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Un fenómeno sorprendente

Cambio de tendencia: las madres norteamericanas abandonan el mercado laboral

Crece el número de mujeres con hijos que se quedan en casa. Al mismo tiempo, sube la demanda de profesiones con mayoría de mujeres.

Las mujeres americanas vuelven a casa. No todas evidentemente. Y puede que la crisis tenga algo que ver. Pero, sea cuál sea la causa, lo cierto es que en los últimos quince años se está viviendo un fenómeno sorprendente. Según publica The Economist en su último número, desde el año 2000, en EEUU, está creciendo el número de mujeres con hijos menores de 18 años que no trabajan. Es un cambio de tendencia inesperado. Eso sí, al mismo tiempo, se vive una especie de terremoto a cámara lenta que parece empujar el mercado laboral en la dirección contraria: la gran mayoría de las profesiones con futuro son femeninas.

Lo primero que sorprende es esa vuelta al hogar. Desde 1967 hasta el año 2000, el porcentaje de madres que no trabajaban cayó desde el 49 al 23%. Sin embargo, con el nuevo milenio, llegó el cambio. Ahora mismo, esa cifra está cerca del 30%. Los autores del artículo apuntan en tres direcciones. En primer lugar, la inmigración; los recién llegados en los últimos años serían más dados a una estructura familiar tradicional. También la marcha de la economía tiene que ver; en un contexto de dificultades económicas y salarios bajos, no es tan atractivo salir al mercado laboral. Especialmente entre las clases bajas, muchas familias pueden pensar que el segundo sueldo se les marcha en pagar gastos que no tendrían si uno de los dos progenitores trabajara en casa (desde la guardería hasta el cuidado del hogar).

Pero, y esto es lo más sorprendente, hay una parte que es voluntaria. Un cuarto de las madres amas de casa tiene estudios universitarios. En este caso, la razón más habitual para tomar esta decisión es la contraria a la apuntada anteriormente. No es porque sus sueldos sean bajos, sino porque los de sus maridos son altos. El artículo habla de esposas de profesionales de alto poder adquisitivo que sienten que no es necesario que ellas trabajen, porque su salario ya no es imprescindible para mantener el tren de vida deseado, y deciden quedarse en casa.

Un mercado más 'femenino'

Habrá quién piense que cada familia es muy libre de tomar sus propias decisiones. Pero este cambio también tiene sus implicaciones en el conjunto de la sociedad. Y aunque hablamos de datos de EEUU, no hay que olvidar que el país norteamericano en muchas ocasiones anticipa las tendencias que unos años después llegarán a Europa.

En este sentido, el incremento del número de madres no trabajadoras profundiza un problema que amenaza a las sociedades occidentales: la caída de la participación de la fuerza laboral. Desde el año 2000, en EEUU, la ratio de hombres y mujeres activos se ha desplomado, del 75 al 69% y del 60 al 57% respectivamente. Esto quiere decir menos producción para el país en su conjunto y menos riqueza; y también, desde otro punto de vista, menos contribuyentes. Los sistemas de pensiones públicos no pasan precisamente por su mejor momento. ¿Qué pasaría si se generalizara esta tendencia hacia los hogares uni-salariales?

Eso sí, como apuntamos anteriormente, esta salida del mercado laboral por parte de las mujeres casadas coincide con un fenómeno que parece apuntar en la dirección contraria. El mercado laboral se está haciendo más femenino. Esta columna en FT Alphaville, uno de los blogs de economía más leídos de la actualidad, recuerda que las mujeres tienen el 60% de los puestos de trabajo en la suma de las 30 profesiones que más crecerán en la próxima década según el departamento de Trabajo del Gobierno norteamericano: cuidado personal, atención a domicilio, asistentes médicos,... Es más, 18 de estas profesiones están claramente dominadas por ellas, que representan más del 60% del total de los empleados. Hablamos de trabajos ligados a los servicios, especialmente sanidad y educación. Por ejemplo, los enfermero/as: en EEUU, más del 90% siguen siendo mujeres.

