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EDITORIAL

El FMI vuelve por sus desafueros

Lo que les faltaba a las familias españolas es que vinieran desde fuera a alentar la voracidad fiscal al Gobierno de Rajoy y Montoro, con su demencial política tributaria.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo que, por uno de esos estupefacientes sinsentidos que acaban siendo considerados verdades evidentes, se asocia con el liberalismo, ha abogado por arrebatar a las familias el 10% de su riqueza en los países que padezcan niveles muy elevados de deuda pública; países como España, que puede que llegue a la tétrica cifra del 100% el año que viene.

Sería una quita "excepcional", dice, que sólo habría de aplicarse una vez.

Como para creer al FMI, paradigma de institución excepcional o circunstancial que sobrevive a todos los plazos y límites pese a o precisamente por no cumplir con sus cometidos. Lo excepcional sería que ese latrocinio, una vez perpetrado, no volviera a repetirse en cuanto el FMI o sus patronos, los Estados, lo consideraran oportuno.

Con esta recomendación, el FMI vuelve a demostrar que es un organismo "profundamente anticapitalista" (Juan Ramón Rallo dixit) que tiene por objeto reforzar el poder de los Estados y las burocracias internacionales y –por seguir citando al profesor Rallo– "socavar el funcionamiento del mercado libre".

Lo que les faltaba a las familias españolas es que vinieran desde fuera a alentar la voracidad fiscal al Gobierno de Rajoy y Montoro, con su demencial política tributaria.

Los Estados omnipresentes y fofos como el que padecemos los españoles, y las instituciones internacionales de que se sirven aquéllos para despachar el trabajo sucio, como este FMI nefasto y caduco, están en el origen y la perpetuación de esta tremenda crisis. Ellos son el problema y el peligro, pues por inercia, interés e incompetencia aplican medidas antagónicas de las necesarias, que no son precisamente las que ceban al Leviatán.

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