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¿Por qué los alemanes no quieren 'ayudarnos'?

Los ciudadanos germanos exigen reformas a los países del sur como requisito para respaldarles y prestarles dinero.

El debate del año es "austeridad o crecimiento". Los políticos europeos han conseguido que dos términos que siempre han ido unidos, ahora se presenten como contrarios. En realidad, los países que tienen unas cuentas públicas más saneadas (Alemania, Suecia o Estonia, por poner tres ejemplos) son los que más rápido y mejor han sorteado esta Gran Recesión que comenzó en 2007. Mientras, los derrochadores (Grecia, España, Italia o Portugal) se encuentran en un círculo vicioso de grandes deudas y estancamiento.

Además, hay otra cuestión que nunca explican los que hablan de políticas de "crecimiento". En realidad, lo que quieren decir con esta palabra es que es necesario más gasto público. España, Grecia o Italia no pueden incurrir en más déficit. Y no por una cuestión ideológica, sino porque nadie está dispuesto a prestarles dinero a sus gobiernos. Que nadie se engañe, si los políticos del sur de Europa están metiendo mínimamente la tijera es porque no les queda otro remedio.

Por eso, cuando Rajoy, Rubalcaba u Hollande piden que la UE apruebe políticas de impulso o de inversiones, en realidad lo que quieren decir es que Alemania, Holanda o Finlandia se gasten el dinero de sus contribuyentes en hacer obras en España o Grecia.

Merkel, la 'malvada'

Pese a lo que parece escuchando a muchos políticos, Alemania ya ha puesto mucho de su parte para salvar a los países del sur de Europa. Ya sea en forma de garantías y avales o en forma de inyecciones directas, Angela Merkel, la malvada de toda esta historia, ha hecho más que nadie para que los demás países del euro no se despeñen por el precipicio.

Eso sí, evidentemente, Berlín no está dispuesto a dar todo ese dinero a fondo perdido. Como cualquier prestamista o avalista, el mensaje del Gobierno germano es: "Estamos dispuestos a ayudar a los países del sur de Europa si, a cambio, ellos hacen reformas que nos hagan pensar que podrán devolvernos la mayor parte de nuestro dinero en el futuro". En este sentido, las exigencias de Merkel hacia los PIGS son dos:

  • Recortes de gasto: para reducir el déficit público y que no siga creciendo la ya elevada deuda de estos países.
  • Reformas estructurales: para generar crecimiento, reducir el paro, aumentar los ingresos públicos y hacer más sencillo devolver lo adeudado.

El planteamiento alemán (también vale para Holanda, Finlandia o Austria) parece bastante lógico. Ya que ellos van a poner el dinero, al menos deberían dejarles imponer las condiciones. Pero a esto en la prensa española e italiana se le llama "insolidaridad". De hecho, para buena parte del electorado germano ninguno de los países del sur (sobre todo Grecia) ha hecho casi nada. Consideran que los anunciadísimos "recortes" son apenas meros gestos cosméticos y que las reformas estructurales se quedan cortas.

Por ejemplo, en Sanidad, el Gobierno español ha aprobado un incremento del porcentaje que se paga en los medicamentos (que, aún así, no superará el 50%), pero ha rechazado cualquier fórmula de copago sanitario. Sin embargo, en Alemania u Holanda sí existe copago sanitario. Es difícil de admitir para los ciudadanos de estos países: con una mano les pedimos dinero y con la otra les decimos que nosotros tenemos derecho a una sanidad completamente gratuita de la que ellos no disfrutan. Alguien podría pensar que este discurso es inmoral, pero es el dominante (aunque no se exponga de forma explícita) en buena parte de la prensa y la política europea.

La prensa

Por todo eso, la visión que se da en la prensa alemana difiere tanto de la que se ofrece en la española. Mientras aquí se pone la atención en la dureza de los recortes, allí se subraya que los rescates son una manera encubierta de cargar a los contribuyentes germanos con la factura de la crisis del euro.

También se destaca que las reformas que se aprueban son mucho menos ambiciosas que las que ellos tuvieron a principios de siglo y que algunos de los beneficios de que disfrutan griegos o españoles (en sanidad, pensiones, salarios de funcionarios, etc...) son más elevados que los suyos. Y claro, el clamor ciudadano es que no se dé dinero hasta que ambas cosas cambien y se hagan reformas y recortes de gasto de verdad.

