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Clave para salir de la crisis

El tamaño sí importa: las empresas españolas deben crecer para exportar más

El 97% de las sociedades españolas que venden al extranjero son microempresas o compañías de tamaño pequeño o mediano.

El 97% de las sociedades españolas que venden al extranjero son microempresas o compañías de tamaño pequeño o mediano.

A lo largo del último lustro, las exportaciones se han convertido en una fuente de crecimiento para el sector privado español. Tras años de aumentos, las cifras de internacionalización han empezado a mostrar cierta fatiga a lo largo del presente año. Hay varios factores que explican este parón, pero uno de los más importantes tiene que ver con el reducido tamaño de nuestras empresas.

Si bien es cierto que son muchas las empresas que se han lanzado al exterior (361.000 en plena crisis), también es cierto que otras muchas (307.000) han abandonado dicha actividad. Por tanto, es conveniente analizar esta cuestión con detenimiento, especialmente si tenemos en cuenta que las ventas al extranjero son fundamentales para evitar otra recesión y apuntalar la ansiada recuperación.

Abundan las microempresas

Los datos del ICEX son claros: el 97% de las sociedades españolas que venden al extranjero son microempresas o compañías de tamaño pequeño o mediano. Todos los manuales dedicados a analizar la internacionalización empresarial subrayan que la dimensión de las compañías es una variable muy importante para conseguir el éxito en el mercado exterior, por lo que esta asignatura es crucial para consolidar el nuevo modelo exportador español.

Hoy en día, el tejido empresarial de nuestro país está dominado por microempresas (1-9 empleados), que suponen el 93,8% del total. Las pequeñas y medianas (10-49 y 50-249 trabajadores, respectivamente) suman el 5,4% y el 0,7%. Por último, las firmas de gran tamaño (más de 250 empleados) apenas suponen el 0,1% del total.

En la siguiente tabla, elaborada con datos de la Unión Europea, se comparan estas magnitudes con otros países de nuestro entorno:

En la categoría de grandes empresas, España empata con Francia e Italia, pero se queda cuatro veces por debajo del Reino Unido y cinco veces peor que Alemania.

Para la categoría de firmas medianas, el 0,7% español está por delante del 0,5% italiano pero por detrás del 0,9% galo, el 1,5% británico o el 2,6% teutón. Entre las pequeñas, nuestro país vuelve a superar el registro transalpino (5,4% vs 4,8%), pero la comparativa con Francia (5,9%), Reino Unido (8,5%) y Alemania (13,7%) vuelve a ser desfavorable.

Regulación y tamaño empresarial

Esta situación ha sido analizada por BBVA, cuyos informes inciden en la importancia de la regulación para el crecimiento empresarial. Como muestra la gráfica, países como Grecia, Portugal, Italia y España obtienen malas calificaciones en el Índice OCDE que mide las regulaciones del mercado de productos.

Al mismo tiempo, estos cuatro países se sitúan por detrás en cuanto al tamaño de sus firmas. Todo lo contrario ocurre en EEUU, Irlanda, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Bélgica o Alemania, cuyo resultado es mejor en ambas variables.

Efectos positivos del 'engorde' empresarial

Esta comparativa internacional deja claro que España debe revisar su marco regulatorio si quiere permitir que sus empresas crezcan de forma estructural y permanente, paso previo para apuntalar las exportaciones. Los efectos derivados de semejante cambio serían muy positivos:

En última instancia, la mejor posición internacional de las empresas españolas también se traduciría en un menor nivel de importaciones, ya que la competitividad lograda aceleraría el efecto sustitución que ya se está dando en España.

Tradicionalmente, se ha descrito este proceso como el resultado de las políticas comerciales proteccionistas: el empresario doméstico sustituye al extranjero apoyándose en dichas barreras. Sin embargo, en el caso español, vemos que el efecto sustitución de los últimos años se ha dado en ausencia de giros proteccionistas: el made in Spain ha ganado cuota de mercado interno, logrando que el 42% de la caída de las importaciones se explique por la mejor acogida de los productos nacionales.

Trabas burocráticas y regulatorias

El Círculo de Empresarios ha analizado esta cuestión, destacando que el tamaño y la internacionalización empresarial no solamente se enfrentan a los obstáculos regulatorios, sino también a los costes de funcionamiento (por ejemplo, una factura de la luz mucho más cara que la de otros países europeos), el acceso a la financiación (marcado por la baja penetración de fuerzas alternativas a los bancos), las trabas burocráticas (obstáculo adicional que se une a la regulación de los mercados), los impuestos, etc.

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