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Juan Velarde

La deuda pública española

Los elevados intereses provocan el llamado "efecto expulsión" que sitúa a los empresarios en condiciones difíciles para conseguir créditos.

Los elevados intereses provocan el llamado "efecto expulsión" que sitúa a los empresarios en condiciones difíciles para conseguir créditos.

El déficit del sector público o se financiaba a través de una operación complicada de pignoración de la deuda pública que se suspende con el Plan de Estabilización en su huida de la inflación, o sencillamente se acude a los ahorradores, ofreciéndoles un tipo de interés por el préstamo que les incitaba a suscribir fondos de variado tipo con garantía del sector publico.

La deuda pública española actual está siendo suscrita por ahorradores nacionales y extranjeros. Sus tipos de interés los acaba determinando, en buena medida, la situación del mercado financiero, con una consecuencia. Si estos tipos son altos y, en principio, la seguridad de que no exista una quita es muy grande, sitúan a los empresarios normales en condiciones muy difíciles para conseguir créditos. Es el llamado "efecto expulsión", que acompaña, como la sombra al cuerpo, al déficit del sector público. Cierro esta colaboración el 16 de marzo de 2013. Aunque las cosas han mejorado, el diferencial con el bono a diez años alemán del español de las mismas características leo que es de 346, y a pesar de eso, reina un cierto optimismo porque ha llegado a situarse este diferencial, o sea, los tipos de interés que se pagan por España en el mercado del euro, en torno al 600. Incremento en los tipos de interés que, a través del "efecto expulsión", se trasmite a una subida en los tipos españoles que aumentan los costes de la actividad de nuestras empresas, o sea, que se disminuye la competitividad.

De ahí la preocupación que, automáticamente, surge respecto al mantenimiento del déficit del conjunto de las Administraciones públicas, porque la deuda pública tiene el doble efecto de tener que abonar los tipos de interés que posee, y además, se encuentra la necesidad de su amortización, con lo que el déficit tiende a crecer. Esta acumulación de consecuencias ha de tenerse muy en cuenta. En el año 2012 el volumen de la deuda supuso casi el 85% del PIB español. Es un porcentaje preocupante por su magnitud. Pero el proceso continúa. El propio sector público estima que a finales de 2013 la cuantía total de estos préstamos incluso sobrepasará algo el 90% de nuestro PIB.

De ahí se deduce lo oportuna que es la noticia de restricción del gasto público. Aparentemente, con él se financian multitud de necesidades de diverso orden que molestan a los ciudadanos, y que la oposición no deja de trompetear. Son auténticos cantos de sirena que se dirigen al buque que hoy conduce Montoro, y que al sumar Administraciones autonómicas y locales con la del Estado, crean una tensión social evidente. Un caso concreto ha sido el de Inmaculada Rodríguez Piñero, secretaria de Economía y Empleo del PSOE, quien acaba de señalar que "Rajoy está pidiendo sacrificios a cambio de nada. Él, que siempre dice que no se puede gastar lo que no se tiene, ha acumulado el mayor endeudamiento público desde 1910 en su primer año de mandato". Se oculta que este porcentaje colosal se debe a la puesta en marcha, con la cumbre de 1989, del 11’2% de déficit del sector público, de la que podríamos denominar una política keynesiana vulgar, al creer que así se podían arreglar las situaciones coyunturales que en 2007-2008 habían aparecido en el mundo.

No se tienen en cuenta, en discursos en las Cámaras legilativas, en manifestaciones sindicales, en presiones de las autonomías, en influidos por el pensamiento de Hessel, cuestiones fundamentales que, precisamente fueron así analizadas por el propio Keynes, según nos señala en sus Memorias Hayek: "Son unos tontos". Datos y mensajes recientes del Banco de España indican con claridad que se "ha terminado la benevolencia con el déficit del sector de las Administraciones Públicas". En su comentario "La deuda pública crece como la espuma" se indica el 16 de marzo de 2013 en El Economista, con toda la razón, que "estos datos indican que son necesarios nuevos ajustes y acometer la reforma del sector público aun pendiente". La vergonzosa realidad de facturas no contabilizadas guardadas en cajones de las diversas Administraciones bordea lo intolerable.

Otra cosa es facilitar la negociación de la deuda pública. Se ha decidido que de aquí a pocos días esta deuda pase a negociarse en el Sistema Electrónico de Negociación de Deuda (SEND) dentro del mercado de renta fija de Bolsas y Mercados de España (AIAE). Mercado que se tendrá que vigilar con sumo cuidado.

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