La ofensiva del Partido Popular contra Joaquín Almunia pareció desestabilizarse después de que su grupo en el Congreso no asumiera la petición de dimisión hecha por Rafael Hernando, ni más ni menos que un integrante de su dirección. Así, pese a que la tensión dialéctica sumó muchos enteros con respecto al lunes -cuando María Dolores de Cospedal ironizó sobre sus intenciones al poner encima de la mesa malos augurios sobre España-, Alfonso Alonso matizó a su colega y amigo, lo que restó peso a su queja pública, más aún en el caso de Vicente Martínez Pujalte, su portavoz económico.
En la comparecencia extraordinaria del ministro Luis de Guindos en el Congreso, Pujalte utilizó su turno de palabra para revolverse ante el PSOE y reclamarle que pida a Almunia “que se calle”. Visiblemente enfadado, aún criticó que el comisario de competencia de la Unión Europea "salga diciendo lo que no debe decir en España". "Sería mejor que hablara de los problemas de Europa o que se marchara a su casa", enfatizó.
Poco después, su jefe, Alfonso Alonso, comparecía al término de la Junta de Portavoces, pero no pedía a Almunia que dimitiera. Más al contrario, insistió por activa y por pasiva que el enfado existente en el PP no llega tan lejos, pero sí para exigirle formalmente que guarde el silencio que mantuvo con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente.
“En seis meses ha pasado del silencio clamoroso a realizar propuestas estruendosas, en los términos que le define Rubalcaba. Ni tanto ni tan clavo. Vamos a estudiar las cosas con seriedad. Este Gobierno tendrá que seguir tomando medidas difíciles”, argumentó.