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El 'mercader de islas': "En Grecia hay demasiada burocracia para invertir"

Chris Krolow afirma que los inversores tienen que pagar hasta 500.000 dólares para cumplir con el papeleo que exige comprar un islote heleno.

Chris Krolow afirma que los inversores tienen que pagar hasta 500.000 dólares para cumplir con el papeleo que exige comprar un islote heleno.

Fundada en 1999, Private Islands es una de las más importantes firmas de compra, venta y alquiler de islas. Sus cuarteles generales están ubicados en Canadá, pero la red de profesionales de la compañía llega a todo el mundo. Los brokers y agentes especializados de Private Islands están presentes allá donde hay una isla privada con la que hacer negocios.

El Socio Fundador y CEO de la empresa, Chris Krolow, ha conversado con Libre Mercado sobre la actualidad del sector y las perspectivas de negocio en Grecia, país que está estudiando liberalizar la titularidad de algunas de sus islas para obtener ingresos y así financiar su abultado déficit público.

Pregunta (P): El gran público asocia el negocio de la compra-venta de islas con gente rica y famosa. ¿Son realmente las islas privadas un lujo casi inaccesible?

Respuesta (R): En realidad tenemos dos tipos de compradores. Hay quienes quieren poseer su tercera o cuarta casa de vacaciones en una isla, y en este grupo entran muchos famosos, ejecutivos de altísimos ingresos... Sin embargo, también hay quienes quieren una isla para desarrollar en ella un proyecto de negocio, y en esta categoría tenemos emprendedores de ingresos menos exagerados.

Los precios de nuestras islas son muy variados. El año pasado, por ejemplo, vendimos una por 200.000 dólares, pero la ubicación complicó todos los procesos que los dueños querían desarrollar. Al final, el precio total de la inversión requerida se disparaba tanto que la isla volvió al mercado. Esto demuestra que, si bien nuestros precios son muy variados, hay otros factores importantes que debemos tener en cuenta a la hora de acceder a este mercado.

P: ¿Cuál es la situación de su negocio en Europa? El Viejo Continente lleva años intentando sacudirse sin éxito una recesión que amenaza con seguir extendiéndose...

R: Tenemos dos tipos de activos. Por un lado, están los que generan interés entre compradores locales. En esta categoría encontramos las islas del Norte de Europa, y dado que esta zona tiene mejores perspectivas económicas, la recesión ya parece haber terminado. Por otro, están las islas que llaman la atención de un público internacional, y en esta categoría entran muchas islas del Mediterráneo.

Hablamos, por lo tanto, de activos que quizá pertenecen a países que están en crisis, pero gracias al atractivo internacional de sus islas, también vemos que el negocio ha superado las turbulencias de hace algunos años. Juzgando el sector en su conjunto, la verdad es que ahora mismo es un buen momento para comprar islas privadas.

P: ¿Llegó a producirse una burbuja en los precios de sus islas como ocurrió en otros ámbitos del sector inmobiliario?

R: Antes de que comenzase la crisis, muchos de los propietarios de las islas fijaban por las nubes los precios de sus activos. Conforme la recesión ha ido cediendo en gran parte del mundo, los precios han empezado a bajar. Esto genera dinámicas interesantes, porque al abaratarse los activos más codiciados, algunos compradores que estaban considerando otras opciones vuelven a plantearse de nuevo su inversión.

Pensemos, por ejemplo, en un comprador que estaba planteándose comprar una isla en Panamá. Como los precios están bajando en toda la región Caribe, es posible que su decisión quede en suspenso, con la expectativa de ver si el ajuste del mercado permite explorar otros activos en Bahamas, Belice... Antes de la crisis, esto no habría sido posible, ya que los precios de las propiedades insulares en dichos destinos eran mucho más elevados.

P: Su compañía tiene experiencia haciendo negocios en Grecia. ¿Qué opina de la posibilidad de que el Estado privatice la propiedad de algunas de sus islas? Hasta ahora, buena parte de estos activos han estado en manos del Estado heleno... ¿Se fía de este proceso?

