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VENTAJAS Y RIESGOS

Pagarés o depósitos: ¿qué producto es más interesante?

Aunque, en principio, puedan parecer dos mecanismos similares, en realidad, cuentan con importantes diferencias.

Pagarés y depósitos bancarios son dos productos diferentes; diferentes porque su mecánica es significativamente distinta, y la relación rentabilidad-liquidez-riesgo varía de uno a otro.

Pongámonos en la situación siguiente, en la que una entidad, llamémosle "Banco X", nos ha ofrecido los siguientes productos a elegir:

  • Un depósito a plazo fijo durante 12 meses con un tipo de interés del 3% y un importe mínimo de contratación de 10.000 euros. El abono de intereses es mensual o al vencimiento, y nos permitirá cancelación anticipada total o parcial sin ningún tipo de penalización.
  • Un pagaré para un mínimo de 20.000 euros y con tres vencimientos diferentes: a 6 meses, donde el tipo de interés será del 2,75%; a 9 meses, donde el tipo de interés será del 3,25% y a 1 año, donde el tipo de interés será del 3,50%.

El pequeño inversor, ante tales características, se hace la pregunta de inmediato, ¿qué producto escoger?

El pagaré o el depósito bancario, ¿qué es mejor?

El depósito bancario es un producto de inversión tradicional, en el que el cliente entrega una cantidad de dinero a la entidad, por un tiempo determinado. Pasado ese plazo, la entidad devolverá éste dinero, junto con los intereses pactados por contratos.

El pagaré es un producto de renta fija que consiste en el compromiso que adquiere una entidad privada de pagarnos una determinada cantidad de dinero en un plazo estipulado. Una vez entregamos el dinero, la entidad emitirá un pagaré bancario, comprometiéndose a devolvernos dicho dinero más los intereses pactados. Es igual que cualquier pagaré de los que las empresas utilizan para pagar ("cheque" que sólo se puede cobrar a partir de una fecha), pero de una entidad financiera.

Parecen dos productos muy similares, ¿dónde están las diferencias?

  1. Los pagarés bancarios suelen tener intereses más altos que los depósitos, no sólo porque no están limitados por la normativa Salgado que limita los depósitos que superan un determinado tipo de interés, sino que además suponen un mayor riesgo para el ahorrador medio.
  2. Los pagarés cuentan con menos liquidez que los depósitos, no se pueden cancelar anticipadamente y, si así es nuestro deseo o necesidad, tendremos que venderlos en el mercado secundario, lo que no nos asegura que el precio de cotización pueda superar los intereses pactados. Incluso, podremos estar expuestos a pérdidas de capital.
  3. El capital que invirtamos en un depósito bancario está garantizado por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) hasta 100.000 euros por titular y banco o caja. Los pagarés, no.

En definitivas cuentas, cada producto y oferta debe analizarse. Si se tratan de dos ofertas muy similares en rentabilidad y características, lo más seguro y fiable es decantarse por un depósito bancario y más, si nuestro perfil inversor es adverso al riesgo.

En caso contrario, la solvencia de la entidad financiera que emite los pagarés bancarios será clave para decidirnos y para garantizarnos que podremos recuperar con total tranquilidad nuestro capital junto con los intereses pactados.

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