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José T. Raga

El atractivo del BOE

¿Qué tendrá el Boletín Oficial del Estado que tanto gusta a los que detentan el poder?

¿Qué tendrá el BOE que tanto gusta a los que detentan el poder? Se decía tiempo atrás que la plenitud se alcanzaba plantando un árbol, escribiendo un libro y teniendo un hijo. Hoy a estas tres condiciones hay que añadir una cuarta: promulgar una norma –no importa el rango– en el BOE. Pero no sienta usted frustración si nunca han promulgado norma alguna; esto nos pasa a la mayoría de los mortales, y de ahí buena parte de nuestra felicidad.

Pues bien, a los poderes de la Unión Europea también les gusta lo del Boletín; al menos como a los que más de los de nuestra querida España. Aunque el aspecto cuantitativo es importante: una norma interna puede estropear la vida de 45 millones de españoles y una comunitaria la de 500 millones de europeos. Además, la sumisión a la norma también es diferente. Mientras en el primer caso las normas se cumplen, si se cumplen, a regañadientes, las del segundo caso encuentran siempre gobiernos placenteros que parecen reclamar más y más normas, aunque sean ridículas e injustificadas.

Creo que en este grupo encaja la Directiva Europea de Orientación, así nos la ha presentado el gobernador del Banco de España, según la cual éste tendrá que controlar la fabricación de los billetes de euro que deban imprimirse en España; y ni corto ni perezoso ya está dispuesto a vaciar la Fabrica Nacional de Moneda y Timbre de una de sus tradicionales competencias.

El problema y su solución me parecen erróneos, por mucho que sea una directiva europea. La fabricación de billetes de banco es, simplemente, una actividad manufacturera, semejante, aunque más sofisticada, a la producción de un libro o un periódico, por ello no veo la razón para que el Banco de España meta sus narices en el proceso, más allá de asegurarse que el producto tendrá las especificaciones requeridas para su uso.

La misión de un banco central –hoy delegada del Banco Central Europeo– es la de controlar la circulación del dinero que, en ese momento, ha dejado de ser una mercancía almacenada para convertirse en un medio de pago, cuya cuantía influirá en el desenvolvimiento económico y, cómo no, en el nivel de precios. Ahí radica la importancia de la misión de los bancos centrales, no en la fabricación.

Además, ¿por qué son más controlables otros modos de producción que el desarrollado por la FNMT? ¿Es que hasta ahora la fabricación de billetes ha estado sin control? Cuando históricamente ha habido descontrol no lo ha sido por la FNMT sino por un Banco de España que reclamaba mayores cantidades para remendar los rotos de nuestra economía.

¿No será que al final es que nos gusta la idea de asumir tal control?

En Libre Mercado

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