Cierto es que la necesidad en muchas ocasiones nubla el buen tino de la gente, pero lo que parece ser en algún caso una solución, lejos de ser eso, se convierte en un clavo más a poner en el ataúd de la maltrecha economía de aquellos que están necesitados de liquidez.
Cuando tenemos un problema de liquidez, algo que por desgracia está al orden del día en estos momentos, cualquier cosa que se nos ofrezca que nos permita salir del paso nos parece buena. Si a eso se le añade el hecho de que todo son facilidades y que nos dan el dinero de forma rápida y sencilla, la solución parece la perfecta. Se procede a la firma de esa operación ‘de rescate’ y en menos tiempo de lo esperado ya nos hemos dado cuenta de que ha sido un completo error.
Si nos encontramos con un problema de liquidez, lo primero que debemos de hacer es analizar el motivo que nos ha hecho llegar a esa situación, si es debido a un imprevisto que por su importe nos ha cogido fuera de lugar o si por lo contrario es debido a una situación económica que llevamos tiempo arrastrando de una forma más o menos continuada y permanente.
Diferentes problemas necesitan diferentes soluciones lo cual implica la necesidad de tener claro cuál es nuestro problema y no autoengañarnos en el diagnóstico si lo que queremos es dar con la solución adecuada.
Es en este punto cuando entran a jugar un papel interesante los denominados créditos rápidos que muchas entidades financieras están ahora poniendo de moda y que, en cierta medida, son los competidores de los denominados préstamos o créditos preconcedidos de toda la vida. Estos créditos rápidos se comercializan como la solución a nuestros problemas de liquidez y puede ser que estemos ante una solución errónea.
Son rápidos en su concesión y en ser abonados en la cuenta del solicitante, no necesitan demasiados requisitos ni papeleos, ofrecen muchas facilidades a la hora de ser devueltos,..., todo un conjunto de factores que los convierten en muy atractivos. Sus competidores, los créditos preconcedidos, son importes que las entidades financieras permiten solicitar a sus clientes calculados en función de su experiencia en la entidad, con lo cual si alguien lo necesita, puede disponer de dinero hasta el límite que otorga ese crédito preconcedido y para por lo dispuesto.
¿Son la solución correcta? Dependerá de nuestra situación personal. Si por desgracia nos hemos visto abocados al desempleo, lo cual ha supuesto una merma de nuestros ingresos mensuales, si optamos por este tipo de producto, lo que es una solución inmediata, es sinónimo de que al final de ese mismo mes deberemos de afrontar una cuota a devolver del crédito que nos han dado, y si ya estábamos obligados a pedir prestado dinero por la merma de ingresos mensuales, el tener que pagar una cuota más al mes a partir de ese momento no parece la solución más adecuada. En esa situación lo primero es reducir al máximo los gastos antes de recurrir a una corriente rápida de ingresos, porque es sinónimo de más pagos mensuales que no podremos afrontar.
Si por lo contrario, nos ha surgido una avería en el coche de importe elevado, queremos realizar una reforma del hogar de no mucho importe o cualquier otra situación que supere nuestros ahorros, podemos ver en este tipo de créditos rápidos una solución, ya que nos permitirán afrontar el pago inmediato y nos supondrán el tener que afrontar mensualmente una devolución en forma de cuota que podremos planificar para que no nos altere nuestra economía doméstica y que, aunque suponga tener que afrontar más pagos mensuales, estos sean perfectamente asumibles por nuestros ingresos mensuales.
Por este motivo recomendamos imperiosamente analizar toda la situación que nos obliga a tener que solicitar dinero rápido para salvar nuestra economía y no quedarnos con la frase típica de este tipo de productos que siempre se comercializan como ‘la solución a todos nuestros males económicos’.
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