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Bankia: una superfusión a siete bandas para limpiar el 'ladrillo'

La entidad logró un gran éxito con su salida a Bolsa, pero las dudas sobre su cartera inmobiliaria no se han apagado.

El año y medio de vida de Bankia han estado marcados por una palabra: "ladrillo". El Banco de España y el anterior Gobierno socialista decidieron impulsar allá por 2009 un proceso de fusiones entre las cajas de ahorros para fortalecer los balances de las entidades tras la explosión de la burbuja inmobiliaria. Se suponía que unas entidades más grandes estarían mejor preparadas para sanearse.

En este sentido, el Banco Financiero y de Ahorros (BFA – la matriz de Bankia), nacido en diciembre de 2010, hace apenas un año y medio, fue casi un alumno aventajado. Logró la unión de nada menos que siete cajas, entre ellas dos de las grandes: Caja Madrid, Bancaja, Caja de Canarias, Caixa Laietana, Caja de La Rioja, Caja Ávila y Caja Segovia.

Desde el principio se hizo evidente que la entidad necesitaba la llegada de dinero fresco si quería recuperar la salud de sus cuentas. Por eso, sacó a Bolsa el 48% de su capital, en una operación relativamente exitosa; aunque tuvo que hacerlo a un precio inferior al esperado, logró colocar todo el papel. Además, con este movimiento se conseguía el objetivo buscado, mantener el control de la nueva compañía en manos de las cajas fundadoras, puesto que BFA se quedaba con el 52% del capital de Bankia.

Aquel 20 de julio de 2011, Bankia salía al parqué madrileño con un precio de 3,75 euros por acción, el mismo con el que logró cerrar la jornada. No era un momento sencillo para las entidades españolas, pero al menos las primeras semanas el nuevo grupo se mantuvo, llegando a tocar los 3,90 el 2 de agosto. Sin embargo, desde entonces la cotización ha sufrido (algo nada extraño en los últimos meses en el mercado nacional) y este lunes, tras conocerse la salida de Rodrigo Rato, cerraba a 2,38 euros por título.

La teoría que presidió la creación de Bankia era que podía arreglarse la situación de varias entidades en problemas haciendo que se repartieran los riesgos y reduciendo los costes. En este sentido, sólo en el último año, la entidad se ha deshecho de casi 4.000 empleados (el 20% de su plantilla) y ha cerrado 850 de sus sucursales (quedándose con 3.248 oficinas).

La situación

Sin embargo, este ahorro y la salida al parqué no resolvieron todos los problemas de la entidad. Las siete cajas, especialmente Bancaja, estaban muy expuestas al ladrillo, el cáncer que amenaza a todo el sector desde 2008. Los créditos al sector inmobiliario suponían más de 40.000 millones de euros. Y los inversores comenzaron a dudar de cuánto valían en realidad todos estos pisos, hipotecas o solares.

La situación del grupo de Bankia y BFA es la siguiente (según las cuentas presentadas por la entidad ante la CMNV y que no fueron confirmadas por su auditor, Deloitte):

  • La entidad tiene unas inversiones crediticias por valor de 209.789 millones (le deben esta cantidad).
  • Los activos ponderados por riesgo suman 159.690 millones (esto es así porque contablemente se asume que algunos de esos créditos no serán cobrados, por lo que su valor real es de 50.000 millones menos del que figura en los libros).
  • El core capital alcanza los 16.078 millones de euros (un 10,1% de los activos ponderados por riesgo). En teoría, esta cifra ya era suficiente para cumplir con los criterios del Gobierno, pero, ante la posibilidad de un deterioro en el balance, se han exigido nuevas provisiones que garanticen que todas las entidades son realmente solventes.
  • La exposición al ladrillo de BFA es de 37.517 millones de euros, de los que 10.564 millones corresponden a créditos dudosos y 7.283 a subestándar (con riesgo de impago).
  • Desde el punto de vista del tipo de activos, esos 37.517 millones se dividen en 15.222 millones en edificios terminados, 4.660 en promociones en construcción y 11.524 en suelo. Además, hay otros 6.109 millones en financiación sin garantía hipotecaria (vamos, que no tienen un activo que respalde el crédito).
  • Respecto a la morosidad, Bankia presenta unos ratios no muy diferentes de la media del sector. A diciembre de 2011, tenía una morosidad del 7,45%, frente al 7,51% de sus competidores. Además, su ratio de cobertura de créditos dudosos alcanzaba el 45,1% y su cobertura con garantías llegaba al 92,6%.
  • También hay que tener en cuenta el calendario de vencimientos. Bankia debe hacer frente de 2012 a 2014 a algo más de 30.344 millones de euros (17.000 millones este año). Según sus cuentas, acumula activos líquidos y cédulas hipotecarias por valor de 36.597 millones, con lo que no tendría problemas para hacer frente a sus pagos.

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