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Carlos Rodríguez Braun

Abrazos y hegemonías

Convendría dejar de comprar las falacias económicas con las que nos bombardean los prebostes de la izquierda, como las que predica Felipe González, que insistió en que la crisis se debió a "un sistema financiero desregulado".

Convendría dejar de comprar las falacias económicas con las que nos bombardean los prebostes de la izquierda, como las que predica Felipe González, que insistió en que la crisis se debió a "un sistema financiero desregulado".

Según el profesor Ermanno Vitale, padecemos "el abrazo mortal del neoliberalismo". Felipe González, por su parte, escribió: "la ciudadanía ve a sus gobiernos inermes ante la hegemonía de los mercados".

Al profesor Vitale podríamos sugerirle que reflexione sobre cómo abraza el socialismo, y que considere el hecho incuestionable de que la política no ha desaparecido. El mundo, al revés de lo que él afirma, no ha sido privatizado en absoluto "en estos últimos treinta años", estas décadas supuestamente terroríficas que siempre se repiten, como si no hubiera pasado nada malo antes... O como si no hubiese tenido significado plausible la muy feliz circunstancia que traumatizó a tantos políticamente correctos: la caída del Muro de Berlín.

Entre tanta falacia buenista ("el poder económico está por encima de la decisión política") que ignora la realidad se cuela asimismo algún buenismo económico, como cuando el profesor critica que nos compremos un traje de 100 euros "que ha sido manufacturado por unos pocos céntimos, en condiciones laborales infrahumanas, en alguna insalubre fábrica de África o Asia", como si la retribución de los trabajadores africanos o asiáticos, sus condiciones laborales y la salubridad de sus fábricas fueran a mejorar si dejamos de comprarles lo que fabrican.

Lo que sí convendría dejar de comprar son las falacias económicas con las que nos bombardean los prebostes de la izquierda, como las que predica Felipe González, que, por aquello de la necesidad de repetir la mentira para convertirla en verdad, insistió en que la crisis se debió a "un sistema financiero desregulado" y al "pensamiento neoconservador", como si se hubiese decretado la abolición de los bancos centrales y la libertad de emisión, o como si la crisis no hubiese afectado a gobiernos seguidores de otros pensamientos.

El ex presidente abunda en topicazos como que el comunismo ha fracasado y el capitalismo también, como si fueran realmente análogos, y en burdas falsedades como que no hay consenso para "imponer una tasa a las transacciones financieras", propuesta que goza del máximo consenso imaginable, desde los comunistas hasta el Vaticano.

Y, naturalmente, repite la gran ficción progresista, verdadero resumen de la idolatría de la coacción política, conforme a la cual los ciudadanos sólo estamos inermes ante los mercados, es decir, en ámbitos en donde podemos elegir qué cosa vamos a comprar y a pagar. Según González, y según el pensamiento único, allí es cuando estamos inermes. Cuando las Administraciones Públicas nos fuerzan a pagar, entonces no, allí no estamos inermes. Allí es cuando de verdad somos gozosamente libres y ninguna odiosa hegemonía nos somete.

En Libre Mercado

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