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José T. Raga

La condición de crecimiento

El éxito de gobernar no es colocar deuda, sino reducir su cuantía hasta su extinción.

Siempre me han fascinado los políticos, más aún si son gobernantes, que hacen de la verdad de Perogrullo el centro de toda su argumentación política. La perogrullada, por evidente, es mejor silenciarla o, al menos, no ponerla de manifiesto. Comprendo que la intención del señor ministro de Economía y Competitividad quizá fuera la de lanzar un mensaje amenazante, tan común en los gobernantes de las últimas épocas como incomprensible para los gobernados –al fin y al cabo, no entiendo la necesidad de amenazas, teniendo el Boletín Oficial del Estado a su disposición– advirtiendo de que, si no crecemos en los próximos trimestres, será imposible que se sigan manteniendo las prestaciones sociales.

Es tan cierta su afirmación, que sólo decirla ofende al intelecto de los ciudadanos. ¿O es que se está poniendo la venda antes de la herida? Un error sería que, por semejante manifestación, se considerase autorizado a hacer de su capa un sayo y gobernar recortando de un lado u otro, sin considerar las preferencias de la población, basando la acción de gobierno en lo que suele llamarse razones políticas.

De las prestaciones, que son las contributivas, aquellas que han comprado los ciudadanos mediante las cotizaciones a la Seguridad Social –lo no contributivo son subsidios–, sólo se entenderán sus recortes en caso de fuerza mayor; es decir, en última instancia. Todo lo demás, es recortable con prioridad sobre las prestaciones, y así creo que lo piensa el ciudadano medio.

De una vez hay que recortar el gasto público, aunque para ello haya que ser antipático a los que viven de lo que debería recortarse. Se lo ha dicho por activa y por pasiva todo el mundo. Sin ir más lejos, se lo acaba de decir el presidente del Banco Central Europeo, señor Draghi, a través del Boletín del BCE del mes de septiembre. Reducir el déficit, cueste lo que cueste, es esencial para la vida económica de la nación. ¿Cómo puede estar pensando en si crecemos o no, cuando los recursos financieros disponibles se dedican, en cuantía significativa, a la suscripción de deuda pública? ¿Cómo se va a crecer sin financiación para la actividad productiva?

Estoy de acuerdo en que la decisión del Tribunal Constitucional de Alemania del pasado miércoles fue una buena noticia; o, mejor, habría sido muy mala noticia la decisión en sentido contrario. Pero eso sólo abre la puerta a posibles remedios temporales, que hundirían más la economía si se les considera soluciones al problema estructural español.

Todos están muy contentos por la disminución de la prima de riesgo, pero, cuidado, usted bien conoce la extrema volatilidad de los mercados financieros, así que, hagan los deberes por lo que pueda pasar. Al fin y al cabo, la solvencia de una economía depende de su capacidad para cumplir los compromisos con terceros, o lo que es lo mismo, su capacidad para generar excedentes. Y, recuerde, el éxito de gobernar no es colocar deuda, sino reducir su cuantía hasta su extinción.

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