Este martes el director de ABC Bieito Rubido advertía en la tertulia de Es la mañana de Federico, en esRadio, que Cataluña tendría muchos problemas si se cierra las puertas al mercado español y endurece sus condiciones comerciales con el resto de Europa si sale de la Unión. Así, según ha advertido, el principal cliente de Cataluña es la comunidad de Aragón, a quien vende 14.000 millones de euros anuales. El segundo cliente sería Francia con 10.000 millones en ventas y el tercero Alemania con 8.000. Después vendrían la Comunidad Valenciana y en quinto lugar Madrid. Además, "a EEUU le vente menos que a Cantabria".
Recordaba así Bieito el resultado del informe "C-intereg" elaborado por Ceprede y que ha sido analizado para el diario que dirige por el profesor del IESE José Ramón Pin Arboledas. Según este analista, las consecuencias comerciales para Cataluña en caso de separarse del resto de España serían nefastas porque perdería de golpe la tercera parte de sus ingresos y sufriría una fuerte reducción de ventas en Europa al tener que pagar aranceles.
Según el citado informe, el valor de las ventas que Cataluña hace en el resto de España ascenderían a cerca de 45.000 millones de euros anuales e importaría 25.000 millones, es decir que le queda un saldo positivo de 20.000 millones. En cambio, su negocio internacional alcanza los 59.000 millones anuales, mientras que importa unos 70.000 millones, por lo que tendría algo más de 10.000 millones de euros al año de déficit exterior. Así, su negocio interior es lo que realmente permite a las empresas catalanas obtener un saldo positivo.
Del informe también se desprende que el efecto de la crisis ha dejado su huella en el comercio interior dentro de la propia Cataluña, donde mientras las ventas crecieron un 4,5% hasta 2012, se tornó a la inversa entre 2012 y 2013
De este modo, se puede inferir que en caso de que el desafío de Mas triunfe y Cataluña termine separándose del resto de España, la mayor caída de las exportaciones de Cataluña y la fuente principal de caída de su PIB residiría en el descenso de sus exportaciones a lo que hoy es el resto de España. Esta caída está estimada en un supuesto boicot a los productos catalanes y al efecto "frontera" inherente a la creación de un nuevo estado. Es decir, la imposición de barreras arancelarias hasta ahora inexistentes en las relaciones comerciales de España -y sus comunidades autónomas- al resto del Europa.