En esta tesitura, lo normal es que nos encontremos cerca de un boom salarial en ciertos sectores. Si se demandan más mujeres (no porque sean mujeres, sino porque son mayoría en estos trabajos) y al mismo tiempo hay más mujeres que deciden quedarse en casa, todo apunta a que los sueldos tenderán a subir. Y entonces llegará la pregunta clave: ¿darán los hombres el paso hacia estas profesiones? ¿Habrá más familias en las que el principal o único sueldo sea el de la esposa?

Las preguntas

Con estas preguntas, entramos en terreno resbaladizo. Y polémico. En los países más avanzados, han pasado décadas desde que la mujer se incorporó de forma mayoritaria al mercado laboral. En EEUU, por ejemplo, ya ocupan más o menos la mitad de los trabajos. Sin embargo, cuando una familia decide que uno de los dos padres deje de trabajar o acepte un puesto a media jornada o coja una excedencia, casi siempre, es ella la que da el paso atrás. ¿Por qué?

Normalmente, se culpa a los menores sueldos que cobran las mujeres, pero casi nunca se profundiza mínimamente en esta cuestión. Como explica el artículo del The Economist, el dato que ofreció Obama de que las mujeres cobran el 77% del sueldo medio de los hombres está muy mal explicado: "Hombres en trabajos de jornada completa ganan más que mujeres en esta situación, pero esto es en parte porque trabajan también más horas. Además, los hombres son mayoría en profesiones mejor pagadas: son el 87% de los ingenieros pero sólo el 16% de los profesores. Y ellos realizan tareas más peligrosas, el 92% de las muertes relacionadas con el trabajo son de hombres". En igualdad de condiciones, hay pocas diferencias: "Las mujeres solteras y sin hijos ganan de media un 95% del sueldo de los hombres solteros sin hijos".

Pero no sólo el sueldo importa cuando se toman estas decisiones. Hay una serie de cuestiones (sociales, culturales,...) que tienen una explicación complicada sólo desde una perspectiva económica. Por ejemplo, el sociólogo Philip Cohen apunta a que las profesiones tradicionalmente consideradas masculinas se está produciendo un sostenido incremento en la presencia de mujeres. Pero lo mismo no ocurre a la inversa. A los hombres les cuesta mucho más lanzarse a buscar determinados trabajos que consideran que son femeninos (el de cuidado de ancianos, del que hablamos antes, es un gran ejemplo) incluso aunque haya mucha demanda y esté creciendo el paro.

También habría que analizar las diferencias en el comportamiento de ellos y ellas una vez que acceden al mercado laboral. Por ejemplo, Garance Franke-Ruta asegura en este artículo en The Atlantic que las cualidades que permiten a las mujeres destacar en los estudios, donde lo hacen mucho mejor que los hombres gracias a su "constancia, preparación cuidadosa y paciencia", no son les son tan útiles cuando llegan al mundo de la empresa. Por ejemplo, ellas son más renuentes a tomar riesgos que les podrían ser beneficiosos y declaran ser menos ambiciosas: "Sólo el 7% de las candidatas en una entrevista de trabajo negocian su sueldo con su nuevo empleador, algo que hace el 57% de los candidatos. Y un estudio de McKinsey apunta que el 36% de los hombres en grandes compañías aspira a ser ejecutivo, un porcentaje que cae al 18% para sus compañeras". De nuevo, volvemos a la misma cuestión de antes. ¿Por qué?

Otra pregunta que habría que hacerse es si las mujeres quieren lo mismo que los hombres. Christina Hoff Sommers asegura en esta columna que incluso en Suecia, paraíso socialdemócrata de la igualdad entre sexos, las preferencias difieren: "El 47% de las madres dice que preferiría trabajar a tiempo parcial y un 20% más dice que preferiría no trabajar fuera del hogar; por contra, el 75% de los padres dice que preferiría un trabajo a tiempo completo". De nuevo, respuestas dispares en una situación de partida similar. Y ninguna respuesta sencilla para esta diferencia.

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