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China se convierte en el nuevo 'banco central' de los países díscolos de Occidente

El gigante asiático anuncia la creación de organismos idénticos al FMI o el Banco Mundial.

China lo tiene claro: la mejor forma de maximizar la influencia geopolítica de su país pasa por convertirse en el "prestamista de última instancia" de todas aquellas naciones de Occidente que optan por alejarse de sus socios naturales. Un ejemplo de este fenómeno lo tenemos en América Latina, donde el deterioro macroeconómico de Ecuador, Argentina y Venezuela ha alimentado nuevas alianzas con el gigante asiático.

Un ejemplo especialmente llamativo es el de Ecuador, país que evitó el colapso financiero derivado del impago de la deuda mediante diferentes acuerdos con China. Como consecuencia, el 50% de la producción de crudo emitida entre 2015 y 2022 acabará en manos del país que encabeza Xi Jinping. Durante dicho periodo, China habrá inyectado casi $40.000 millones de dólares en el país andino, sosteniendo así al régimen socialista.

En Venezuela, los acuerdos empezaron en 2007. Como apunta la revista The Economist, los préstamos que ha aportado la banca china al régimen de Nicolás Maduro llegan ya a 50.000 millones de dólares. La mayoría de los analistas entiende que, sin este apoyo financiero, la deuda soberana de Venezuela ya habría caído en un escenario de impago.

También Argentina se ha echado en brazos de China para afrontar el declive económico que viene sufriendo el país gobernado por la Administración Kirchner. El país asiático copa el 73% de las importaciones de soja, un mercado en el que Argentina es el tercer mayor productor del mundo. Además, China aprobó en verano de 2014 un préstamo de emergencia que puede aportar al Ejecutivo peronista más de 11.000 millones de dólares.

Más recientemente, China ha apostado por acercarse a Grecia. El creciente desencanto de la Eurozona con el desaguisado fiscal heleno contrasta con el apetito del gigante asiático, ávido de ganar peso en el tablero global. Más ambiciosa aún es otra alianza que viene concretándose de forma discreta desde hace meses: se trata del puente entre Pekín y Moscú, motivado por las dificultades económicas que atraviesa el país gobernado por Vladimir Putin. No en vano, la banca china ya ha inyectado 30.000 millones de dólares en préstamos a las petroleras rusas.

Clones del FMI y el Banco Mundial

En palabras de la revista The Economist, "el gigante asiático está creando diferentes "bancos de desarrollo" con los que espera arrinconar al FMI y al Banco Mundial. En verano de 2014, sin ir más lejos, nació el Nuevo Banco del Desarrollo, una especie de clon del Banco Mundial dotado con 50.000 millones de dólares de capital. Entre sus principales socios, China, Brasil, Rusia, India o Sudáfrica".

Hay más. La publicación británica también menciona el proyecto del Banco de Inversión en Infraestructuras Asiáticas, dotado con 100.000 millones de dólares e impulsado igualmente por China. Este movimiento se interpreta como un paso hacia un debilitamiento de la influencia geopolítica de Japón en el continente.

También está el ejemplo del llamado Fondo de la Nueva Ruta de la Seda, también lanzado desde Pekín con un capital de 40.000 millones de dólares. El objetivo de este instrumento es "relanzar la posición de China en el comercio global a través de una mejora de las autopistas, los ferrocarriles y los puertos de Asia, África y Europa".

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