  • Por ejemplo, según un sondeo del ZDF, un 79% de los encuestados está en contra de préstamos conjuntos a Europa. Sólo un 14% está a favor de los llamados Eurobonos. En este punto, la mayoría de los alemanes está claramente con Angela Merkel. Con los eurobonos, todos los países de la zona euro tomarían préstamos de forma conjunta. La encuesta es también crítica con la continuidad de Grecia en la Eurozona. Sólo un 31% de los encuestados está a favor.
  • En el artículo de Die Ziet ¿Quién es el culpable? se preguntan si puede haber solidaridad y garantías comunes sin control sobre la política económica: "Europa tendrá que volver a preguntarse lo que se cuestionó en 1992: la moneda única necesita una política económica común. Al final, sólo quedan o los Estados Unidos de Europa o la trituradora". En el artículo repasan cómo los inversores no quieren más deuda griega porque no saben si les llegarán a pagar y analiza también las consecuencias que puede tener una quiebra en la UE: Irlanda, España o Italia podrían necesitar ayudas porque apenas nadie querría su deuda. Por eso, la deuda de un país pequeño puede llevar a hacer peligrar un continente entero.
  • Mientras, en la web de N-TV recuerdan que los bancos alemanes están también en profundo riesgo. Los problemas de la banca española y las malas perspectivas de crecimiento del país hacen que aquí muchos inversores tampoco duerman tranquilos. No son sólo bancos, también hay aseguradoras.
  • Die Welt, por último, apunta abiertamente en un artículo titulado Crece el miedo a la quiebra de la banca española al tremendo coste que supondría para el contribuyente alemán un hipotético rescate: "Si los bancos pudieran pedir ayuda del Fondo de Rescate europeo, quienes pagarían no serían ya los contribuyentes españoles sino los habitantes de la UE en su conjunto".

Los expertos

En Libre Mercado, hemos hablado con dos expertos alemanes profundamente conocedores de la realidad española: Juergen Donges y Philipp Bagus. Ellos nos explican cuál es la situación real y cómo se percibe desde su país.

Juergen Donges (hispano-alemán, catedrático de Economía y director del Instituto de Política Económica de la Universidad de Colonia):

- ¿Es cierta esa visión que están dando algunos medios europeos de que Alemania no hace nada o casi nada para rescatar a sus socios? ¿Cuánto le ha costado hasta ahora a este país el despilfarro de otros estados?

- Alemania ha cumplido todos los compromisos sobre las ayudas financieras a los países en crisis que se han acordado a nivel europeo y que determinan la cuota que le corresponde con arreglo a su participación en el capital del BCE (27%). En el primer Fondo de rescate (EFSF), diseñado para tres años, Alemania asume un aval de 211.000 millones de euros. En el próximo (ESM), que será permanente y entrará en vigor el 1 de julio, Alemania garantizará unos 190.000 millones de euros y aportará en efectivo 22.000 millones de euros al capital de este nuevo Fondo. Con respecto a Grecia, que ha recibido al margen del EFSF dos paquetes de ayudas, Alemania asume avales de 22.300 millones y 35.100 millones de euros, respectivamente.

Por consiguiente, la crítica que se hace a Alemania de que el país no ayuda no es de recibo; es mal intencionada. Posiblemente, lo que los críticos censuran es que el Gobierno Federal insista en que los países receptores se esfuercen por sanear sus presupuestos públicos y adoptar las reformas estructurales que eleven la competitividad y con ello el potencial de crecimiento de la economía. Como ciudadano y contribuyente alemán que soy, es lo menos que espero de mi gobierno.

- Usted, como experto, ¿cree que España, Italia o Grecia están haciendo lo suficiente?

- Grecia el que menos, en cuanto a las necesarias reformas estructurales. En Italia (Monti) y España (Rajoy) las políticas de ajuste fiscal y reformas estructurales, sobre todo en el mercado laboral, han sido encarriladas con determinación. Ninguno de estos dos países necesita ayudas financieras europeas. Tienen, a diferencia de Grecia, la capacidad de arreglar la situación con medios propios, dados su tejido productivo, su clase empresarial y una mano de obra a la que se puede motivar a que trabaje de forma productiva.

