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Así saldrá España del euro si gobierna Podemos

Los economistas de Podemos admiten que la salida del euro tendrá un coste de "enorme magnitud", pero, aún así, lo defienden.

Los economistas de Podemos admiten que la salida del euro tendrá un coste de "enorme magnitud", pero, aún así, lo defienden.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias | Cordon Press

No lo dicen abiertamente en público desde que Podemos existe como partido político, pero está escrito por ellos mismos. La cúpula de la formación que lidera Pablo Iglesias lleva años defendiendo la necesidad de abandonar la moneda única para recuperar la soberanía monetaria. Sus economistas son perfectamente conscientes de que la política económica que proponen es irrealizable en el marco del euro.

Sin embargo, en los últimos meses, se cuidan mucho a la hora de defender esta opción de forma explícita, debido al rechazo que despierta entre la mayoría de la población y, sobre todo, ante los enormes costes que, sin duda, supondría su materialización, tal y como reconocen los propios miembros de Podemos en sus escritos.

Finales de 2015. Podemos gana las elecciones generales y logra formar gobierno. ¿Qué pasaría a continuación? ¿Cómo se manejaría el radical cambio de política económica, el impago de la deuda y, en última instancia, el abandono de la Unión Monetaria? ¿Qué consecuencias tendría para el conjunto de los españoles?

Estas preguntas no son retóricas. Su planteamiento y consiguientes respuestas han sido formuladas por varios economistas de Podemos. Entre ellos, Nacho Álvarez, miembro destacado de la cúpula de Iglesias, y Daniel Albarracín, economista vinculado a Podemos.

Así, en un trabajo publicado a finales de 2012, Albarracín detalla la "política alternativa" que debería emprender España contra la crisis, avanzando con ello algunas de las principales líneas programáticas que hoy defiende Podemos.

A escala nacional es importante apoyar e impulsar una reforma fiscal progresiva, la nacionalización sin indemnización de toda la banca privada involucrada en el origen de la crisis, la creación de una banca pública bajo control social, el establecimiento de medidas de control del movimiento de capitales, y el impulso a una política de redistribución que desarrolle la creación de un empleo socialmente útil y un incremento de actividad ligadas al cuidado y el bienestar de las personas priorizando los bienes comunes (naturaleza, educación, sanidad, vivienda, pensiones, etc…).

¿Problema? Estas medidas no son realizables bajo el euro, tal y como reconocen incluso los gurús de Podemos encargados de diseñar el borrador de progama económico presentado la semana pasada.

[...] la UE se diseñó en oposición a estos objetivos […] Nosotros consideramos que la ruptura con este modelo de Europa es clave para construir una alternativa. Pero al mismo tiempo pensamos que, afirmando que el Sistema Euro es nefasto para las clases populares y los países del Sur de Europa y que la salida del euro ya no puede considerarse un tabú, no es este un tema que deba abordarse de manera aislada y que hay otras cuestiones que deben tratarse prioritariamente.

En este sentido, Albarracín es consciente de que la aplicación unilateral de dichas políticas por parte de España conllevaría "consecuencias adversas (fuga de capitales, aislamiento financiero internacional, bloqueos comerciales, empobrecimiento, etc…), con lo que no se trata de ser sólo más audaces sino de adoptar una perspectiva más amplia que haga viable la transformación socialista", advierte.

Tal y como avanzó Libre Mercado, la estrategia inicial consistiría en lograr un amplio consenso social sobre la necesidad de rechazar las políticas de austeridad y reformas que exige Bruselas, al tiempo que se alcanzan alianzas con otros países del euro (Grecia, Italia, Portugal...) para conformar un bloque común con el fin último de transformar las instituciones comunitarias y, en caso contrario, romper con las mismas.

Las reformas que merecen la pena, en un horizonte de transformación, no tendrán un alcance suficiente sino incluyen varios rasgos fundamentales: deben contar con un amplio respaldo social, deben satisfacer las aspiraciones democráticas de la mayoría, deben mostrar lo contradictorio del sistema vigente para poder superarlo, y, sobre todo en este contexto, han de tener una alianza internacional suficiente para poderlas ponerlas en práctica.

Pero, una vez alcanzado ese consenso, es decir, si ganara Podemos, ¿que debería hacer el Gobierno? Albarracín responde:

En el Sur de Europa, hay una mayoría social que, ante el drama que está viviendo, podría abrazar un programa centrado en varios capítulos, tales como:

  • El rechazo a las Memoranda de Entendimiento, especialmente su condicionalidad. Reclamar, por el contrario, el impulso a políticias de transferencia de rentas e inversiones hacia los territorios y población más desfavorecida, construyendo una división internacional del trabajo complementaria y cooperativa.
  • La desobediencia de los diversos Pactos por la Austeridad que arrancan desde Maastricht.
  • Establecer una declaración de impago, pudiendo inspirarse en los acuerdos establecidos en 1953 con Alemania, desarrollando auditorías que determinasen la parte ilegítima de la deuda para proceder a su reestructuración y quita. Los acreedores bancarios y los capitalistas en general son responsables y han de pagar por lo que han hecho.
  • Entre los países que convergiesen en esta política alternativa, formular estrategias de solidaridad e integración igualitaria y redistributiva en materia financiera, comercial y de inversiones. Esto podría abrir la puerta a construir una nueva área económica supranacional con el máximo de países posibles [una nueva moneda para los países del Sur].
  • Reclamar una orientación y diseño institucional en Europa de carácter alternativo, con un nuevo Banco Central favorable a la creación de empleo y competente para regular el sistema financiero europeo, un presupuesto público europeo capaz de crear un sector público de bienestar ampliado, establecer un control adecuado de los flujos de capital que hiciesen eficaces un régimen fiscal progresivo, plantear una armonización de las relaciones laborales, etc…
  • De no aceptarse, construirlo entre los países que estuvieran conformes con este otro esquema [el citado euro de los países del Sur].

