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EDITORIAL

Grecia derrocha caradura

La contención y reducción del gasto brillan por su ausencia y las reformas estructurales no se implementan a pesar de ser aprobadas por el Parlamento. La deslealtad de Atenas parece haber colmado por fin el vaso de la paciencia de sus socios europeos.

El empeño de los países de la eurozona por mantener a Grecia en el euro como factor de estabilidad en la unión monetaria se ha vuelto contraproducente. Dos rescates después, Atenas genera incluso más incertidumbre que al principio de la crisis y los mercados se ceban con otros países de la zona euro en problemas, especialmente con España. La prima de riesgo alcanzó este lunes un máximo histórico de 477 puntos y la bolsa sigue en caída libre.

El ministro Luis de Guindos ha pedido a sus colegas de la eurozona que den una respuesta conjunta que tranquilice a los mercados, porque España "ha hecho todo lo que tenía que hacer" mientras que Grecia todavía tiene que "cumplir una serie de compromisos". No le falta razón al ministro español. El Gobierno español, con mayor o menor acierto en algunas decisiones concretas, está realizando un serio esfuerzo por ajustar las cuentas públicas e impulsar las reformas estructurales que le exige la UE. No se puede decir lo mismo de Grecia. Ni por asomo. No es que estemos ante una falta de compromiso del país heleno, sino que a estas alturas podemos hablar, directamente, de una tomadura de pelo en toda regla.

El último informe del FMI  dibuja –detrás de las huelgas, protestas y disturbios– un panorama muy distinto a la imagen interesada de un país asfixiado por las exigencias de austeridad de la "implacable" Angela Merkel. La realidad es que la contención y reducción del gasto público brillan por su ausencia y las reformas estructurales no se implementan a pesar de ser aprobadas por el Parlamento tras las exigencias de Bruselas. La deslealtad de Atenas parece haber colmado por fin el vaso de la paciencia de sus socios europeos que, por primera vez desde la quiebra del país heleno, no descartan su marcha del euro como única salida ante el incumplimiento reiterado de las reglas de juego y las condiciones de los rescates. La UE debe tomar una decisión antes de que se lleve por delante a otros países como España o Italia.

Grecia es la prueba de que no son las políticas de austeridad, tan cuestionadas por los socialistas de todos los partidos y de todos los periódicos, el problema de la economía europea, sino todo lo contrario. Si la contraposición de austeridad y crecimiento, convertida en los últimos meses en un cansino lugar común de sectarios e ignorantes, a partes iguales, fuese algo más que una consigna de la eficiente factoría de propaganda socialista, Grecia estaría en los primeros lugares de crecimiento. Nadie ha gastado más que ellos, dos rescates de la UE incluidos. En cambio Irlanda, también rescatada, ha hecho los deberes y ya no es percibida como un problema. La senda a seguir está más que clara.

En Libre Mercado

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