- ¿Qué cree usted que piensan los alemanes de lo que está pasando?

- Dos cosas: por un lado, nos preocupa que el BCE sea instrumentalizado por los gobiernos para que salga en su apoyo mediante inyecciones masivas de liquidez al sistema bancario y la compra de bonos del Tesoro de baja calidad. Está en juego la reputación de la autoridad monetaria europea como baluarte de la estabilidad de precios. Los alemanes somos muy sensibles frente al tema de la inflación y, como economista, pienso que con razón.

Por otro lado, nos irrita el uso perverso que se hace del concepto de la solidaridad. Pues se nos dice que es justo ayudar al vecino que ha tirado conscientemente la casa por la ventana. La solidaridad bien entendida significa que los países avanzados apoyen a los atrasados con el fin de promover la convergencia real. Esto se hace a través de los Fondos Estructurales y de Cohesión, a los que aporta Alemania lo que le corresponde, sin que nadie en el país se oponga a ello.


Philipp Bagus (alemán, doctor y profesor de Economía en la URJC de Madrid, autor del libro La tragedia del euro):

- ¿Es cierta esa visión que están dando algunos medios europeos de que Alemania no hace nada o casi nada para rescatar a sus socios? ¿Cuánto le ha costado hasta ahora a este país el despilfarro de otros estados?

- No. Esa visión está muy equivocada y parece una broma que alguien lo defienda. Primero, sin Alemania muchos de sus socios nunca hubieran disfrutado tipos de interés tan bajos y nunca podrían haber expandido sus gastos públicos sin una inflación importante. El euro y la garantía de rescate implícita por parte de Alemania les ha permitido vivir por encima de sus capacidades y a costa de los alemanes.

Además, el Eurosistema permite a los países financiar indirectamente su deuda. Gracias al euro (y su respaldo por Alemania) los periféricos han podido mantener y acumular tanta deuda pública. Si Alemania saliera del euro, sus socios actuales sufrirían una inflación importante y el nivel de vida bajaría. Es sólo gracias a Alemania que los intereses de la deuda pública italiana y española no están más altos. Es Alemania la que está respaldando la mayor parte del fondo del rescate de €750.000 millones. También ha embolsado más dinero que nadie en los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda.

Además, se permite que los bancos en la periferia creen dinero para financiar los déficits comerciales y para financiar los gastos de los gobiernos. Es decir, parte de las importaciones y el consumo de los periféricos, pero también el despilfarro público, se financia con la creación del nuevo dinero. Los bancos centrales de los periféricos reciben un saldo deudor contra el BCE y el Bundesbank recibe un saldo acreedor contra el BCE (los famosos saldos de TARGET-2). Pero este saldo nunca se compensa con el envío de activos reales. Así, muy probablemente, el saldo acreedor del Bundesbank que ha financiado a los periféricos, de casi 650.000 millones, nunca se recuperará.

- Usted, como experto, ¿cree que España, Italia o Grecia están haciendo lo suficiente?

- No. Hace falta crecimiento del sector privado y para eso los periféricos tienen que reducir radicalmente los gastos estatales (que no se hace), tienen que bajar los impuestos (los suben), tienen que privatizar todas las empresas públicas (no se hace) y tienen que liberalizar profundamente los mercados, especialmente el mercado laboral (tampoco se hace).

- ¿Qué cree usted que piensan los alemanes de lo que está pasando?

- Los alemanes, gracias a los rescates, se dan cuenta de que están financiando indirectamente el Estado de Malestar en los periféricos. Antes de los rescates, también lo hacían gracias por la capacidad de los gobiernos de financiarse indirectamente con el BCE, pero la gente no entiende estos mecanismos monetarios. Con los rescates esto se hace más mucho más obvio y la gente empieza a entender. También entiende que se les había prometido un BCE que fuera una copia del Bundesbank y ve que los directivos alemanes en el BCE dimiten porque su posición menos inflacionista es minoritaria.

También entienden que se les había prometido que no habría rescates (que están prohibidos en Maastricht) y los hay. Así que supongo que están descontentos y temen por el valor de su moneda. Lo que pasa es que todavía existe un cierto sentido de culpabilidad y el temor al aislamiento en Europa, que hace que todavía no haya aún más resistencia en Alemania.

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