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Los 'brotes verdes' que segó Syriza en Grecia

Hasta la llegada de Tsipras, los indicadores confirmaban la lenta pero progresiva mejora de la economía griega.

Hasta la llegada de Tsipras, los indicadores confirmaban la lenta pero progresiva mejora de la economía griega.

Al contrario de lo que argumentó Syriza a lo largo de la campaña electoral, la economía griega sí estaba mostrando síntomas de mejora en los meses anteriores a las últimas Elecciones Generales. Así lo ha puesto de manifiesto Karl Weber, de KW Invest, con la siguiente serie de gráficas.

En primer lugar, el PIB real venía remontando el vuelo desde el año 2011, con una recuperación más vigorosa entre 2013 y 2014. De hecho, Grecia estaba ya por encima de la Eurozona en cuanto a sus tasas de aumento interanual del PIB.

En segundo lugar, las medidas económicas aplicadas en Grecia también sirvieron para contener el aumento de los precios. Esto redundó de forma positiva en el poder adquisitivo de los ciudadanos helenos, maltrecho tras años de rebajas salariales. Desde 2010, el IPC siguió una tendencia decreciente, rompiendo con el historial inflacionista de la economía griega.

La industria griega empezó a notar el cambio de tendencia entre 2011 y 2013. Su ratio de capacidad utilizada saltó del 63 al 71, reflejando una senda de recuperación sostenida.

Estos mejores datos contribuyeron al cambio de tendencia en el mercado laboral: al igual que en España, Portugal e Irlanda, los años 2013 y 2014 ayudaron a corregir parte de los profundos desequilibrios observados en el mercado de trabajo.

En lo tocante a la balanza comercial, la brecha entre importaciones y exportaciones no hizo más que corregirse entre los años 2010 y 2014. Inicialmente, el desplome de las importaciones contribuyó a corregir el diferencial, mientras que los años 2013 y 2014 estuvieron marcados por una mejora de las ventas al extranjero.

La mejoría de la posición exterior fue tan significativa que, tras años acumulando un déficit por cuenta corriente de entre el 6% y el 12% del PIB, el país abandonó los números rojos y cosechó tasas positivas en los últimos años.

Estos buenos datos económicos contrastan con el deterioro observado en 2015: las cifras de recaudación fiscal apuntan a un deterioro del equilibrio en las cuentas públicas, los datos de producción anticipan un retorno a la recesión y la fuga de depósitos contribuye a deteriorar la posición del sistema bancario ante el resto de la economía.

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