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Manuel Llamas

Asco de sindicatos

El mensaje de despedida de CCOO a Rosalía Mera es una muestra inequívoca -una más- de la mezquindad y vileza que ostentan los grandes sindicatos.

El mensaje de despedida de CCOO a Rosalía Mera es una muestra inequívoca -una más- de la mezquindad y vileza que ostentan los grandes sindicatos.

El deleznable mensaje de despedida que Comisiones Obreras (CCOO) ha otorgado a la tristemente fallecida Rosalía Mera es una muestra inequívoca -una más- de la profunda mezquindad y vileza que ostentan los grandes sindicatos en España. Así, lejos de reconocer su excelente labor empresarial como cofundadora de Inditex, una de las principales multinacionales del país, la organización sindical que dirige Ignacio Fernández Toxo se limitó a despreciar su persona, juzgándola de forma despectiva, ruin y macabra por el mero -y muy legítimo- hecho de ser millonaria gracias al esfuerzo y tesón de toda una vida dedicada a su empresa.

"El hueco que deja Rosalía Mera (DEP) en la lista #Forbes ya ha sido ocupado por otro/a. Que también se morirá, tarde o temprano", rezaba el tuit lanzado inicialmente desde la cuenta oficial de CCOO en Castilla-La Mancha, pese a que luego fue oportunamente borrado. Como si amasar fortuna mediante el éxito empresarial, en un mercado libre regido por la oferta y la demanda, fuera motivo de condena y, por tanto, digna de aplauso la muerte de cualquier millonario.

De hecho, en lugar de corregir semejante atrocidad moral, el sindicato trató de justificar su alegato con varios mensajes extra para recordar a sus seguidores que la muerte es perfectamente igualitaria, pues a todos alcanza tarde o temprano, con independencia del tamaño de la cartera, en un incomprensible intento por restar relevancia mediática al fallecimiento de Rosalía Mera, y, de este modo, desmerecer su admirable figura: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar... pasando o no por la lista Forbes. DEP Rosalía"; "La acumulación de riqueza no garantiza la vida eterna. Es una aspiración humana, pero no humanista. Rosalía lo supo (DEP)"; “Diez personas perdieron la vida en accidentes laborales en los primeros seis meses del año en CLM [Castilla-La Mancha]”; “Hoy hemos ofrecido una rueda de prensa sobre siniestralidad laboral en CLM. También mueren trabajadores… DEP Rosalía”.

Estos absurdos y pueriles guiños ideológicos, nacidos desde la envidia de la peor calaña, levantaron, como es lógico, encendidas críticas entre muchos tuiteros de bien, que no tardaron en afear la miserable conducta de los sindicalistas. ¿La reacción de CCOO? A la defensiva: "No hay celebración ninguna en el tuit". A lo que otro tuitero responde: "Tampoco hay muestra de condolencia, así que os podíais haber ahorrado excretar ese tuit". Chapó. Se puede decir más alto, pero no más claro. La muy sibilina argucia de desmerecer a Mera enfrentando su muerte a la del obrero, de forma absolutamente maniquea y ridícula, refleja la inconmensurable bajeza moral del sindicalismo patrio.

El problema de fondo es que CCOO y UGT siguen instalados en la tan manida "guerra de clases", una entelequia carente de sentido, ya que la clase social, propia de regímenes arcaicos como el feudal, ni existe ni puede existir bajo el capitalismo, pues cualquiera, con independencia de su origen, puede prosperar y llegar a lo más alto por méritos propios. Rosalía Mera y su exmarido, Amancio Ortega, son una prueba más. Ambos, de origen humilde, crearon un imperio gracias, única y exclusivamente, a su perspicacia, trabajo y tesón. Inditex, cuyo modelo de negocio es estudiado en medio mundo, tiene presencia en casi 80 países y emplea a más de 120.000 personas, sin contar los miles de puestos indirectos que genera a su alrededor. Mera y Ortega formaron un tándem genial, levantando de la nada una compañía textil líder a nivel mundial. Y el secreto de su enorme éxito no fue otro que el de satisfacer de forma idónea las necesidades de millones de personas, ofreciéndoles ropa de diseño y alta calidad a bajo precio. Su fortuna es el reflejo de su éxito, la forma en la que el mercado (todos nosotros) expresa su satisfacción por el servicio ofrecido.

Los sindicalistas españoles son incapaces de comprender esta verdad, ya sea por pura incapacidad o ceguera ideológica. No entienden que los empresarios tan sólo triunfan si sirven correctamente a sus clientes (consumidores), generando así riqueza y empleo de la nada gracias al virtuoso proceso creativo que posibilita el libre mercado. Piensen si no por un momento en la también desaparecida figura de Steve Jobs, fundador de Apple. ¿De dónde procedía su riqueza? Miren a su alrededor: Iphone, Ipad, Mac... Fue el padre de la nueva era informática, facilitando con ello la vida a cientos de millones de personas en todo el mundo. El mercado (nosotros) compró y sigue comprando voluntariamente sus productos. He ahí su fortuna. Nuestra satisfacción es su recompensa, y viceversa. De ahí, la vital función de todo empresario. Así funciona el bendito capitalismo.

El sindicalismo español, por el contrario, opera de forma inversamente proporcional. ¿A quiénes sirven? A ellos mismos -liberados-. ¿A costa de quién? De los demás -generando paro-. ¿Con qué dinero? Con el del resto -impuestos-. ¿Pruebas? Para aburrir... Los sindicalistas de CCOO deberían besar cada palmo que Rosalía Mera -y tantos otros empresarios- pisaron en vida. O, como mínimo, respetar su memoria cerrando la boca. Su vergonzoso pésame, simplemente, sobraba.

Que todo lo bueno hecho en la tierra, que ha sido mucho, sea debidamente recompensado en el cielo. Rosalía Mera, descanse en paz.

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