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¿Por qué España 'odia' a Merkel?

La recesión provoca un cambio en la relación con Bruselas y los grandes países. Se exige más gasto y menos control.

La recesión provoca un cambio en la relación con Bruselas y los grandes países. Se exige más gasto y menos control.
El 82% de los españoles se declara en contra de su gestión de la crisis | Cordon Press

La luna de miel entre España y la Unión Europea se ha acabado. Ha durado casi tres décadas, pero la crisis ha terminado con ella. Nuestro país era uno de los más pro-europeos de los 27 socios. En 2007, el 74% de los españoles declaraba que "confiaba" en la UE. Seis años más tarde, la cifra ha caído hasta el 23%. Y un detalle curioso. La desafección tiene un rostro: Angela Merkel.

Desde que a mediados de los ochenta ingresó en la entonces Comunidad Económica Europea, España ha estado siempre a la cabeza del europeísmo. Sus ciudadanos se contaban entre los que más confiaban en las instituciones comunitarias, los que creían que su país se había beneficiado más por la pertenencia al club y los que estaban más dispuestos a entregar competencias a Bruselas.

En cierto sentido, era lógico. La imagen que llegaba al español de a pie era la de una UE bondadosa, que soltaba fondos de cohesión con largueza y ayudaba a la construcción de carreteras y vías de tren. Y que les aceptaba en el euro, una moneda que se ponía prácticamente al nivel del dólar como divisa refugio y permitía una década de bajos tipos de interés, estabilidad en los precios y crecimiento económico.

En los últimos cinco años, todo ha cambiado. La crisis de la deuda soberana puso toda la atención del continente en los periféricos. España, por ejemplo, se encontró con su acceso a los mercados cerrado. En 2010 y 2012, los gobiernos del PP y del PSOE tuvieron que acudir a Bruselas en busca de ayuda. Y los socios comunitarios pusieron sobre la mesa sus exigencias, algo lógico. A cambio de rescatar a nuestro país (literalmente en el caso del préstamo para el agujero de las cajas), pedían un recorte en el déficit público, que hay que recordar que ha acabado cuatro años seguidos por encima del 10% del PIB, más de 100.000 millones de euros.

Los Gobiernos de la UE quieren pruebas de que recuperarán el dinero que han puesto de sus contribuyentes. Ya han perdido lo que entregaron en Grecia y no quieren que pase lo mismo en Italia, España o Portugal. Y en estos países, en vez de preguntar a sus gobiernos por qué se gastaron un dinero que no tenían, se ha generado un movimiento anti-recortes y anti-austeridad, que culpa a la troika, a los mercados o a Merkel de todos los problemas. Es decir, que mientras el dinero fluyó desde Bruselas todo fue bien, pero cuando llegó la hora de cumplir con los compromisos adquiridos, aparecieron los problemas.

Las encuestas

Esta semana, se han publicado dos informes que ponen cifras a este sentimiento. Por un lado, la Fundación BBVA presentaba su informe de Tendencias transatlánticas, realizado en colaboración con otros institutos de EEUU y la UE, que incluye un capítulo dedicado al papel de la Unión Europea durante la crisis; por su parte, el número 17 de la revista de Funcas Panorama Social esta dedicado a La ciudadanía europea en la encrucijada. El enfoque era similar. Y las conclusiones de las dos encajan perfectamente: España, uno de los más fieles socios de la UE, se ha despertado de la crisis siendo anti-europea.

Las siguientes son las respuestas más llamativas (al final del artículo, algunos de los gráficos del estudio del BBVA):

- Sin confianza: según el informe de Funcas, sólo un 23% de los españoles declara confiar en la UE en la actualidad. Es uno de los porcentajes más reducidos de los Veintisiete. Grecia y la euro-escéptica Gran Bretaña presentan una cifra algo menor. Pero lo llamativo no es sólo que no se fíen de Bruselas, sino el cambio producido en los últimos años. En 2007, era un 74% el porcentaje de encuestados que mostraba apego hacia la Unión. Sólo los países del este, recién llegados al club y con el recuerdo del comunismo, eran más entusiastas.

