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España y Alemania: ¿quién de los dos es el pobre?

Los medios germanos se preguntan por qué sus ciudadanos tienen que contribuir al rescate de sus vecinos, que tienen un patrimonio más elevado.

Los medios germanos se preguntan por qué sus ciudadanos tienen que contribuir al rescate de sus vecinos, que tienen un patrimonio más elevado.
Mariano Rajoy y Angela Merkel, en uno de sus últimos encuentros. | Archivo

Españoles e italianos son más ricos que los alemanes. Parece el mundo al revés, pero no lo es, al menos según el informe del Banco Central Europeo (BCE) sobre el patrimonio de los hogares europeos que se publicó la semana pasada y que tantos comentarios ha generado desde que se conocieron sus principales conclusiones.

Curiosamente, en España la discusión ha pasado con una cierta sordina, como si no quisiéramos dar crédito a unas cifras que se compadecen tan mal con la realidad que tenemos por delante, con un 27% del paro y una recesión que dura ya cuatro años y no parece tener un final cercano.

Sin embargo, en el norte de Europa sí se ha generado una importante polémica, mezclada con consideraciones políticas. Los germanos se preguntan, ¿por qué tenemos que pagar para rescatar a unos tipos que tienen más bienes que nosotros? Y el Gobierno alemán ha tenido que salir a matizar las cifras del estudio, para controlar el enfado de sus ciudadanos. De hecho, incluso ha lanzado la idea de que se imponga un impuesto sobre la riqueza (o sobre la vivienda) que sirva para asegurar los fondos que han puesto los alemanes en su rescate.

En cualquier caso, los datos están ahí y parecen reflejar una realidad muy diferente a la que puede verse en los medios de comunicación. ¿Tiene todo esto alguna explicación?

Hogares, historia y jóvenes

De acuerdo a las cifras del BCE, el patrimonio medio neto (es decir, descontando todas sus deudas) de los españoles alcanza los 291.400 euros, frente a los 195.200 de los alemanes, los 233.400 de los franceses, los 170.200 de los holandeses o los 275.200 de los italianos. Si tomamos las medianas -es decir, cuánto tiene el español situado en mitad de una imaginaria lista, que fuera del más rico al más pobre-, en Alemania es de 51.400 euros, en Francia de 115.800 euros y en Holanda de 103.600 euros; mientras, en España alcanza los 182.700 euros e Italia 173.500 euros.

Podría decirse que no hay un único motivo para estos resultados. Las causas de las sorprendentes diferencias de renta entre los países de la Eurozona van desde la historia de cada territorio a los flujos futuros de renta esperados por sus ciudadanos, pasando por algún que otro error estadístico. Cada uno pondrá más peso en una que en otra, pero probablemente todas ellas hayan contribuido. Eso no quiere decir que el informe pueda ser ignorado. Al contrario, muestra una realidad que explica parte de los problemas de la actual situación y apunta hacia algunas de sus posibles soluciones.

- La explosión de la burbuja: es el fallo más evidente del informe. Como puede verse en el siguiente apartado, el patrimonio depende en gran medida de los bienes inmobiliarios. Pues bien, los datos que cogieron los autores hacen referencia a 2010. Sólo han pasado dos años y medio, pero parece claro que en varios países de Europa han sido más que suficientes como para que la foto sea muy diferente. Es más, en el caso de España, los precios de los pisos son de 2008, cuando la burbuja del ladrillo todavía no había comenzado a deshincharse. Según los últimos datos conocidos, el precio medio ha caído un 36% desde los máximos de diciembre de 2007. Por lo tanto, la riqueza media de los españoles podría ser un tercio menor de lo que aparece en el estudio. No es una diferencia menor.

- El tamaño sí importa: hay que recordar que el BCE media la riqueza de los hogares. En este sentido, la estructura social de cada país tiene mucha importancia. En Alemania, Holanda y otros países del norte de Europa, los hogares son más pequeños (2,0 miembros de media en el país germano, frente a 2,7 en España, por ejemplo). Por eso, aunque el patrimonio por familia es mucho mayor en el sur, en términos personales no hay tanta diferencia. Este tipo de familias, con uno o dos miembros, normalmente es más normal que vivan de alquiler o ahorren menos que aquellas en las que de cuatro, cinco o seis personas, a veces de varias generaciones, comparten una vivienda.

- ¿Pobres o jóvenes?: por otro lado, esto no quiere decir que esos hogares con uno o dos miembros sean pobres en el sentido tradicional del término. Muchas veces simplemente se refieren a casos como estudiantes o jóvenes trabajadores emancipados que viven de alquiler, una figura muy común en el norte de Europa y mucho menos presente en los países mediterráneos. Estadísticamente, un universitario que vive solo es un hogar con ingresos muy bajos y sin ninguna clase de posesión matrimonial; pero en la realidad, nadie pensaría que este joven vive en un estado de necesidad.