Y concluye:

En mi opinión, la salida del euro, o el establecimiento de medidas proteccionistas, no deberían ser nuestra consigna, y de serlo sólo deberían emplearse como un arma de negociación y, si acaso, un paso atrás, tras la expulsión, que busca dar dos hacia delante, orientados hacia una construcción internacionalista alternativa [el euro del Sur].

Las consecuencias de la salida

Ahora bien, los economistas de Podemos también son conscientes de que esa opción de euro alternativo formado por varios países del Sur, siendo su opción ideal, es improbable. De ahí que, en última instancia, apuesten por abandonar el euro de forma unilateral.

¿Qué efectos tendría para España dicha salida y/o expulsión de la moneda única? Este delicado punto es tratado en otro revelador artículo elaborado por Albarracín y Nacho Álvarez economista, y miembro de la cúpula de Podemos, a mediados de 2013, bajo el título La crisis del sistema euro: análisis y alternativas.

El diagnóstico es, simplemente, demoledor. Ambos admiten el brutal impacto negativo que tendría dicha salida para la economía española y el conjunto de la población, pero, aún así, defienden esta opción bajo la creencia de que las ventajas de la salida del euro superarían dichos inconvenientes a medio plazo.

Conviene en este punto ser claros con respecto al coste económico a corto plazo que supondría la salida unilateral del euro para un país fuertemente endeudado con el exterior y muy dependiente de las importaciones para su abastecimiento básico.

Una salida del euro en este caso provocaría corrimientos bancarios inmediatos, se incrementarían masivamente las fugas de capitales y, finalmente, llegaríamos al temido "corralito". Los depósitos y ahorros de la población se depreciarían notablemente (tengamos en cuenta, además, que las grandes fortunas ya han sacado sus ahorros de los países de la periferia).

Incluso con un repudio de la deuda, el Estado tendría que elegir entre que las familias trabajadoras perdieran sus depósitos y ahorros o tener que socializar buena parte de las pérdidas bancarias que se producirían (en este contexto, nacionalizar los bancos sería nacionalizar también sus pérdidas).

Es decir, fuga masiva de capitales, corralito y fuerte devaluación, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo de todos los españoles (perderían buena parte de sus ahorros y riqueza).

[…] la nueva moneda se depreciaría intensamente en sus primeras semanas de vida, generando un incremento automático de la deuda externa. La dicotomía se establecería ahora entre asumir una deuda aun más gravosa que la actual (lo cual abocaría de nuevo a más austeridad) o suspender los pagos de deuda denominada en euros; lo cual evidencia la imposibilidad de lograr conquistas significativas si la salida del euro no fuera acompaña o precedida de la ruptura con la tiranía de la deuda (impago).

Es decir, la salida del euro implicaría en todo caso, antes o después, el polémico impago de la deuda soberana que tanto defiende Podemos.

[… ] la fuerte devaluación de la nueva moneda se traduciría en un importante incremento de los precios de los productos importados. Esto no sólo podría suponer un fuerte incremento del coste de la cesta básica de las clases populares (alimentación, transporte, etc.), implicando en la práctica un proceso inmediato de empobrecimiento en términos reales, sino que frenaría las supuestas bondades de la devaluación para actuar como motor de la recuperación; ésta era, no hay que olvidarlo, una de las principales ventajas que acarrearía la salida del euro.

Reconocen, pues, la entrada en una nefasta escalada inflacionista de efectos devastadores para la población, ya que agravaría el empobrecimiento generalizado de las familias. Como consecuencia de todo lo anterior, los economistas de Podemos reconocen el "enorme" impacto económico y social de su propia estrategia.

La salida unilateral del euro entrañaría costes económicos, sociales y políticos de una enorme magnitud a corto plazo. Ese impacto inmediato sobre una población ya muy golpeada por la crisis resulta un elemento crucial, que no se debería ignorar ni infravalorar, a la hora de considerar la oportunidad táctica de plantear dicha reivindicación.

Pero, aún así, insisten en que la única solución a los problemas de España es abandonar la moneda única, solos o en compañía de otros países. Y ello, sobre la base de que las ventajas, a medio plazo, compensarán los graves costes que acarrearía dicha salida a corto plazo.

No se defiende que dichas consecuencias económicas negativas en el corto plazo impliquen la necesidad de permanecer en el euro a toda costa. Se trataría de buscar el contexto propicio y gestionar la salida de forma que las ventajas que la salida del euro implicara (ampliación del margen de maniobra y de los recursos disponibles) compensaran en el medio plazo estos impactos.

Uno de los criterios para adoptar la salida del euro y abrirse a otra moneda podría ser la posibilidad de construir un proyecto alternativo con otras economías. El punto clave entre que una salida unilateral del euro merezca la pena y no, no es únicamente un balance entre las consecuencias de la permanencia o la salida, sino la oportunidad de un horizonte internacionalista sustentado en un fuerte respaldo social, donde el paso subsiguiente sea la construcción de una nueva área económica supranacional bajo parámetros solidarios.

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