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EDITORIAL

No dormirse en los brotes verdes

El Gobierno debe ver en estos buenos datos un estímulo para llevar a cabo las reformas estructurales y la rebaja fiscal prometidas.

Los datos referentes al empleo de mayo constituyen, sin lugar a dudas, una espléndida noticia. Aunque uno de cada dos nuevos cotizantes en el régimen de asalariados se concentre en la hostelería, el descenso del paro en casi cien mil personas es el mejor dato que arroja un mes de mayo desde que empezó la crisis, tanto en lo relacionado con el desempleo como en lo relacionado con la afiliación a la seguridad social.

El Gobierno no debería, sin embargo, contentarse con este pequeño síntoma de recuperación, sino utilizarlo de estímulo para llevar a cabo las reformas estructurales y la rebaja fiscal prometidas, esenciales para poner fin a la crisis. De otra forma, el reformismo pausado del Gobierno sólo estará en disposición de ofrecernos una lenta e innecesariamente dolorosa salida de la recesión, cuando no una condena al estancamiento. En este sentido, recuérdese que durante el mes de abril de 2011 también se produjo una espectacular reducción del paro, que todavía se prolongó, con menos fuerza, en los meses siguientes, pero luego se volvió a la destrucción neta de empleo.

Para que no suceda ahora lo mismo y para que estos datos no sean sólo flor de unos escasos meses, el Gobierno debería culminar la poco ambiciosa pero bien orientada reforma laboral, liberalizando más nuestro mercado de trabajo y reduciendo los costes fiscales de la contratación, que están en uno de los niveles más altos de la OCDE. La reducción de las cotizaciones a la Seguridad Social deben ir acompañadas de una reforma de nuestro insostenible sistema de pensiones, tal y como nos recomienda Bruselas.

El Gobierno tampoco debería fijarse en el calendario electoral para anunciarnos su prometida rebaja de impuestos, sino acometerla de forma inmediata. Aligerar, como contrapartida, el peso de nuestro sector público no debe constituir un premio de salida a la crisis, sino una condición para salir lo más rápidamente posible de ella.

En definitiva, por mucho que el contundente descenso del paro en mayo sea un motivo de esperanza, aún son muchos los millones de desempleados como para que el Gobierno se duerma en unos laureles que bien pueden quedarse en efímeros brotes verdes.

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