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Mejores condiciones, inversión...

Las multinacionales reducen la pobreza del Tercer Mundo

Un estudio de la Universidad de Cambridge demuestra que las vilipendiadas multinacionales ayudan a combatir la pobreza.

Un estudio de la Universidad de Cambridge demuestra que las vilipendiadas multinacionales ayudan a combatir la pobreza.

Ben Powell ha publicado recientemente un polémico libro en el que afirma que las fábricas establecidas por empresas multinacionales en países pobres no solamente no empeoran la calidad de vida de los trabajadores locales, sino que alimentan un mayor grado de desarrollo y bienestar social. Esta provocadora tesis ha sido respaldada por la editorial de la Universidad de Cambridge, que ha publicado con éxito el informe.

Powell subraya que estas fábricas suelen tener sueldos bajos según los estándares occidentales. A esto se une la falta de seguridad, las malas condiciones de las instalaciones, etc. "Sin embargo, estas fábricas cuentan con trabajadores que han elegido desarrollar allí su trabajo, y si han tomado esta opción es porque las alternativas son peores: mendicidad, prostitución, crimen...", explica el profesor estadounidense.

Para ilustrar mejor su tesis, Powell recurre a numerosos ejemplos reales: "Tomemos el caso de Camboya. Hurgar en los basureros para conseguir algún tipo de ingreso suele traducirse en un ingreso de unos 0,75 dólares diarios, lo que se compara negativamente con los 2 dólares que, de media, consiguen los trabajadores de las fábricas. Evidentemente, estos talleros no son en absoluto un referente en cuanto a las condiciones laborales que ofrecen, pero las alternativas reales que encontramos en estos países son mucho peores en cuanto a ingresos, seguridad, salud…".

El boicot perjudica a los pobres

"Promover un boicot contra las empresas que mantienen fábricas en el Tercer Mundo no es una buena forma de ayudar a los pobres. La consecuencia del cierre de esos talleres sería un deterioro generalizado de las condiciones laborales, ya que todos esos trabajadores acabarían en una situación más perjudicial", incide.

Powell subraya que "hasta los más críticos con este tipo de fábricas reconocen que los sueldos de estas fábricas suelen mejorar el ingreso medio". Esta afirmación se apoya en gráficas como la siguiente, en la que la línea rosada representa el 100% del ingreso medio y cualquier barra que se sitúa por encima refleja un nivel de ingresos superior. Los datos para cada país desglosan cuatro tipos de jornada laboral: 40, 50, 60 ó 70 horas laborales por semana.

Como podemos ver, en el caso de China, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua y Vietnam, los trabajadores de estos talleres ganan por encima del 100% del ingreso medio. Para Bangladesh, la jornada de 40 horas en este tipo de talleres no consigue igualar el 100% del ingreso nacional medio, aunque se queda cerca. El país con peores resultados es Indonesia, mientras que Haití, Honduras y Nicaragua son las naciones que salen mejor paradas en esta comparación.

Los estudios de Ben Powell destacan, además, que en muchos de los casos analizados la remuneración que brindan estos talleres también incluye una comida diaria, por lo que la situación real de los ingresos percibidos por los trabajadores sería aún mejor de la reflejada en el gráfico anterior.

¿Trabajo infantil?

Powell también ha desmentido un tópico recurrente a la hora de analizar este tema. A menudo escuchamos que este tipo de fábricas y talleres de multinacionales en el Tercer Mundo promueven el trabajo infantil. Sin embargo, los datos muestran que esa ocupación no se concentra en el sector de las manufacturas, sino que se desarrolla principalmente en el ámbito de la agricultura y los servicios.

Analizando Bangladesh, Brasil, Camboya, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Honduras, India y Nicaragua, Powell muestra que el trabajo infantil en fábricas y talleres significa un 12,7% en el país con peor resultado (Bangladesh), anotándose un 4,6% en el mejor ejemplo (Camboya). Por el contrario, el empleo en el sector agrícola y el sector servicios concentra buena parte del trabajo infantil en estos países.

Innovación, conocimiento e inversión

En opinión del académico estadounidense, "la consolidación de estas fábricas en el Tercer Mundo acarrea también una transferencia de innovación, conocimiento e inversión de la que se benefician las economías locales. Esto permite una evolución progresiva hacia economías más modernas, más prósperas y con más productividad. Muchos países de Occidente experimentaron este proceso antaño y ahora lo estamos viendo en otras partes del mundo, si bien el progreso se da ahora a una velocidad mucho mayor".

Progresistas, a favor de la tesis de Powell

Aunque pueda resultar sorprendente, el análisis expuesto por Ben Powell cuenta con el aval de numerosos economistas de corte progresista, esto es, más orientados hacia las tesis intervencionistas que suelen defender los activistas que luchan contra este tipo de fábricas y talleres.

Un ejemplo es el de Matt Yglesias, quien ha señalado que "entre los economistas serios, las ideas esenciales del libro de Ben Powell apenas encontrarán discusión". Otro caso notable es el de Paul Krugman, que ha dedicado diversos artículos a esta cuestión (pueden leer los dos más destacados aquí y aquí).

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