no están diciendo la verdad sobre la reforma laboral. Están lanzando a los vientos el mensaje de que se trata de una norma injusta porque desequilibra el poder hacia el temido empresario y coloca al pobre trabajador, que al parecer no sabe defenderse sin ellos, ante el peligro sin leyes a las que poder acogerse. Pues bien, además de tratarse de una interpretación falsa, tiene un inconfundible aroma añejo que nos retrotrae a los años de nuestra transición política que afortunadamente hemos superado casi por completo.

En primer lugar, ya se ha acabado esa visión del mundo empresarial como un enfrentamiento entre empresario y trabajador. Irrumpe con toda la fuerza, también en España, un tercer actor que es la empresa con la que se alinean los intereses de empleador y empleado. A partir de ahora, sólo sobrevivirán aquellas empresas en las que los objetivos de empresario y trabajador sean paralelos.

En segundo lugar, las medidas más importantes que pueda adoptar el empresario, podrán ser recurridas siempre ante la autoridad laboral y ante el juez, que serán quienes decidan de acuerdo a derecho. En los EREs, la impugnación de la decisión de la empresa, si no hubiera acuerdo con los trabajadores, paraliza por completo los despidos e inicia un trámite de consultas por parte de la autoridad laboral. Así mismo, este trámite acaba en el juzgado si la autoridad laboral no estima fuerza mayor como causa del despido colectivo. Si se cambian las condiciones de trabajo, el empleado individualmente puede también recurrir y el sindicato puede interponer conflicto colectivo. Y así sucesivamente en todas las circunstancias. Es decir, los empresarios no podrán actuar de forma arbitraria.

Lo que sí se hace con la reforma es descentralizar las decisiones y acercarlas al ámbito del propio centro productivo porque cada empresa tiene sus peculiaridades. Eso es reforzar las garantías y hacer más justas las decisiones porque las acerca a la realidad de cada unidad productiva y para eso lo que se hace es romper las rígidas cadenas de los aparatos sindicales centralizados. Otra cuestión diferente es que esas estructuras arcaicas basadas en liberados y profesionales del sindicalismo no quieran perder esas posiciones de ventaja que les otorgó el franquismo y rechacen reconvertirse a la nueva realidad, como sus colegas del norte de Europa, en cuyos países las centrales sindicales son un elemento de enorme importancia dentro de la economía (no de la política). Por cierto, todas esas medidas de flexibilidad que se ponen a disposición de las empresas para evitar en lo posible los despidos y los cierres de empresas ya tienen una cuantificación rigurosa.

El servicio de estudios del Banco de España sostiene que los descuelgues salariales y la descentralización de la negociación colectiva hubieran evitado alrededor de un millón de despidos.

Por otro lado, el Real Decreto ha sido convalidado de forma mayoritaria en el Congreso de los Diputados, que es la casa donde estamos representados todos los ciudadanos. No podemos, por un lado, respetar las instituciones cuando nos resultan favorables y, al mismo tiempo, ignorarlas cuando no nos interesan sus decisiones. De hecho, con los apoyos conseguidos por el grupo político que sostiene al Gobierno casi se aprueba por mayoría cualificada de tres quintos de la Cámara Baja. Esto significa que el Gobierno vuelve a ratificar una amplísima mayoría para que la reforma laboral avance en la dirección apuntada en el Real Decreto, lo cual debe de traducirse en ratificaciones y pasos hacia adelante en todos los aspectos expuestos en dicha norma.

En cualquier caso, no deja de ser curioso que unas centrales sindicales que han estado aletargadas en la etapa de mayor desempleo de la historia reciente de España, hayan organizado una huelga general a un gobierno recién llegado que no lleva ni los famosos cien días en el machito tomando medidas que no erosionan, según el CIS, su imagen ante los votantes.

El Sr. Aranda Manzano es vicepresidente Ejecutivo de la Federación Nacional de Empresas de Consultoría, Servicios, Oficinas y Despachos (FENAC) y miembro del panel de Opinión de Libertad Digital. Sígalo en Twitter: @FENACFederacion

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