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Emilio J. González

Terapia de choque

Le guste o no, al Ejecutivo no le queda más remedio que aplicar una terapia de choque. Una terapia de choque que afecte de verdad a las autonomías.

Un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional indica que por cada punto del PIB que un país reduce su déficit presupuestario, su crecimiento económico se reduce también en, aproximadamente, un punto. Esta es una cuestión clave para tratar de comprender tanto la estrategia para sanear las cuentas públicas del Gobierno español como lo equivocado de la misma.

Me explico.

A partir de lo que dice el FMI se pueden trazar dos estrategias de recorte del déficit. La primera sería la seguida por los países anglosajones, de reducción suave pero mucho más alargada en el tiempo, para que la política de saneamiento no tenga un impacto tan grande sobre la actividad productiva. La segunda sería una terapia de choque, es decir, un recorte drástico y cuanto antes, como quiere Alemania, que a corto plazo tendría un impacto muy fuerte sobre el crecimiento económico. El Gobierno español parece haberse decantado por la primera vía, lo cual es un error. Teniendo en cuenta los altos niveles de deuda que acumula nuestro sector público, niveles que imponen unos intereses muy altos, cuyo pago incrementa tanto el gasto público como el déficit, lo cual nos ha situado cerca del momento de tener que ser rescatados por la UE; que la financiación del déficit se hace a costa de los recursos que necesita el sector privado y que el servicio de la deuda se abre paso en el presupuesto a costa de otras partidas de gasto, no parece muy lógico que el Ejecutivo quiera seguir cargando de deudas al país para evitar una caída mayor de la economía, porque con ello lo único que consigue es prolongar la crisis.

El Gabinete, para minimizar este problema, pretende que el BCE compre deuda española en los mercados, al objeto de reducir la prima de riesgo y, por tanto, el coste de financiación del déficit; pero esto es un error, porque el BCE no va a comprar toda la deuda española habida y por haber. Los mercados lo saben. Si el BCE hiciera eso, los mercados se tranquilizarían un tiempo... hasta que vieran a España acumulando una cantidad enorme de deuda pública y que le resultaría muy costoso devolverla, con lo que la prima de riesgo volvería a dispararse y el problema estaría otra vez ante nosotros, y agravado. Es decir, por este camino lo único que consigue el Gobierno es retrasar, que no eludir, las decisiones que tiene que tomar, entre ellas las de meter mano de una vez por todas a las autonomías.

La segunda vía es más drástica, pero mejor. A corto plazo se agudizaría la recesión, pero no nos cargaríamos tanto de deuda pública ni los intereses de la misma alimentarían tanto el déficit, con lo cual estaríamos mucho antes en condiciones de salir de la crisis y de aligerar esa carga, que, cuanto más crezca, más va a poner a la población en contra del ajuste presupuestario, porque los sacrificios que realiza y los sufrimientos que padece se ven compensados con el crecimiento de la partida de intereses de la deuda, sin que apenas se avance en la reducción del déficit.

Le guste o no, al Ejecutivo no le queda más remedio que aplicar una terapia de choque. Una terapia de choque que afecte de verdad a las autonomías.

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