- El balance: también según Funcas, en 2007, un 59% de los españoles declaraba que su grado de vinculación con Europa era "mucho o bastante". En 2012, apenas un 47%. La confianza en el Parlamento Europeo ha pasado del 70% al 28%. Con estas respuestas, no es extraño que sólo el 58% piense que es "bueno" pertenecer a la UE (en 2007 eran un 75%) y sólo el 66% crea que el balance para su país es positivo (en 2012 esta cifra era del 83%).

- Ni Rajoy, ni la UE: mientras tanto, según el estudio de la Fundación BBVA, los españoles no están de acuerdo en cómo se ha manejado la crisis. Parece lógico, dada la situación económica del país. Pero lo que sorprende es que incluso los portugueses están más conformes. Por ejemplo, sólo el 18% de los encuestados en España dice estar "a favor o muy a favor" de la forma en que su Gobierno ha gestionado la crisis (el 26% de los lusos).

Y lo mismo ocurre cuando se pregunta por la UE. Apenas el 21% "está a favor" de lo que se ha hecho en Bruselas desde 2007. Mientras, en Alemania o Polonia más de la mitad de los ciudadanos se declara conforme con la actuación de las instituciones comunitarias (en Portugal es un 41%).

En las dos preguntas, tanto la que tiene que ver con la UE como con el Gobierno nacional, los españoles son los que se declaran más disgustados con la gestión de la crisis.

- Más gasto: aunque el origen de la fase más profunda de la crisis en España coincidió con el desplome de la deuda soberana, que obligó al Gobierno español a pedir ayuda por dos veces a la UE (Rodríguez Zapatero en 2010 y Rajoy en 2012), sus habitantes están entre los europeos que más apuestan por el incremento del gasto público como palanca para salir de la recesión.

Sólo el 26% de los portugueses y el 31% de los italianos (por citar otros dos países periféricos con unos problemas similares) creen que el Gobierno debería "mantener o aumentar" los actuales niveles de gasto. Mientras, entre los españoles este porcentaje crece hasta el 53%.

Cuando se les pregunta por políticas concretas de gasto, todos los europeos se muestran más favorables a las mismas. Tiene cierta lógica. Las preguntas genéricas sobre más gasto público reciben respuestas negativas, pero si se habla de "educación", "servicios sociales" o "pensiones", la tendencia lleva a pedir más gasto. España no es una excepción, pero también aquí está en los primeros lugares. Así, el 76% de los encuestados en nuestro país pide aumentar las partidas en ciencia y tecnología; el 28% en transportes (otro 54% pide mantenerlas), a pesar de los ejemplos de derroche que jalonan la geografía nacional; y el 57% en "programas del Estado del Bienestar". Es coherente que los sucesivos gobiernos rechacen los recortes pedidos por Bruselas. Con estas cifras, está claro que las medidas de austeridad serán castigadas en las urnas.

- Ni Merkel ni euro: por último, a la hora de buscar culpables, también los españoles destacan entre los europeos. Son la canciller alemana, Angela Merkel, y la moneda única, las que se llevan la palma. En lo que hace referencia a la política germana, el 82% se declara en contra de su gestión de la crisis y sólo el 15%, a favor.

Mientras, en el conjunto de la UE, a favor de la canciller está el 42% de los ciudadanos y el 47%, en contra. La diferencia con España es significativa. Incluso en países como Italia (58% en contra y 33% a favor) o Portugal (65% y 30%), dos países rescatados, los porcentajes, aunque desfavorables para Merkel, son mucho más parejos.

Tampoco se libra de las críticas la moneda única. Sólo el 32% de los españoles creen que es positivo haberse unido a la Eurozona, uno de los porcentajes más bajos de los países participantes en el estudio. Por ejemplo, alemanes (52% a favor) o eslovacos (59%) siguen apostando por el euro.

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