No todos los depósitos bancarios que ofertan las entidades son iguales. Existen algunos con más riesgo que otros, como son las modalidades de estos productos que se combinan con otros índices y sistemas de cálculo de intereses. A diferencia que los depósitos bancarios a plazo fijo, este tipo de imposiciones no son recomendables para el ahorrador más conservador.
Desde hace algunos años, las entidades vienen ofreciendo una serie de depósitos dirigidos a un perfil de inversor algo más agresivo. Son los denominados depósitos con riesgo, productos que proporcionan un rendimiento final generalmente condicionada, en una parte o en su totalidad, por un índice bursátil.
Para invertir en este tipo de depósitos se exige un importe mínimo mayor que las imposiciones a plazo fijo y el vencimiento suele ser superior al año. Entre los depósitos de riesgo que nos pueden ofrecer están los depósitos referenciados, depósitos estructurados y los depósitos asegurados.
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Los depósitos referenciados o indexados proporcionan un beneficio final formado por una parte fija y por otra variable. Ésta última está condicionada al comportamiento de un índice versátil. El pago de los intereses se realiza al vencimiento mediante un determinado porcentaje de la revalorización media del índice de referencia en cuestión que se ha utilizado, por ejemplo el Ibex-35. Este tipo de depósitos tiene un riesgo pues la rentabilidad final no la conoce al cliente hasta la fecha de vencimiento. Aunque el capital inicial aportado suele estar garantizado, este tipo de producto es más adecuado para aquellos ahorradores que estén dispuestos a sacrificar sus beneficios a cambio de la posibilidad de ganar más que un depósito tradicional, al participar en la evolución de los mercados que, por otra parte, no siempre es favorable.
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Los depósitos estructurados son algo más complicados que los anteriores. Por norma general ofrecen una rentabilidad final que se compone por una parte fija y otra variable, siendo ésta dependiente del comportamiento de en Bolsa de una determinada empresa o cotización. Al igual que los depósitos referenciados la rentabilidad final es desconocida hasta que termine el plazo del depósito. Las entidades pueden llegar a plantear el producto de la siguiente forma: el depositante recibe de forma garantizada un determinado rendimiento anual y, además, si las acciones de la empresa de referencia cotizan a final del plazo a un precio superior a un tanto por ciento estipulado por encima del que tenían al iniciar el depósito, el cliente no sólo recuperará el capital, sino el rendimiento anual fijo correspondiente. Si el precio de la cotización fuera interior a ese tanto por ciento, se le entregarán las acciones al depositante por el valor resultante de dividir el capital invertido por el tanto por ciento de la primera cotización.
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La variedad de depósitos asegurados consisten en que llegada la fecha de vencimiento, el titular recibirá la rentabilidad más alta de una serie de opciones, por norma general dos: el tipo nominal o el TAE pactado en el contrato del depósito o bien un porcentaje de la revalorización media de un índice bursátil durante un período de tiempo concreto. A pesar de la aparente complejidad de este tipo de depósitos para el ahorrador tradicional, para aquellos inversores que se inician en la renta variable, son sencillos y claros. Son una alternativa a las inversiones tradicionales pero, en ningún caso, son recomendados para aquellos usuarios de banca no familiarizados con el mundo de la renta variable y mucho menos para aquellos que no están dispuestos a sacrificar una parte de su capital o beneficios. En muchos casos el riesgo es bajo o moderado pero, si la evolución del mercado no es favorable, el riesgo puede ser elevado.
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