- El peso de la historia: por último, no debemos menospreciar la importancia de la experiencia histórica de cada país. Como explica Der Spiegel, Alemania ha sufrido en el último siglo dos guerras mundiales, una hiperinflación, cuarenta años de dominio comunista en la mitad de su territorio,... No es fácil mantener el patrimonio en estas situaciones. Por eso, el semanario apunta que "no es sorprendente que los alemanes, a pesar de sus altos ingresos, acumulen mucha menos riqueza que otros europeos. La riqueza consiste en ahorros del pasado, pero muchos ciudadanos germanos tienden a gastar su dinero en consumo. No tienen objeciones en vivir de alquiler. Y les gusta irse de vacaciones dos o tres veces al año. En otras palabras, aquellos que gastan su dinero carecen de los fondos para acumular activos".

Euro, pobreza y pensiones

Hasta ahora, hemos visto las causas que podríamos denominar como "sociales". Sin embargo, algunos autores en los últimos días han apuntado en otra dirección, resaltando la importancia de fenómenos económicos que podrían tener incidencia en el futuro de la Eurozona.

- Los dos euros: así, Wolfgang Münchau, columnista del Financial Times, apunta a que dentro de los países que comparten la moneda única podría estar formándose una Europa de dos velocidades: "Desde el comienzo de la eurozona, los salarios y los precios al consumidor se han mantenido prácticamente constantes en Alemania. En el sur de Europa, el nivel general de los salarios y de los precios se ha incrementado año tras año. Durante el período, esta persistente brecha en la inflación ha conducido a una gran discrepancia en los precios de los activos. Ésta es la razón por la que un departamento en Milán cuesta mucho más que uno en Múnich, la ciudad con precios de vivienda más altos en Alemania, pero un euro alemán compra más bienes raíces en Múnich que un euro italiano en Milán".

Y esto tendrá consecuencias: "Si la misma unidad de medida nos arroja una cifra mayor de riqueza para España que para Alemania, y cuando también tú sabes que eso no puede ser verdad, entonces debe haber algo mal con la unidad de medida. Esto me hace llegar a la conclusión de que la unidad de medida no es realmente la misma a través de la zona euro, que España y Alemania tienen un euro distinto. La imposición de controles de capital en Chipre ha sentado un precedente. Ahora tiene una nueva moneda. Yo lo llamo el euro chipriota. De acuerdo con el estudio del BCE, Alemania también tiene su propia moneda -el euro alemán- y está masivamente infravalorado".

- Desiguales: la segunda lectura es que los alemanes viven en un país mucho más desigual que los españoles (S. McCoy lo apuntaba este jueves). Ya hemos visto que las diferencias son mayores cuando se analiza la mediana que cuando se toma la media. De esta manera, los alemanes más ricos serían 150 veces más acaudalados que los más pobres, mientras que en España esa diferencia sería de apenas diez veces. De hecho, en la encuesta del BCE ya se apunta que si sólo cogiéramos los hogares con vivienda en propiedad, nos saldría un resultado completamente diferente, con los germanos por encima de los españoles.

Así, el problema lo tendría el país teutón, porque no ofrece un acceso a la vivienda a sus clases bajas. En este sentido, sí habría que apuntar al menos dos matizaciones: por un lado, lo ya comentado sobre el peso de los hogares de reducidas dimensiones en el norte de Europa, que desvirtúa las estadísticas. Y por otro, que todos los estudios sobre desigualdad en Alemania están sesgados desde el momento en que mezclan Este y Oeste, a pesar de las profundas diferencias que existen, 25 años después, a uno y otro lado del Muro.

- Pensiones e impuestos: por último, hay una cuestión que no debe ser ignorada y que también tiene su importancia cuando una familia decide si comprar o no una vivienda. Cuando piensa en su riqueza, el ciudadano medio no sólo tiene en cuenta su situación actual, sino sus flujos esperados de renta. En Alemania, el PIB per cápita (30.300 euros) es el equivalente al 121% de la media de la UE, mientras que en España nos quedamos en el 98% (24.700 euros). Aquellos que defienden esta explicación apuntan a que los alemanes esperan ganar más dinero en el futuro, tanto con sus salarios como con pensiones púbicas y privadas que tienen la seguridad de que cobrarán, algo que no pueden decir sus vecinos del sur, que se ven obligados a ahorrar en bienes reales.

- La explicación de la canciller: en este sentido, la propia Angela Merkel tuvo que salir al paso del informe, ante la polémica generada y apuntó que en los países del sur, "más gente tiene casas y pisos, generalmente como garantías para la vejez. En Alemania en cambio existen fuertes sistemas de pensiones obligatorias y de las empresas. Y las altas pensiones no figuran en esa estadística como tampoco figuran los objetos inmobiliarios de los alemanes en el extranjero. Por ese motivo las fortunas medias de los alemanes parecen ser más pequeñas de lo que son en realidad".

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