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José T. Raga

La precariedad laboral

En España se ha demostrado que el mejor negocio sindical es el paro.

Desde luego, vaya por delante una afirmación que hago con toda rotundidad: mientras haya un parado en España, nuestra nación y, con ella, los españoles tendremos un problema que debemos intentar resolver por todos los medios. Dicho lo cual, me parece necio que cuando apenas empiezan a solucionarse, aunque sea en pequeña cuantía, los problemas del desempleo, la oposición y sobre todo los sindicatos sigan enzarzados en unos discursos manifiestamente irresponsables.

En la dialéctica parlamentaria actual, nos tienen acostumbrados a que el adversario, a falta de discurso ordenado y convincente por sus argumentaciones, utilice la descalificación del contrario, mintiendo cuanto sea necesario y negando los hechos más evidentes.

En esta dialéctica, que no lo es por su débil carácter, de lo que se trata es de seguir a pies juntillas el consejo del refrán al uso: "Miente, que algo queda". Al fin y a la postre, la gente tampoco se lo cree y, a fuerza de no creer una y otra vez, llega a no creer en nada y nunca; que es el drama del escenario político de la España de hoy.

Frente a la evidencia de las cifras de desempleo conocidas hace un par de días –las mejores de las recordadas desde que comenzara la crisis–, la oposición, no dispuesta a reconocerlas, busca subterfugios para negar la premisa mayor, rechazando la fiabilidad de los datos del paro registrado, cantando las excelencias de la Encuesta de Población Activa. El único inconveniente es que también en la EPA las cifras muestran un caso claro de cambio de tendencia. Pero, en fin, ese es el lamentable papel de una oposición que no tiene discurso alguno. Lo malo es que les pagamos, y les pagamos bien, para semejante mamarrachada.

Me cuesta más, sin embargo, entrar en ese callejón en el que se meten los sindicatos, que, por su misma naturaleza y por el valor teórico que defienden, deberían saltar de júbilo cuando se anima el empleo, la contratación y puede verse la esperanza de tantas personas que sufren lo que a los sindicatos parece que no les importa. Sin entrar en consideraciones estadísticas, éstos, los sindicatos, prefieren el manido discurso de que el empleo que se crea es precario, incapaz de resolver el problema de pobreza severa que se padece en nuestra nación.

Yo diría que no hay mayor precariedad que la carencia de trabajo, es decir que el paro, por lo que cualquier modo de actividad es ya un hallazgo y un motivo de júbilo. Que con ello habrá menos expedientes de regulación de empleo, menos cursos de formación, y los sindicatos obtendrán menos rendimiento y menos oportunidades de corrupción, tengo que reconocer que es cierto.

Y es que en España se ha demostrado que el mejor negocio sindical es el paro, y cuanto más, mejor, salvo que llegue a afectar a sus propias estructuras.

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