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Emilio J. González

El estancamiento probable

Lo que parece que nos aguarda en los próximos años es un largo y doloroso periodo de estancamiento.

Lo que parece que nos aguarda en los próximos años es un largo y doloroso periodo de estancamiento.

La semana pasada el Fondo Monetario Internacional publicó un informe bastante pesimista sobre la economía española en el que venía a decir que lo que nos aguarda en los próximos años es un periodo de estancamiento económico con muy altos niveles de paro. Ahora, el Wall Street Journal quiere hacer todo un alarde de optimismo y dice que las medidas de Rajoy están funcionando y que lo que denomina el "experimento español" puede tener éxito. Desde luego, a todos nos gustaría que el rotativo financiero estadounidense acertara de pleno, porque lo que nos va en ello es, ni más ni menos, que los empleos y el bienestar del conjunto de la sociedad. Por desgracia, un análisis pormenorizado de la realidad lleva a pensar que la realidad de nuestra economía está más próxima a lo que dice el FMI que a lo que le gustaría al WSJ.

De entrada, es verdad que la deuda privada española se ha reducido fuertemente, pero se ha reducido la de las empresas, porque no había ni hay crédito para refinanciarla y porque los intereses de la misma pueden ahogarlas, teniendo en cuenta lo mucho que han caído los márgenes empresariales. En cambio, la situación de las familias es, más o menos, la misma, lo que constituye uno de los principales factores que impiden la recuperación del consumo y, por tanto, del crecimiento económico y del empleo a través de la demanda interna.

La inversión exterior, por su parte, está mejorando, pero esto se debe, en gran medida, a la adquisición de activos inmobiliarios con descuentos nunca inferiores al 70%, lo cual no va a crear muchos puestos de trabajo. Esto no es como a mediados de la década de los ochenta, cuando la inversión exterior en España se disparó, ante la perspectiva de nuestra entrada en la Unión Europea, y compró o creó muchas fábricas y puestos de trabajo, muchas de las cuales, por cierto, se han marchado a los países emergentes. Ahora no se anuncian entradas de multinacionales para instalar fábricas en España, sino de inversores para gestionar activos inmobiliarios. Esto tampoco nos va a sacar del estancamiento.

Los indicadores de competitividad, sí, se han recuperado. El problema es que en España no hay suficientes empresas ni empresarios para aprovecharlo. Los costes laborales pueden caer, pero sin empresas que lo aprovechen para producir, exportar y generar empleo todo esto no nos va a servir de mucho.

Por último, queda el problema del sector público. Hasta ahora, el ajuste en el número de empleados se está haciendo gracias al despido de los contratados temporales, que ya apenas quedan, y de las jubilaciones. Pero queda por hacer casi todo con el fin de reducir el déficit y poder bajar impuestos, y ahí no se percibe cambio alguno ni nada que se le parezca. En consecuencia, y a la luz de todo lo anterior, lo que parece que nos aguarda en los próximos años es un largo y doloroso periodo de estancamiento, porque no existen bases sólidas para impulsar el crecimiento.

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