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Pablo Molina

Wyoming, el Ejemplo

El ejemplo de Wyoming es de un gran valor para las jóvenes generaciones a condición de que imiten lo que hace, no lo que dice.

El ejemplo de Wyoming es de un gran valor para las jóvenes generaciones a condición de que imiten lo que hace, no lo que dice.

El descubrimiento del nutrido parque inmobiliario que posee el Gran Wyoming ha desatado una fuerte polémica en los medios de comunicación. A las diecinueve viviendas de su titularidad, situadas en zonas de rancia tradición burguesa para una mayor revalorización, el presentador de La Sexta suma unas cuantas sociedades patrimoniales con activos suficientes para tener un pasar más que holgado en este valle de lágrimas, lo que significa que, además de un artista de éxito, Wyoming es un ahorrador que ha sabido gestionar muy bien sus finanzas.

El ejemplo de Wyoming es de un gran valor para las jóvenes generaciones a condición de que imiten lo que hace, no lo que dice. Si quieren tener éxito en la vida y disfrutar de los placeres que brinda el capitalismo, como hace él, lo mejor es aprovechar las oportunidades que ofrece el libre mercado a las personas industriosas y con talento en lugar de implicarse en luchas estériles para intentar su destrucción. No se trata de abjurar de principios progresistas como la denuncia de la especulación o la privatización de servicios públicos, sino reservarlos para las conversaciones con los amigotes o los intentos de ligue en los botellones de la facultad, de manera que en un futuro también los jóvenes que ven El Intermedio puedan disfrutar de un buen patrimonio, tratar sus dolencias en clínicas de lujo y llevar a sus hijos a caros colegios privados, que es exactamente lo que hacen los iconos progres sin excepción.

Wyoming, además, ha mostrado un elevado sentido moral en el manejo de sus finanzas, porque no consta que se haya beneficiado de la desgracia de un vecino para hacerse con su vivienda a bajo precio como un famoso líder comunista andaluz, ni que haya aprovechado la crisis para cancelar sus negocios pagando lo menos posible a sus empleados, como ha hecho algún actor rutilante o un empresario de la comunicación también de mucho progreso. Hombre, lo ideal es ser consecuente y no exigir para los demás lo que rechazas para ti mismo, pero como en España hay que ser progre por huevos, sobre todo si eres joven, conviene fijarse muy bien en cómo actúan los referentes de ese mundillo y aceptar sus soflamas apocalípticas simplemente como una manera más, quizás la más rentable, de hacerte millonario a la mayor velocidad.

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