R: Toda esta polémica comenzó cuando varios diputados alemanes sugirieron que se vendiesen islas griegas para liquidar la deuda pública del país. Esto ha generado mucha publicidad para nuestra compañía y nuestro sector, lo que ayuda a que más inversores y propietarios se acerquen a nosotros.

Representamos a diversos propietarios de islas griegas que ya están en manos privadas. Conocemos su historia personal: unos viven en Inglaterra, otros en Estados Unidos... pero todos tienen un renovado interés por el sector y se plantean por cuánto dinero podrían vender sus islas.

Ese mercado no ha despegado hasta ahora porque en Grecia hay demasiada regulación, demasiada burocracia y demasiados impedimentos al negocio. ¿Quién va a gastar una cantidad de dinero importante en un mercado así cuando apostar por otros mucho más competitivos, sencillos y fiables?

En Grecia pueden pasar meses e incluso años para que los procesos de compra-venta queden solventados. Si además tenemos en cuenta que en este debate se han introducido algunos argumentos nacionalistas, vinculados a la posibilidad de que propietarios turcos comprasen islas griegas, creo que solamente cabe esperar algún tímido proceso de comercialización y desarrollo turístico en algunas islas, poco más.

P: Y, sin embargo, tiene claro que algunos de los llamados paraísos fiscales son países mucho más fiables. Esto contrasta con la imagen negativa que tienen estas jurisdicciones en muchas partes del mundo.

R: Las condiciones jurídicas e institucionales son muy importantes. Grecia no reúne las suficientes para ofrecer seguridad y tranquilidad a los inversores, pero hay matices. Que se haya conformado un gobierno conservador nos ha permitido albergar ciertas esperanzas en dicho mercado. La reacción habría sido muy diferente si las fuerzas de izquierda hubiesen alcanzado el poder.

No solamente en Grecia vemos la importancia de las instituciones, la propiedad privada y la política. En la República de Fiyi, por poner otro ejemplo, el gobierno retiene el control de buena parte de las islas y el mercado es reducido. Si a ello le unimos la inestabilidad de un país en el que se han sucedido diferentes golpes de Estado, parece evidente que esto genere dudas e incertidumbre entre los inversores.

En comparación, algunos de esos paraísos fiscales ofrecen un refugio a quienes buscan seguridad para sus derechos de propiedad y sus inversiones. En las Bahamas, el sistema político e institucional está mucho más asentado, por lo que el negocio fluye con mucha más solvencia.

Hay países como Nicaragua que tienen muy mala reputación en términos generales, pero dentro de nuestro sector han demostrado ser razonablemente serios. Por eso, el comprador debe "hacer sus deberes" e interesarse por conocer el país, el idioma, las costumbres... Y, sobre todo, el marco legal y económico en el que quiere desarrollar su proyecto.

P: ¿Hasta qué punto los estados pueden ser un problema y un obstáculo para el sector?

R: Tomemos el caso de las Filipinas. Comprar islas en este país requiere un proceso tan complejo y burocrático que conocemos casos de compradores que contraen matrimonio con alguien de nacionalidad filipina para poder acceder a la compra de estos activos.

El papeleo también es un problema muy importante. En Grecia hemos vivido una situación surrealista: hemos cerrado un acuerdo entre un comprador y un propietario, pero éste último, el aún dueño de la isla, va a necesitar 500.000 dólares para cumplir con todo el papeleo y obligaciones que autorizarán la transacción. Al final, el comprador ha accedido a adelantarle al vendedor esta cantidad, pero obviamente ésta no es la forma idónea de conducir una venta.

Todo lo contrario ocurre en aquellos países que dan la bienvenida a la inversión. Hemos comentado ya que muchas micronaciones del Caribe son muy serias en este sentido, pero también tenemos el ejemplo de Canadá, donde el mercado no capta a tantos clientes internacionales, pero el marco vigente es fiable y razonablemente atractivo. El único problema es que me temo que muchos compradores no tienen ganas de aguantar nuestro frío invierno [ríe]...

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